Columna del Obispo

Misericordiosos como el Padre

Carta pastoral de monseñor Nicholas DiMarzio

El Año de la Misericordia
(12 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016)

Introducción

Desde el Vaticano II, los papas han proclamado insistentemente la doctrina de la misericordia. El papa Juan XXIII, el 11 de octubre de 1962, en el discurso de apertura del Concilio Vaticano II, dijo refiriéndose a la Iglesia, que “la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina en lugar de renovando condenas”.

El papa Pablo VI, quien concluyera las labores del Concilio Vaticano II, habló sobre la misericordia en su primera carta apostólica, Evangelii Nutiandi (El anuncio del Evangelio), el 8 de diciembre de 1975, cuando afirmó: “Este reino y esta salvación —palabras clave en la evangelización de Jesucristo— pueden ser recibidos por todo hombre, como gracia y misericordia; pero a la vez cada uno debe conquistarlos con la fuerza, «el reino de los cielos está en tensión y los esforzados lo arrebatan», dice el Señor”.

San Juan Pablo II, en su encíclica Dives in misericordia (Rico en misericordia) pone en claro que la misericordia de Dios es clave para entender nuestra relación con Él .Jesucristo nos revela al Padre y, siendo el Hijo, nos permite conocerlo.

El papa Benedicto XVI, en un discurso a los peregrinos en Roma en 2008, afirmó: “La misericordia es en realidad el núcleo del mensaje del Evangelio; es el nombre de Dios mismo, el rostro con que se manifiesta en el Antiguo Testamento y luego plenamente en Jesucristo, la encarnación del amor redentor y creador”.

Y, finalmente, el papa Francisco profundiza el concepto de misericordia desarrollado por sus predecesores en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del evangelio), publicada el 24 de noviembre de 2013, cuando nos dice: “La salvación que Dios nos ofrece es obra de su misericordia. La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio”.

Contamos con un gran caudal de reflexiones sobre el concepto de la misericordia. El cardenal Walter Kasper, prelado y teólogo alemán, en su libro La misericordia. Clave del evangelio y de la vida cristiana, concluye: “Debemos describir la misericordia como el atributo fundamental de Dios Todopoderoso. La misericordia no es sólo uno de los atributos de Dios, sino que debe ser considerada como la esencia y el centro de todo lo que Dios es”. Con esta afirmación, el cardenal Kasper se hace eco de las palabras de Benedicto XVI.

El Año del Jubileo:
De la Fiesta de la Inmaculada Concepción en 2015
a la Fiesta de Cristo Rey en 2016

Al hacer el anuncio del Jubileo Extraordinario de la Misericordia en la bula El rostro de la misericordia, el papa Francisco nos recuerda que la misericordia y la justicia no tienen el mismo valor. No, la misericordia tiene precedencia.

El papa Francisco cita las palabras de Santo Tomás de Aquino: “Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia.”

El lema del Santo Padre, Miserando atque eligendo (“Lo miró con misericordia y lo eligió”), es una descripción del llamado a san Mateo en el Evangelio. Jesús lo mira con misericordia y lo llama a ser su discípulo.

 Para nosotros es difícil  entender la misericordia. Las parábolas de la misericordia que leemos en el Evangelio de Lucas nos ofrecen la mejor explicación de la misericordia del Padre.

El retorno del hijo pródigo, el hermosísimo cuadro de Rembrandt, es una buena explicación de la parábola, de cómo debemos entender esta extraordinaria enseñanza de Jesús. En el cuadro de Rembrandt, vemos a un padre ante el que se halla arrodillado su hijo, con una sandalia en un pie y el otro pie descalzo. El rostro del padre resplandece de alegría. Sin embargo, hay otras tres figuras en el cuadro. El hermano mayor observa la escena con una expresión de severidad, como un juez. Es obvio que no está alegre del perdón que el padre ofrece al hijo pródigo.

Está allí también un sirviente esperando las órdenes de su amo para preparar el banquete que ofrecerá al hijo pródigo. Al fondo, en la penumbra, se ve una mujer, probablemente la madre del hijo pródigo, que pide a su esposo que tenga misericordia para su hijo. Hay otra manera de entender este retrato de la misericordia; la mujer que aparece en el cuadro puede ser vista como la Madre de Dios, la Madre de la Misericordia, María, nuestra madre del cielo, siempre pendiente de los más necesitados de misericordia.

De hecho, en casi todas las pinturas y esculturas de María con el Niño Jesús en brazos, la Virgen aparece mirando hacia la izquierda, no sólo a su hijo, sino a los pecadores que están a la izquierda, como se nos dice que estarán en la escena del Juicio Final: las cabras a la izquierda y las ovejas a la derecha. Sí, la Madre de la Misericordia es esencial para que la Iglesia sea una verdadera madre.

