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Se despide el 2015 sin reforma migratoria

Limbo migratorio de tiempos eleccionarios

Unos dieron marcha atrás a sus esfuerzos, otros simplemente se limitaron a condenar o se unieron a la voz incendiaria de Donald Trump que ha impulsado a diestra y siniestra la idea de cerrar las fronteras y deportar a los más de 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en este país.

El hecho es que el 2015 se va sin una reforma migratoria integral y el 2016 llega sin esperanzas de que los líderes políticos de Washington se sienten a discutir y lleguen a una solución para reconstruir el disfuncional sistema inmigratorio que hoy por hoy tiene dividido al país. Y es que la atención de los constituyentes está centrada en los comicios presidenciales del próximo noviembre y los funcionarios electos parecen no tener otra prioridad que no sea la elección del futuro inquilino de la Casa Blanca.

Del lado republicano, el efecto Trump puso freno a los esfuerzos de dos jóvenes legisladores clave del partido que anteriormente habían luchado por alcanzar un acuerdo de reforma bipartidista en el Congreso.

El representante de Wisconsin, Paul Ryan, y el senador de la Florida, Marco Rubio, habían conquistado las simpatías del frente activista pro inmigrante por su liderazgo: Rubio por impulsar una propuesta en el Senado y Ryan por tratar de hallar una solución legislativa en la cámara baja.

En el caso de Paul Ryan, lograr convertirse en el nuevo presidente de la Cámara de Representantes tuvo su costo: asegurarle a la derecha de su partido que no propulsaría una legislación para una reforma migratoria mientras Barack Obama estuviera en la Casa Blanca, siguiendo la lógica de que el presidente había pasado por alto al Congreso al emitir una orden ejecutiva para limitar las deportaciones.

“Sería inútil aprobar una reforma integral durante su mandato”, escribió el mes pasado Ryan en un artículo de opinión en USA Today, añadiendo que cualquier propuesta futura tendría que enfatizar la seguridad fronteriza y la aplicación de leyes migratorias en el interior de Estados Unidos.

Por su parte, el precandidato Marco Rubio pareció desvincularse de la propuesta migratoria bipartidista del Senado de la cual fue coautor hace dos años. Rubio señaló que había llegado a la conclusión de que una reforma integral como la que ayudó a escribir no es la vía a seguir. “La única manera de avanzar es a través de una serie de medidas que comienzan con la seguridad fronteriza”, dijo el mes pasado durante el programa Good Morning America de la cadena ABC.

Según analistas políticos, esta propuesta habría sido censurada y catalogada como una “amnistía” por la derecha republicana.

El revés de Ryan y Rubio podría achacarse a una campaña presidencial dominada por Trump. Las declaraciones antiinmigrantes del magnate han sido acogidas con entusiasmo por un gran número de votantes, empujando a muchos republicanos hacia esta posición.

Los pocos que se oponen a él han sonado su voz de alarma, advirtiendo que el partido necesita un candidato que logre recuperar a los votantes latinos. “Si no hacemos algo sobre la reforma inmigratoria y la gente anda por ahí diciendo que son violadores y asesinos, obviamente la reacción de la comunidad hispana será muy negativa”, dijo el senador John McCain ante los medios en Washington.

El gobernador de Ohio, John Kasich, y Jeb Bush, se limitaron a decir que es “imposible” deportar a los 11 millones de indocumentados que residen en el país, como propone Trump. “No se puede echar a los inmigrantes. Es imposible y no va con los valores de Estados Unidos. En la campaña de [Hillary] Clinton se frotan las manos cuando tenemos este debate”, aseguró Bush en el cuarto debate. Sin embargo, los números de las encuestas no parecen favorecerlo.

Por su parte, la candidata demócrata Hillary Clinton simplemente cataloga como “absurdas” las propuestas de inmigración del partido que ahora llama “ReTrumplicano”, haciendo referencia a la influencia que la retórica antiinmigrante de Trump ha tenido en el resto de republicanos.

“Los candidatos republicanos se están poniendo nerviosos al ver la popularidad de Trump en las encuestas y creen que deben de posicionarse de una forma más conservadora en temas migratorios para poder ganar las primarias”, explicó a la agencia noticiosa EFE Gabriel Sánchez, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Nuevo México.

Sánchez es coautor de una encuesta realizada por la agencia Latino Decisions para la organización America’s Voice que muestra que los  candidatos pierden de vista que el republicano que quiera ganar la Casa Blanca en 2016 necesitará conquistar el 47 % del voto latino, la cifra más alta de la historia.

Conforme concluyan las primarias, asegura Sánchez, el candidato republicano deberá o bien retirar sus comentarios antiinmigrantes o explicar cómo va a financiar la construcción de un gran muro en la frontera con México, idea lanzada por Trump y apoyada por el senador Marco Rubio.

La reforma y el sueño de millones de inmigrantes quedan en el limbo de un año de elecciones y de sorpresas políticas nunca antes vistas en este país. Los analistas aseguran que el voto latino será determinante para alcanzar la Casa Blanca.