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El trompetista de Grand Central

No fue la música lo que llamó mi atención aquella mañana en el metro, sino los aplausos de los transeúntes a Eganam Segbefia. Acto seguido esperé que alguno de los presentes se fuera y ocupé su lugar para ahora sí ver de qué se trataba. Deleita su talento, conmueve su pasión por lo que hace y sorprende esa sensibilidad propia de aquellos que siguen el camino artístico.

“Égo”, como lo conocen en el ámbito musical, nació en Ghana, África, y cuando cumplió 10 años vino a Estados Unidos con su familia. Aquí aterrizaron un día de febrero hace ya quince años.

¿Y por qué la trompeta?, pregunté quizás porque entre los artistas del subterráneo no es un instrumento muy común. “Adoro su sonido, es muy poderosa y al mismo tiempo puede dar una sensación relajante y romántica. ¡Me gusta pensar que soy romántico!”, respondió entre risas.

Durante el pasado invierno él recibió una multa mientras conducía el carro de su hermana y tuvo la idea de reunir algún dinero interpretando la trompeta en lugares públicos. Así fue como terminó por tener una rutina de presentaciones en la plataforma del tren S en la estación de Grand Central. Y es que Eganam no solo reunió el dinero que le faltaba, sino que aquella primera vez tuvo una respuesta maravillosa por parte del improvisado público que se olvidó por un momento del agitado viaje al trabajo y permitió que la música alegrara su mañana.

Abuela y nieto

Acaba de obtener su título como músico de la South Carolina State University, logro académico que le costó muchos sacrificios y le tomó siete años para alcanzarlo en lugar de los cuatro reglamentarios. Al respecto, Eganam declara en su web everythingego.com: “Una cosa importante que he aprendido en estos últimos siete años es que no importa lo loco, lo difícil o las cosas inesperadas de la vida, uno debe permanecer concentrado, mantener la esperanza y rezar por ese objetivo. Ahora, más que nunca, estoy concentrado en una meta principal, ganar un premio Grammy”. Pero ese no es su único sueño. Eganam quiere volver a Ghana y establecer una escuela de música.

Y es que este joven africano lo tiene todo: carisma, disciplina y, sobre todo,

perseverancia. ‘Égo’ no se rinde y ahora espera solicitar matrícula para estudiar en la Manhattan School of Music, mientras sigue presentándose en el metro, pues esto le ayuda a mantener una rutina de práctica y ganar algo de dinero. Además, frecuentemente es contratado para tocar en eventos privados Eganam tiene una teoría: “Es en las primeras horas del día cuando la música clásica llega más fácilmente a la gente y tiene un efecto positivo que suaviza los días”. Por esa razón, este joven músico llega a esta estación las 7:00 de la mañana y allí permanece de pie hasta las 10:00 a.m. interpretando la trompeta de martes a viernes. Sin embargo, de vez en cuando va en las tardes y la respuesta entre los viajeros es igual. Al final empaca su trompeta y su amplificador de sonido portátil y se marcha con un poco de dinero en los bolsillos y muchos aplausos en el corazón. Porque, como él mismo dice, “lo importante no es cómo empiezas, sino cómo terminas”.

“Yo creo en Dios y creo que es esa voz que te dice ‘no hagas eso’, ‘no vayas allá’, la misma que me cuidaba y decía que no tocara el fuego cuando era pequeño”, dice. Este entusiasta músico se presentó el pasado 27 de septiembre en el Carnegie Hall de Nueva York con la Orquesta Filarmónica Internacional Juvenil.

Eganam, quien vive en el Bronx, sabe que su música mueve sentimientos al ritmo de soul o de una marcha enérgica. Niños, jóvenes y adultos… no importa la edad, todos se sienten atraídos, porque la música es un lenguaje universal. “Independientemente de quién seas, de dónde vengas y en qué creas, tú puedes apreciar la música y puedes apreciar la buena música”, explica “Égo”.