Jóvenes de valor

Suelta la cubeta

¿TE CUESTA SOLTAR TU PASADO? ¿Sientes que tus errores te han afectado al punto de querer huir y esconderte? ¿Sabías que Dios te espera con los brazos abiertos aún conociendo tu pasado?

Jesús iba de camino a Galilea, pero nos dice Juan 4:4 que “tenía que pasar por Samaria”. Siempre que leo este versículo pienso en esa palabra: tenía. ¿Por qué Jesús, cual si fuera una obligación, “tenía” que pasar por Samaria?

Jesus y la samaritana, Jan Joest Van Kalkar (1450-1519). Foto: commons.wikimedia.org.

Regularmente los judíos evitaban pasar por Samaria para no tener contacto con los samaritanos, pero Jesús no evita a Samaria, sino que tenía que pasar por allí. Jesús no tenía ninguna necesidad, pues como todos bien sabemos Él andaba supliendo las necesidades de los demás, ¿por qué entonces tenía que pasar por Samaria?

Su necesidad no era geográfica, sino más bien espiritual. Jesús sabía que una mujer iba a pasar por el pozo de Jacob y Él se coloca en un lugar donde esta mujer no tendría otra opción que encontrarse con él. Nos sigue diciendo el evangelista que Jesús se sentó sobre el pozo (vs6), o sea, Jesús estaba sentado sobre aquello de lo cual Él quería liberar a la mujer.

La mujer solo iba al pozo a buscar agua, pero Jesús quería romper su dependencia del pozo y ofrecerle algo mejor: el agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna. La mujer no tenía idea de que ese día su vida cambiaría para siempre. Ella llega al pozo a mediodía. ¿Por qué a mediodía? Según la costumbre, las mujeres iban temprano en la mañana a buscar el agua para los quehaceres hogareños y además andaban en grupos.

No era usual ver una mujer sola caminado por las calles, pero esta mujer caminaba sola, ¿por qué? Esta mujer tenía un pasado escandaloso, prueba de esto es que Jesús le dice: si quieres de esta agua viva primero tráeme a tu esposo (vs16). Ella le contesta que no tiene esposo y Jesús le dice: “Bien has dicho que no tienes esposo. Es cierto que has tenido cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo” (vs17b-18).

Esta mujer al parecer estaba en busca de algo o alguien, pero su sed no había sido saciada en ninguna de sus relaciones y Jesús le ofrece una relación diferente, auténtica y eterna: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás” (vs13-14).

¿Y tú? ¿Quieres esta relación? ¿Quieres esta agua? Hoy Dios te ofrece llenar, sanar y saciar tu vida a pesar de tus errores del pasado. ¡Son buenas noticias! ¡Solo tienes que soltar la cubeta! (vs28) ¿Cómo se llama la cubeta o cántaro que estás tratando de llenar, pero por más que tratas no logras hacerlo? ¿La cubeta de tu familia? ¿El cántaro de tu corazón? ¡Hoy Dios te invita a soltarlo todo y a dejarte llenar por Él!

Es tiempo de volvernos de todo corazón a Dios y pedirle que nos llene con su agua bendita para que empecemos a vivir la vida de Dios en nosotros. Quizás sientes que tu pasado define quien eres, pero quiero decirte en este día que Dios, a pesar de tus errores, espera por ti sentado junto al pozo de tu dolor y tu depresión para llenarte y hacerte una criatura nueva.

¡Ánimo! Todos cometemos errores, pero cuando nos volvemos a Dios a través del sacramento de la reconciliación seremos perdonados, recibiremos la gracia que tanto necesitamos y nos llenaremos de su amor sobreabundante. ¡No sigas cargando con ese cántaro! ¡Suéltalo! La samaritana lo hizo y su vida cambió para siempre. ¡Hoy te puede pasar lo mismo a ti! Solo tienes que soltar el cántaro y recibir el agua viva. ¡Créelo!