Biblia

Diaconisas

Este pasado mes de mayo los periódicos titulaban con mucho despliegue una frase del papa Francisco. Cada medio daba una llamativa interpretación. Aparecían así frases como éstas: “las mujeres podrán bautizar y casar”, “se permitirá una antigua práctica”, serán ordenadas diaconisas”, etc. Uno se pregunta, ¿qué hay de verdad entre tantas opiniones? En definitiva, ¿qué significa diaconisas?

Creo que primero habrá que entender la pregunta, ¿qué es una diaconisa? En la antigua Grecia la diaconisa era la sirvienta, la criada de la casa. En los ritos de los templos idólatras el diákonos o la diakonos (referido a la mujer), preparaba los utensilios para el culto al dios o la diosa pagana.

En la Iglesia Católica todos sus miembros, desde el papa hasta el último bautizado, somos servidores —diáconos— de Dios, por ello somos miembros activos en el culto de la Eucaristía, aunque en primer lugar están los sacerdotes.

Hablando específicamente del ministerio de las diaconisas, la pregunta es: ¿Hubo diaconisas en las primeras comunidades cristianas? Dos veces se las menciona en el Nuevo Testamento. Ciertamente que desempeñaron algún “ministerio” o servicio en la primitiva comunidad, sin embargo, sería un anacronismo concederle a la palabra, en el contexto de la Iglesia primitiva, el sentido técnico que tiene hoy día.

¿Cuándo y dónde hubo diaconisas en la Iglesia? Las diaconisas aparecen en la frontera oriental del Imperio romano, en Siria. Su presencia es activa en todas las iglesias orientales de lengua griega y semita, menos en las de Egipto, de Etiopía y en la maronita. En las iglesias de lengua latina no figuran antes del siglo VI.

Las diaconisas no eran miembros del clero. Su nombre solo aparece en las iglesias orientales, que reservaban la imposición de manos solo para el obispo, el presbítero y el diácono. El Concilio de Nicea (año 325), el primero de los ecuménicos, parece colocarlas “entre los laicos”, pues se limitan a inscribirlas en sus listas, que incluían a subdiáconos, diaconisas, vírgenes y viudas, a quienes no se permitía realizar la imposición de manos.

¿Qué ministerios tenían las diaconisas en tiempos antiguos? Aunque hay una tendencia a identificar el ministerio de las diaconisas con el de los diáconos, realmente no fue así. Se declaraba que por razón de decencia las diaconisas estaban ciertamente al servicio exclusivo de las mujeres. Así fueron algunas de sus responsabilidades:

  • Ayudar en los bautizos de inmersión cuando las mujeres salían del agua o en su unción corporal.
  • Vigilar la puerta de entrada en el templo reservada para las mujeres, como los diáconos guardaban la entrada de los hombres. Los hombres ocupaban la mitad de la sala y las mujeres la otra mitad, como se hacía en algunos pueblos, las mujeres delante y los hombres en el coro.
  • Comprobar la integridad física de la mujer o su virginidad anatómica, realizada también en algunos casos por mujeres “comadronas”.
  • Instruir a las catecúmenas o recién bautizadas.
  • Visitar en sus casas a las mujeres enfermas o necesitadas para evitar la extrañeza de que las vieran sacerdotes o diáconos.
  • Dar la comunión a mujeres, pero solo en circunstancias muy concretas. Y llevar la comunión a mujeres embarazadas, imposibilitadas de ir a la Misa.

Las diaconisas podían dar la comunión (si no había un sacerdote o un diácono), lavar los vasos sagrados, echar el agua y el vino en el cáliz. Podían leer el Evangelio y los libros santos en las reuniones de mujeres, pero no administraban el bautismo. No podían leer el Evangelio en la Misa, ni dar la comunión. Esta costumbre apareció en época tardía, en circunstancias muy concretas y no en todas las regiones.

En otras palabras, una mujer de nuestros días que sube al presbiterio, lee las lecturas del Antiguo Testamento y hace las preces en la Misa, distribuye la comunión, la  lleva a los enfermos en casa, es catequista, imparte cursos preparatorios de los novios para el matrimonio, etc., realiza muchas más actividades eclesiásticas que las diaconisas  de la antigüedad cristiana.

Claro que uno puede preguntarse, ¿por qué estas restricciones a las mujeres? ¿Por qué nunca ninguna autoridad eclesial intentó introducir el sacerdocio femenino en la Iglesia? Los escritores y documentos de los primeros siglos coinciden en la respuesta categórica: “Porque Dios/Jesucristo no quiso”. San Pablo II, en su carta Ordinatio sacerdotalis, dice que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación a las mujeres.

Volviendo a la noticia del Papa, los periódicos erróneamente anunciaban: “Las mujeres podrán bautizar y casar”. No sabían que las mujeres, como cualquier laico, ya han podido y pueden bautizar en casos de emergencia. Por otra parte, el ministro del sacramento del matrimonio no es el sacerdote, sino los contrayentes. En las bodas el sacerdote es un testigo cualificado de la Iglesia. El Papa se comprometió a crear una comisión “para estudiar la exclusión de las mujeres del servicio como diaconisas”. Sin más.

 Ya lo describía gráficamente un periodista: “El Papa ha arrojado una cerilla en un pajar y se levantará una humareda”.

Y, usted, ¿cómo participa en la iglesia?