El lema de mi escudo episcopal es “¡He ahí a tu madre!”, que son las palabras que Jesús desde la cruz le dice a san Juan refiriéndose a su madre, la Virgen María. En un sentido más profundo, la frase también significa que la Iglesia es nuestra madre y que nos acercamos a ella buscando el amor y la misericordia de Dios; el amor misericordioso de una madre que cuida de nosotros y de un padre que nos perdona.

Dios constantemente nos muestra su misericordia. Jesús nos dice que Dios quiere misericordia, no sacrificios, y por eso nosotros estamos llamados a mostrar a los demás la misericordia de Dios.

La parábola del Buen Samaritano quizás es la que mejor nos lo demuestra. El caminante que muestra misericordia hacia el extranjero herido es el samaritano, él es el héroe de la parábola. Y por eso estamos llamados a practicar siempre la misericordia. Esto, además, nos hace reflexionar y contemplar el amor que Dios tiene por nosotros, sus hijos.

Los invito a leer el documento del Santo Padre el papa Francisco, Misericordiae Voltus (El rostro de la misericordia), con el que proclamó el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, pues ofrece muchos temas para la reflexión.


w2.vatican.va/content/ francesco/es/bulls/documents/papa-francesco_bolla_20150411_ misericordiae-vultus.html


La celebración en nuestra diócesis

Quiero explicar cómo celebraremos el Jubileo de la Misericordia en nuestra diócesis, en Brooklyn y Queens, y qué eventos han marcado y marcarán esta celebración. (www.dioceseofbrooklyn.org/ yearofmisericordia)

En primer lugar, el 13 de diciembre de 2015, Tercer Domingo de Adviento, tuvimos la bendición de la Puerta Santa en seis iglesias de nuestra diócesis:

• Catedral Basílica de St. James, Brooklyn

• Concatedral de St. Joseph, Brooklyn

• St. Thomas Aquinas, Flatlands

• Basílica Regina Pacis, Bensonhurst

• Our Lady of Mount Carmel, Astoria

• Santuario St. Gerard Majella, Hollis

La Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en Roma sólo se abre en los años de jubileo. Es una tradición que comenzó el papa Martín V en 1423, para conceder gracias especiales a quienes fueran como peregrinos a Roma. En nuestra diócesis se han designado Puertas Santas en Brooklyn y Queens, que serán para nosotros los lugares donde podremos ganar las indulgencias del Jubileo.

¿Qué es una indulgencia? La indulgencia presupone un propósito de conversión, una búsqueda activa de misericordia y perdón. El papa Francisco, en su proclamación del Jubileo nos dice: “Indulgencia es experimentar la santidad de la Iglesia que participa a todos de los beneficios de la redención de Cristo, para que el perdón sea extendido hasta las extremas consecuencias a la cual llega el amor de Dios. Vivamos intensamente el Jubileo pidiendo al Padre el perdón de los pecados y la dispensación de su indulgencia misericordiosa”.

La indulgencia nos recuerda que si no hemos realizado la penitencia necesaria para reducir el tiempo que tendríamos que esperar para llegar a la presencia de Dios después de la muerte, podemos abreviar esa espera a través de las penitencias e indulgencias que ganemos en la Tierra.

Sí, Dios es un padre indulgente. Derrama sobre nosotros su misericordia y su perdón. Aprovechemos la oportunidad que nos ofrece este Jubileo de la Misericordia para cambiar y convertirnos realmente; cambiar nuestra actitud y nuestro modo de actuar, ser más misericordiosos con los demás y estar más dispuestos a aceptar la misericordia de Dios.

Las indulgencias no se compran ni eliminan mágicamente el sufrimiento causado por el pecado. Sin embargo, las indulgencias son señales claras del amor de Dios, cuya justicia está siempre acompañada de su abundante misericordia. Recordemos la espléndida frase de Shakespeare en El mercader de Venecia: “La clave de la misericordia es que no sea forzada”.

Dios, a través de su Iglesia, nos ofrece muchas oportunidades de obtener su perdón. En primer lugar, por la conversión interior, y luego por la confesión exterior de nuestros pecados a un sacerdote, como ha sido durante siglos la tradición de la Iglesia.

He pedido a cada parroquia que durante este año se ofrezca una hora adicional de confesiones cada semana. Además, nuestro Santo Padre el papa Francisco ha pedido que los obispos participen en los servicios penitenciales para los fieles. Tengo por costumbre participar en los servicios penitenciales de Adviento y escuchar confesiones el Lunes de Reconciliación en la Cuaresma. Durante el Jubileo de la Misericordia, buscaré otros momentos para escuchar confesiones de los fieles de Brooklyn y Queens, y les pediré a los obispos auxiliares de la Diócesis que escuchen confesiones de los fieles en diversas parroquias.

