Biblia

Sagrado Corazón

UN MUCHACHO COMENTABA: “Mi madre siempre va a comulgar con una cinta roja en la que cuelga la medalla del Sagrado Corazón”. Aunque la quería y la admiraba por ser tan religiosa, él no entendía lo importante que era para su madre llevar en la medalla un corazón. No es un caso único ni extraño, pues más de una persona ha criticado esta devoción por, como dicen groseramente, “adorar un músculo” del cuerpo.170601 Sag Corazon

No pretendo ser juez en esta polémica. Pero en cierto modo me extraña. O, ¿no recuerdan la fiesta de san Valentín, cuyo símbolo es el corazón? Los novios se regalan un collar o unos pendientes con un corazón de plata o de oro. Se felicita la fiesta del amor con unas tarjetas llenas de corazones. Los niños disfrutan con corazones de chocolate. Los esposos lo celebran con dos corazones entrelazados. Todos están satisfechos y contentos con mostrar con un corazón el cariño que se profesan. El corazón es el símbolo del amor.

Dios nos muestra su amor desde que nos entrega el Jardín del Edén hasta la cruz del Calvario, donde el corazón de Cristo es atravesado por una lanza. Pero recorriendo la Historia de la Salvación, se pueden descubrir unas expresiones de amor conmovedoras, como las siguientes.

Para indicar la liberación de Egipto, Él compara su amor por el pueblo de Israel con la ternura del pájaro con sus polluelos: “A ustedes los llevé sobre alas de águila para traerlos hacia mí”.

En la gran ceremonia del Sinaí manifiesta su predilección por el pueblo y le impone la ley del amor: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”. El profeta Amós explica el cariño de Dios hacia su pueblo en relación del padre amoroso: “Cuando Israel era niño, yo le amé y le tomé en mis brazos”.

Yahvé, nuestro Dios, defiende apasionadamente su amor maternal hacia nosotros: “¿Puede una mujer olvidar a su pequeñuelo, hijo de sus entrañas? Aunque esta se olvidare, yo no me olvidaré de ti”.

La prefiguración simbólica de la amistad en el Antiguo Testamento se convierte en luz meridiana del amor de Cristo. Así lo manifiestan los evangelios.

En el relato de la resurrección de Lázaro. Jesús rompió a llorar. Los judíos decían: “¡Miren cómo lo amaba!”

Destrozado por los látigos y su corona de espinas, sin embargo muestra su sensibilidad camino al calvario. “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos”.

Se siente dolorido por el amor a su ciudad, cuando dice: “¡Jerusalén, Jerusalén, qué bien matas a los profetas! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas!”

San Juan en su evangelio nos habla del discípulo a quien Jesús amaba. San Pablo se queda sobrecogido por la profundidad del amor de Cristo, por el excesivo amor con que nos amó.

Este amor de Dios no es cosa del pasado, pues como repite el salmo 27 veces: “su amor perdura para siempre”.

Si el día de san Valentín el símbolo del amor es el corazón, todo el amor de Dios en la Biblia queda reflejado maravillosamente en el Corazón de Jesús traspasado por una lanza romana.

¿Había pensado usted que el Corazón de Jesús representa el amor que nos tiene el Señor?