Internacionales

EL MURO DE LA FRONTERA CON MÉXICO

VALOR Y RESPETO AL MIGRANTE

+ Guillermo Ortiz Mondragón
Presidente de la Dimensión Episcopal de Movilidad Humana de la CEM

+ Alfonso G. Miranda Guardiola
Secretario General de la CEM

CON PROFUNDO DOLOR, a través de los medios de comunicación recibimos la noticia sobre la orden ejecutiva que el Presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, firmó para dar inicio a la construcción del muro fronterizo.

Los Obispos de la frontera norte de México y la frontera sur de Estados Unidos, hemos venido trabajando, desde hace más de veinte años, por la mejor atención a los fieles que habitan dos países hermanos, enmarcados propiamente en una sola ciudad; comunidades de fe atendidas por dos Diócesis (como Matamoros y Brownsville, o Laredo y Nuevo Laredo, por ejemplo). Lo primero que nos duele es que muchas personas que viven su relación de familia, de trabajo y de amistad, aún de fe, quedarán bloqueadas aún más por esta inhumana interferencia.

Unimos nuestro pensar y sentir a lo expresado por el obispo Joe Vásquez, presidente del Comité de Migración y obispo de la diócesis de Austin, en Estados Unidos, quien declaró:

“Estoy desalentado al ver que el Presidente (Donald Trump) ha priorizado la construcción de un muro en nuestra frontera con México. Esta acción pondrá la vida de los inmigrantes innecesariamente en peligro. La construcción de dicho muro sólo hará que los migrantes, especialmente mujeres y niños vulnerables, estén más indefensos ante traficantes y contrabandistas. Además, la construcción de tal muro desestabiliza a las muchas comunidades vibrantes y bellamente interconectadas que viven pacíficamente a lo largo de la frontera. En vez de construir muros, en este momento, mis hermanos obispos y yo continuaremos siguiendo el ejemplo del papa Francisco. Buscaremos «construir puentes entre los pueblos, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación”.

Como Iglesia que camina en México, seguiremos apoyando cercana y solidariamente a tantos hermanos nuestros que provienen de Centro y Sudamérica, y que van en tránsito a través de nuestro país hacia los Estados Unidos. Expresamos nuestro dolor y rechazo a la construcción de este muro, e invitamos respetuosamente a hacer una reflexión más profunda acerca de los modos como puede procurarse la seguridad, el desarrollo, la activación del empleo y otras medidas, necesarias y justas, sin provocar más daños de los que ya sufren los más pobres y vulnerables.

Pedimos a nuestras autoridades que en los diálogos y búsqueda de acuerdos con los Estados Unidos, aboguen por caminos justos, que salvaguarden la dignidad y el respeto a las personas, sin importar su nacionalidad, credo y, sobre todo, apreciado la riqueza que aportan en su búsqueda de mejores oportunidades de vida. Cada persona tiene un valor intrínseco e invaluable como hijo de Dios.

Respetamos el derecho del gobierno de los Estados Unidos de cuidar sus fronteras y sus ciudadanos, pero no creemos que una aplicación rigurosa e intensiva de la ley, sea la manera de alcanzar sus objetivos, y que por el contrario estas acciones son generadoras de alarma y temor entre los inmigrantes, desintegrando muchas familias sin mayor consideración.

Que nuestra Madre de Guadalupe, Emperatriz de toda América, acompañe a quienes tienen la responsabilidad de las negociaciones en ambos países, y que Ella, “la que está mirando bien a todas las naciones” (Nican Mopohua), brinde consuelo y protección a nuestros hermanos migrantes.


PRESIDENTE DEL COMITÉ SOBRE MIGRACIÓN SE OPONE FIRMEMENTE AL ANUNCIO DE LA ADMINISTRACIÓN DE CONSTRUIR UN MURO EN LA FRONTERA ESTADOS UNIDOS-MÉXICO

EL PRESIDENTE DONALD J. TRUMP emitió el 25 de enero órdenes ejecutivas para construir un muro en la frontera entre los Estados Unidos y México, aumentar significativamente la detención y deportación de inmigrantes, e ignorar, prevenir o anular las resoluciones de las autoridades estatales y locales sobre la mejor manera de proteger sus comunidades.

La frontera entre los Estados Unidos y México, que abarca aproximadamente 3,200 kilómetros, tiene ya unos 1,100 kilómetros de vallas y barreras que fueron construidas durante la administración de George W. Bush. En respuesta a la decisión de construir un muro en la frontera entre los Estados Unidos y México, Mons. Joe Vásquez, presidente del Comité de Migración y obispo de la diócesis de Austin, declaró:

“Estoy desalentado al ver que el presidente ha priorizado la construcción de un muro en nuestra frontera con México. Esta acción pondrá la vida de los inmigrantes innecesariamente en peligro. La construcción de dicho muro sólo hará que los migrantes, especialmente mujeres y niños vulnerables, estén más indefensos ante traficantes y contrabandistas. Además, la construcción de tal muro desestabiliza a las muchas comunidades vibrantes y bellamente interconectadas que viven pacíficamente a lo largo de la frontera. En vez de construir muros, en este momento, mis hermanos obispos y yo continuaremos siguiendo el ejemplo del papa Francisco. Buscaremos «construir puentes entre los pueblos, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación”.

En relación con el anuncio del planeado incremento de las fuerzas encargadas de la detención y deportación de inmigrantes, Mons. Vásquez agregó:

“El anunciado aumento del espacio de detención de inmigrantes y las actividades de control sobre la inmigración es alarmante. Desintegrará familias y generará temor y pánico en las comunidades. Si bien respetamos el derecho de nuestro gobierno federal a vigilar nuestras fronteras y garantizar la seguridad de todos los estadounidenses, no creemos que una escalada tan grande de detención de inmigrantes y la intensificación de los controles en las comunidades de inmigrantes sea la manera de alcanzar esos objetivos. Por el contrario, seguimos firmes en nuestro compromiso con una reforma integral, compasiva y basada en el sentido común. Tememos que las políticas anunciadas hoy hagan mucho más difícil que los vulnerables tengan acceso a la protección en nuestro país. Todos los días en nuestros ministerios mis hermanos obispos y yo somos testigos de los nocivos efectos de la detención de inmigrantes. Experimentamos el dolor de las familias separadas que luchan por mantener una apariencia de vida familiar normal. Vemos a niños traumatizados en nuestras escuelas y en nuestras iglesias. Las políticas anunciadas hoy sólo trastocarán aún más la vida de las familias inmigrantes”.

Dando un paso adelante después del anuncio, Mons. Vásquez señaló:

“Seguiremos apoyando y solidarizándonos con las familias inmigrantes. Recordamos a nuestras comunidades y a nuestra nación que estas familias tienen un valor intrínseco como hijos de Dios. Y a todos los afectados por la decisión de hoy, estamos aquí para caminar con ustedes y acompañarlos en este viaje”.

“Seguiremos apoyando y solidarizándonos con las familias inmigrantes”.