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Carta abierta al padre Jacques Hamel

El sacerdote francés Jacques Hamel, de 85 años, fue asesinado por dos extremistas musulmanes mientras celebraba la misa en su parroquia de Saint-Etienne du Rouvray, en Normandía, Francia, el 26 de julio.
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Padre Jacques Hamel (Foto: www.theliberal.ie)

Querido amigo y hermano:

Recibe ante todo un fuerte abrazo y un sincero deseo de alegría. Aunque esto otro sé que lo estás disfrutando a plenitud. Ya se acabaron los malos ratos, las impuntualidades de la gente, las reuniones tediosas que nos inventamos los clérigos, las aburridas horas de despacho parroquial cuando no viene nadie a consultar, a pedir certificados…

También se acabaron las visitas a los enfermos de tu comunidad parroquial, el aliento y la esperanza dados

a cantidad de jóvenes, las alegrías de los bautizos y los abrazos de las nuevas familias que comenzaban su caminar con la bendición de Dios, los abrazos fuertes, secos, cercanos, potentes que tantas veces tuviste que dar al acompañar al cementerioloscuerposyavacíos de vida de tantos feligreses.

Ahora somos nosotros, los que seguimos haciendo camino, los que hemos llevado tu cuerpo al campo santo. Bendito campo que acoge a un hombre bueno, cuyo único “error” fue ser fiel a la llamada del Señor a lo largo de ochenta y muchos años.

Has ocupado la primera noticia en periódicos, radios, televisiones y redes sociales. Y lo ha sido quizás a regañadientes de muchos editores y directores que prefieren para sus portadas sangre, escándalo, abuso. No, tú simplemente eres portada no por los escándalos de cualquier índole que salpican nuestra existencia. Eres portada porque alguien interrumpió tu celebración de la Eucaristía para matarte, para cortarte el cuello, para gritar que la violencia es la dueña del mundo. Y tú has sido siempre ejemplo de todo lo contrario: que lo importante en este mundo es el amor de dar la vida por los demás.

Con cierta frecuencia habías escuchado que ya era hora de retirarte, que estabas viejo. Tu vida ha sido lo contrario, que nunca estamos viejos para ayudar, que se necesitan animadores de la comunidad que nosrepartanelpandelavida,nos acerquen al perdón de Dios.

¿Sabes? Tu partida de entre nosotros ha llegado en un momento oportuno. El mismo día que te echaban de este mundo empezábamos a reunirnos en Cracovia miles de jóvenes. Vamos a estar celebrando que somos jóvenes, por tanto inquietos, que buscamos construir un mundo mejor del que hemos recibido de nuestros mayores. Pretendemos que nada humano nos sea ajeno, y que cuando nos equivoquemos, queremos encontrar el camino de la reconciliación, la alegría y la paz. Esa paz y alegría que repartiste a lo largo de tu vida sacerdotal.

Los jóvenes necesitamos testigos como tú. Dado que la excusa que dabas para no retirarte era que no había suficientes sacerdotes para seguir siendo instrumentos de reconciliación, partidores del Pan y portavoces de la Palabra, ahora que por fin puedes descansar, pídele al dueño de la viña que envíe obreros a su viña. Los necesitamos desesperadamente.

Tu puesto vacante debe ser ocupado por gente audaz, dispuesta a hacer caminos nuevos, prontos a escuchar y compartir, con los brazos lo suficientemente grandes y fuertes para abrazar a los hermanos, sobre todo a los débiles, los enfermos, los carentes de cariño, amor y libertad. Tienes tiempo para pedirlo, pero date prisa, acá abajo los necesitamos-

Nada más. Pide al Padre que nos bendiga,

Un abrazo de hermano y amigo.