Opinión

Francisco y Jacinta: Santos de pantalón corto

“EL TRECE DE MAYO en Cova da Iria…”, dice el popular himno mariano; y este mes las miradas de todos los devotos marianos se dirigen a Fátima de manera muy especial, pues se cumple el centenario de la primera aparición de Nuestra Señora. De hecho, el papa Francisco peregrina al mismo sitio que ha sido testigo de la bajada desde lo alto de la visita celestial.

Portuguese shepherd children Lucia dos Santos, center, and her cousins, Jacinta and Francisco Marto, are seen in a file photo taken around the time of the 1917 apparitions of Mary at Fatima. (CNS photo/EPA) See VATICAN-LETTER-FATIMA March 30, 2017.

La Virgen apareció sobre una encina a los pastorcitos Lucía, Francisco y Jacinta. Cuando los niños le preguntaron cómo se llamaba, les reveló que era Nuestra Señora del Santo Rosario. De allí que Fátima está muy ligada a esta oración muy querida de los amantes de María.

En su peregrinación a Fátima, el Papa presidirá en la canonización de los dos niños videntes, los beatos Francisco Marto y Jacinta Marto. Estos dos hermanos, junto con su prima Lucía dos Santos, fueron escogidos de la Virgen como sus pequeños interlocutores.

Los dos hermanos murieron pocos años después de las apariciones. Francisco murió en 1919 cuando tenía nada más que 10 años; y Jacinta murió en 1920 cuando tenía 9 añitos. Lucía, la mayor de los pastorcitos videntes, se quedó en la tierra hasta 2005 y murió con 97 años de edad. Los dos niños la preceden a ella en los altares, pero no cabe duda que pronto también ella sea beatificada y canonizada. Una vez canonizados Francisco y Jacinta, los dos niños van a formar parte del club de los santos de pantalón corto y faldita. Así los denomina el escritor Javier Paredes en su libro, que lleva precisamente esa frase como título.

Santos hay pocos. La mayoría de los niños canonizados santos son mártires. Muy pocos de ellos son confesores. Los confesores son los que destacan a un nivel heroico en la vivencia de su fe y de las otras virtudes. En esta categoría de confesores estarán inscritos el beato Francisco y la beata Jacinta, junto con Santo Domingo Savio (1842-1857). Aquí hacemos mención de una niña chilena beata Laura Vicuña (1891-1904) que todavía espera ser canonizada.

A mi modo de ver, los niños de Fátima serán canonizados no porque vieron a la Virgen sino porque vivieron en su humilde y corta vida las virtudes cristianas de modo heroico. Ciertamente es una bendición divina ser escogidos para recibir la aparición de la Virgen pero esto no es heroico y mucho menos modélico para la mayoría de nosotros cristianos normales y corrientes.

En la primera aparición, la Virgen preguntó a los niños: “¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quisiera enviaros como reparación de los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?” Los niños respondieron: “Sí, queremos”. La Virgen siguió diciendo: “Tendréis, pues, mucho que sufrir, pero la gracia de Dios os fortalecerá”.

Así fue que los niños ofrecieron sacrificios impresionantes teniendo en cuenta sus tiernas edades. Sufrieron una barbaridad de castigos para que revelaran los secretos que la Virgen les confió. Ofrecieron sacrificios como de dejar de beber agua a pesar de una sed tremenda del verano caluroso, o ponerse una especie de cilicio, o padecer pacientemente los dolores de las enfermedades fatales que causaron su muerte.

Los sacrificios de los niños son una parte esencial de su santidad juvenil. El privilegio que tuvieron estos dos niños de ser testigos de la aparición de la Virgen es algo inalcanzable para muchos de nosotros. Ni hace falta que veamos fenómenos extraordinarios para llegar a ser santos. Algo hicieron los niños que es digno de emulación, y que es alcanzable a la gente común: sacrificio y oración.