No podemos olvidar que todos los sacramentos — no sólo el sacramento de la reconciliación— son medios para recibir la misericordia de Dios. Es claro que el sacramento de la Eucaristía es esencial para nuestra vida como cristianos católicos. Desafortunadamente, en los años recientes hemos visto una disminución en la cantidad de personas que asisten regularmente a misa los domingos. En lugar de participar en la Eucaristía semanalmente, muchas personas van a la misa dominical sólo una o dos veces al mes. Debemos animar a los fieles a valorar más plenamente el tesoro que es la Eucaristía y a participar más frecuentemente en misa para recibir la gracia y la misericordia que son la medicina divina que cura nuestras almas.

La Cuaresma de este año será muy especial en la vida de la Iglesia, será un “momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios” (Par. 17, Misericordiae Vultus). El papa Francisco ha pedido que el jueves y el viernes de la cuarta semana de Cuaresma participemos en una iniciativa llamada “24 horas para el Señor”. Durante el Año de la Misericordia, los primeros viernes de mes en marzo, abril, mayo, junio, octubre y noviembre se celebrará una Adoración Eucarística de 24 horas en la iglesia que se elija para ese propósito. Pronto tendremos más información sobre estas jornadas de Adoración Eucarística.

Peregrinaciones

El Año Santo es un tiempo especial en el que se nos llama a realizar peregrinaciones. El ser humano ha sido a veces denominado homo viator, es decir, “persona que viaja”. Las peregrinaciones son una manera muy antigua de ir al encuentro del Dios vivo.

Las peregrinaciones forman parte de muchas tradiciones religiosas diferentes y son una manera de abandonar nuestra vida cotidiana para ir hasta lugares donde podemos hallar de un modo especial la gracia y la misericordia de Dios. En nuestra propia Diócesis y en nuestro país hay muchos sitios de peregrinación. La peregrinación no tiene que ser de larga duración ni abarcar grandes distancias. Se trata de dedicar un tiempo a estar más cerca de Dios misericordioso.

Las puertas de los templos elegidos para el Jubileo de la Misericordia son umbrales que nos recuerdan nuestra condición de pueblo peregrino, un pueblo que viaja unido hacia el abrazo de Dios en la eternidad. A través de todas las épocas, los cristianos han hecho peregrinaciones que nos unen en nuestro camino en la Tierra, pero que también nos anuncian nuestro destino, que es el cielo. Animo a todos a hacer peregrinaciones individualmente o con sus familias o sus grupos parroquiales a las seis iglesias de nuestra diócesis que hemos designado como sitios de peregrinación para el Año Santo.

Del 25 al 31 de julio de 2016, se celebrará en Cracovia, Polonia, la Jornada Mundial de la Juventud. Monseñor Witold Mroziewski y monseñor Octavio Cisneros, obispos auxiliares de la diócesis, y yo, participaremos con los jóvenes de Brooklyn y Queens en esta peregrinación.

En septiembre de 2016, encabezaré la peregrinación diocesana a Asís y Roma y a Tierra Santa para recorrer los lugares donde el Redentor se encarnó y donde, a través de su Iglesia, Él sigue dispensando su gracia y su misericordia.

La peregrinación al Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción, que se realizará el sábado 25 de octubre, tendrá también un carácter muy especial, pues iremos todos a pedir la intercesión y guía de nuestra Madre de la Misericordia.

Por último, en fecha que aún está por determinarse, la diócesis patrocinará una peregrinación al Santuario Nacional de la Divina Misericordia en Stockbridge, Mass., un lugar donde a través de la intercesión y la experiencia de santa Faustina, el Evangelio de la Misericordia ha tocado muchos corazones. En todas estas peregrinaciones se pueden obtener indulgencias.

Otros medios para celebrar el Jubileo de la Misericordia

El domingo 27 de diciembre de 2015, que fue el Domingo de la Sagrada Familia del Año de la Misericordia, comenzamos el segundo año de nuestro Plan Diocesano de Evangelización y Renovación de tres años que lleva por título “La alegría del encuentro con Cristo: La esperanza de la familia”. En el sitio web de la diócesis (www. dioceseofbrooklyn.org) pueden leer todos los detalles del plan y sus seis objetivos esenciales.

