Biblia

La pila del agua bendita

“En esta pila no hay agua”. Éste era el comentario de una señora al salir de misa. “Es que ahí lavaban las agujas de las drogas”. Contestaba otra. Diálogo que posiblemente ocurra en más de una parroquia.

Pero, creo que ésta es la pregunta debería hacerse: ¿Para qué sirve el agua en la pila de la puerta de la iglesia? Porque si no tiene importancia, se suprime y se acabó el problema. Sin embargo, la respuesta no es tan clara. En ocasiones vemos a los sacerdotes asperjar, o sea echar agua, para bendecir a la gente. Si usted ha asistido últimamente a un bautizo habrá visto reaccionar al beber al caerle agua sobre su cabecita. Más sorprendente todavía puede parecer la majestuosa ceremonia del agua en la Vigilia de Sábado Santo en todas las parroquias del mundo.

La conclusión es clara, el agua es un elemento importante en la liturgia de la Iglesia Católica.

No nos queda otro camino que consultar la Biblia para descubrir cuál ha sido el papel del agua. Ya en los primeros versos del Génesis nos dice: “El Espíritu revoloteaba sobre las aguas”. Y más adelante habla de “las aguas de arriba y de las aguas de abajo”. De la separación de las aguas para la formación de los continentes, de los cuatro ríos que inundaban las tierras secas el próximo oriente. No podemos olvidar el castigo de Dios con las aguas del diluvio. Infinitas menciones más de agua se encuentran en la Biblia.

Pero nos podemos fijar en un par de hechos importantes en la historia de la salvación. Según el Éxodo, el pueblo fue salvado de las tropas del faraón al cruzar el Mar Rojo. Israel recordará por siempre este acto salvador de Dios a través de las aguas. En la liturgia del templo de Jerusalén darán gracias al Señor por la victoria de las aguas. Los salmos cantan sin cesar la victoria del Mar. Curiosamente, la Iglesia guarda la memoria de este acontecimiento al bendecir cada año el agua que se usará en los bautizos. Y nos recuerda que el agua, como lo fue al cruzar el mar, es símbolo de salvación. Habría que poner un cartel diciendo, “agua bendita es salvación”. Y cada acto realizado con agua es salvador.

Entre otras mil escenas del agua en el texto sagrado, hay una singular. Fue junto al pozo de Jacob. Era un mediodía caluroso. Jesús está sediento y pide agua a la samaritana. Ella, con el caldero en la mano, queda sorprendida por la petición del judío. El diálogo versa sobre el agua. No podía ser de otra manera. Pero él, sin tener caldero, habla de otra agua. Ella no entiende. Jesús como buen maestro tiene que explicar con palabras misteriosas: “Si supieras quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría”.

¡Ay, si la gente supiera! ¡Si la gente supiera que el agua es el símbolo de salvación! ¡Si supiera que la Iglesia no puede abandonar ese símbolo, porque es el recuerdo del agua viva! ¿Lo sabe usted?