Locales

La Misa Crismal

El Martes Santo, monseñor Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn, celebró la Misa Crismal en la Concatedral de San José. En esta liturgia, en la que participaron los obispos auxiliares así como numerosos sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos y fieles laicos, monseñor DiMarzio consagró el santo crisma y bendijo el óleo de los catecúmenos y el óleo de los enfermos. El crisma —que da nombre a la Misa Crismal— se usa en los bautizos, las confirmaciones y las ordenaciones de sacerdotes y obispos.

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Monseñor Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn, consagró el santo crisma y bendijo los santos óleos. Foto: Jorge I Domínguez-López

La Misa Crismal se celebra usualmente el Jueves Santo, pero por razones pastorales se puede celebrar en los días previos de la Semana Santa. Es una celebración que sustenta la labor sacramental y pastoral de la Iglesia, pues además de la consagración del crisma, ese día los sacerdotes renuevan su consagración a Cristo y a su Iglesia.

La Misa Crismal es un momento eclesial por excelencia: allí se reúne el obispo con su presbiterio y los fieles para dar continuidad a la labor de la Iglesia en esa diócesis. Es el momento del año litúrgico en el que la diócesis, con su obispo a la cabeza, se compromete a seguir anunciando el Evangelio y administrando los sacramentos.

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Más de 250 sacerdotes de la diócesis participaron en la Misa Crismal. Foto: Jorge I Domínguez-López

La homilía de monseñor DiMarzio estuvo dirigida especialmente a los sacerdotes. Les dijo: “¿Cuáles son los elementos que constituyen la vida espiritual? Para todos nosotros los cristianos, y especialmente para nosotros los sacerdotes, que estamos llamados a ser hombres de Dios, la oración pública y privada es esencial. La oración pública se practica en la administración de los sacramentos, y de manera especial en la Eucaristía. La oración privada, o la meditación, es también esencial. Podemos decir que la vida espiritual es como una casa cuyo resistente cimiento de concreto es la Eucaristía”.

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En la misa, celebrada por monseñor DiMarzio, participaron los obispos auxiliares y numerosos sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos y laicos. Foto: Jorge I Domínguez-López

El diácono Jorge Castillo, junto a más de trescientos sacerdotes y diáconos, participó en la Misa Crismal de nuestra diócesis. Tras la misa nos dijo: “Como el diaconado es la primera de las ordenes sagradas, es un privilegio compartir con todos los clérigos una misa tan profunda y llena de señales que nos unen; y renovar mi obediencia al obispo y el servicio a la feligresía”. Hay una idea que, como diácono, conmueve al Sr. Castillo: “Mis manos sirven de «altar» para sostener el vino que, a través de la oración de la consagración, se convierte en la Sangre de Nuestro Señor que se derrama por nosotros cada vez que participamos de la sagrada Eucaristía”.