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Monseñor Octavio Cisneros visita Ecuador

El pasado 16 de abril se registró en Ecuador un terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter, dejando un total de 691 personas fallecidas, 248 desaparecidas y 6277 heridas según cifras de la Secretaría de Gestión de Riesgos del Ecuador.

Durante la última semana de junio y la primera de julio, monseñor Octavio Cisneros, obispo auxiliar de Brooklyn, visitó las zonas afectadas por el sismo en Ecuador. “La visita fue un momento de poder compartir con la Iglesia de la Arquidiócesis de Puertoviejo. Tuve la oportunidad de quedarme con monseñor Lorenzo Voltolini, arzobispo de Puertoviejo, quien muy amablemente dedicó mucho tiempo para que yo pudiese ver y visitar las diferentes áreas que resultaron más afectadas por el terremoto de hace cuatro meses”, comenta monseñor Cisneros.

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(Foto: Monseñor Octavio Cisneros)

El obispo auxiliar de Brooklyn visitó ciudades como Portoviejo y Manta y otras al norte del país, allí, monseñor Cisneros, pudo comprobar que aún hay partes de las ciudades a las que no se puede ingresar por el peligro de que los edificios puedan caerse.

“En una de las ciudades que estuve tuvimos que entrar con la policía porque no está permitido ingresar, parecía una ciudad fantasma, además tuvimos que ponernos unas caretas para poder respirar y prevenir cualquier infección”, recuerda monseñor Cisneros.

Durante su recorrido monseñor Cisneros pudo ver que a cuatro meses de la tragedia, todavía hay personas que duermen en tiendas de campaña. El vicario diocesano para Asuntos Hispanos también tuvo la oportunidad de ver como algunas parroquias quedaron destruidas. “Parte de la Catedral no se puede usar porque hay posibilidad de que se desplome”, dice monseñor Cisneros.

“Estuve en iglesias que estaban totalmente destruidas, algunas eran cuatro paredes, sin techos ni ventanas, todo ha sido destruido, pero al mismo tiempo que vi esta destrucción, también vi el espíritu del pueblo ecuatoriano allí presente”, destacó monseñor Cisneros, quien resaltó la labor de los sacerdotes en esas ciudades. “Un gran testimonio son los sacerdotes que están con estas comunidades, acompañándolos día y noche, estando presente y haciendo todo lo mejor que pueden ayudando a su comunidad. Fue para mí un ejemplo del ministerio sacerdotal, lo mismo que las religiosas, aunque no estuve mucho tiempo con ellas. Las que pude ver, ellas mismas sin convento, porque se les había caído la casa, pero desde una tienda de campaña haciendo todo lo posible, unas religiosas completamente dedicadas al pueblo”.

“…vi el espíritu, la alegría
y la fe de ellos…”

A pesar de la tragedia, monseñor Octavio Cisneros pudo ver la esperanza de sus habitantes. “Fui a una parroquia donde estaban unos jóvenes y vi el espíritu, la alegría y la fe de ellos, todos esos momentos también son momentos esperanzadores porque si bien vi toda esa destrucción, también vi un ánimo de reconstrucción o, mejor dicho, de resurrección de una nueva vida en medio de ese dolor”.

Lo visto por monseñor Cisneros sirve como lección de vida porque cuando muchos pierden la fe y la esperanza, otros renuevan sus creencias. “La fe se renueva en estos momentos difíciles cuando la cruz se hace muy presente es cuando uno reflexiona sobre Dios y encuentra una vez más esa fortaleza que nos da Él, quien es el único que nos la puede dar”, concluye monseñor Cisneros.

Edificio destruido
(Foto: Monseñor Octavio Cisneros)