Los ocho temas catequéticos del Jubileo de la Misericordia y los eventos que hemos planeado aquí en la Diócesis de Brooklyn como parte de nuestro plan de evangelización han sido definidos y organizados con el fin de ayudar a las parroquias, las familias y las personas a crecer en la fe y a tener un encuentro más auténtico con Cristo. Estos son los ocho temas catequéticos :

Celebración la misericordia Salmos de misericordia Parábolas de misericordia

La misericordia en los Padres de la Iglesia

Los santos de la misericordia Misericordia en las enseñanzas del Papa

Obras corporales y espirituales de misericordia

La confesión: el sacramento de la misericordia

Aunque en cada evento de la Escuela de Evangelización se abordarán los temas del Jubileo de la Misericordia, hay uno que se destaca particularmente. El Congreso Anual de la Evangelización, que fue el evento catequético central del Jubileo de la Misericordia, se celebró el sábado 30 de enero de 2016, en el Immaculate Conception Center, Douglaston, de 8 a.m. a 3 p.m. El tema del congreso, “Celebrar la misericordia”, se presentó en diversos talleres.

Además, durante el Año Jubilar de la Misericordia, comenzaremos un proceso de renovación espiritual de tres años basado en grupos pequeños y llamado LEVÁNTATE. Se ofrecerá en nuestras parroquias en inglés, español y creole, y posiblemente en otras lenguas también.

El programa, que ofrece RENEW International en Estados Unidos y otros países del mundo, consiste de cinco temporadas durante tres años, con cinco sesiones en cada temporada. Próximamente se ofrecerá más información sobre este programa. Ya hay 20 párrocos que durante las sesiones preparatorias se comprometieron a implementar el programa en sus comunidades. Los invito a todos a integrarse a uno de estos grupos para así tener la oportunidad de compartir su experiencia de fe.

Un tributo a la misericordia

Hay otra área que tendremos especialmente presente durante este Año de la Misericordia: el Tribunal de la Diócesis de Brooklyn. El Santo Padre publicó recientemente un decreto encaminado a facilitar el proceso de nulidad matrimonial. Se ha reducido el período necesario para demostrar que existen razones sólidas para declarar inválido un matrimonio.

El proceso de nulidad matrimonial no es un divorcio. De hecho, antes de obtener una declaración de nulidad se debe realizar el divorcio civil. La nulidad establece que el matrimonio realizado nunca tuvo carácter sacramental (para los católicos) o validez (para los no católicos) pues no reunía los requisitos necesarios en relación con el consentimiento o la actitud de las personas que lo contrajeron.

La indisolubilidad del matrimonio ha sido reafirmada por el reciente Sínodo de la Familia, a la vez que reconoció que muchas personas que se han divorciado y se han vuelto a casar desean participar en la vida de la Iglesia, pero se sienten excluidas de la misericordia y el perdón de Dios.

El Tribunal Diocesano hace esfuerzos por simplificar sus procesos y, como siempre, ofrece la anulación con cargos mínimos o sin cargo alguno a las personas que no pueden hacer las donaciones necesarias para sufragar el trabajo administrativo que el proceso requiere.

La obras de misericordia

El Año Jubilar, este Año de la Misericordia, nos recuerda nuestro deber de mostrar la misericordia a nuestros hermanos. Muchos de nosotros aprendimos en el Catecismo de Baltimore sobre las obras de misericordia corporales y espirituales y cuán importantes son para nuestra vida cristiana.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña lo siguiente: “Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios”.

Durante el Jubileo de la Misericordia, les propongo que hagamos una colecta especial para ayudar a los refugiados del Medio Oriente y de África, que representan un reto para las organizaciones de ayuda a los refugiados. Antes de que termine el Jubileo de la Misericordia pudiéramos tener la oportunidad de ayudar directamente a familias de refugiados en las parroquias de nuestra diócesis en Brooklyn y Queens.

A pesar del clima actual de exacerbación de temores y preocupaciones por la seguridad, sé por experiencia personal —pues fui director del programa de reasentamiento de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos—, que el proceso de identificación al que se somete a las familias de refugiados es más que suficiente para proteger a nuestra nación de la infiltración de terroristas.

Hay muchas maneras prácticas de realizar obras corporales y espirituales de misericordia. Buscar diferentes maneras de realizarlas durante este año nos permitirá mostrar el rostro de la misericordia a nuestros hermanos.

Conclusión

El Año Santo, este Jubileo Extraordinario de la Misericordia, nos ofrece la posibilidad de remar mar adentro para adentrarnos en la profundidad de la misericordia de Dios. Nosotros no somos capaces de imaginar el amor que Dios nos tiene, y que nos muestra en su misericordia. Durante este Año de la Misericordia, estamos llamados a reconocer al Padre misericordioso como nuestro padre del cielo y a llevar la buena nueva a nuestros hermanos.