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Una montaña rusa en el camino hacia la Casablanca

Parece tener al mundo político en su contra pero permanece hasta ahora intocable en la cima de la candidatura presidencial republicana. Luego de destronar al exgobernador de Florida y favorito Jeb Bush, derrotar al senador Marco Rubio en su propio estado y conquistar la victoria en el territorio sureño del país, Donald Trump parece ir desmantelando a su paso la tradicional estructura del partido republicano, colocándose en un sitial de preferencia electoral que tiene a muchos temblando.

“A final de cuentas, aunque nos sintamos decepcionados, no podemos permitirnos estar desalentados. Esto es especialmente una verdad porque el futuro de la América que amamos y el futuro de nuestra comunidad están en juego. Debemos permitir un tiempo de sanción de heridas, pero debemos hacernos el propósito de deshacer este cáncer en nuestro partido”, dijo la exsecretaria del tesoro Rosario Marín en su página de Facebook luego del anuncio de retirada de su candidato, Jeb Bush.

Pero quizás los republicanos no cuentan con tiempo necesario para detener a Trump. El senador de Carolina del Sur, Lindsey Graham dijo ante los medios que “ésta es una batalla por el corazón y el alma del partido. Trump los está destrozando a ambos”. Con estas declaraciones anunciaba su sorpresivo apoyo al senador Ted Cruz, en un llamado a salvar los “valores conservadores” del partido. Graham había señalado anteriormente que elegir entre Trump y Cruz era como elegir entre ser envenenado o ser baleado.

¿Quién podría frenar a Trump?

El senador Ted Cruz ha sido hasta ahora su rival principal, habiéndose anotado por lo menos ocho victorias, incluyendo la de su propio estado, Texas. Pero Cruz, alineado con el sector más extremo del Tea Party también se ha ganado la antipatía de la élite republicana.

Ante esto, el triunfo del gobernador John Kasich en su estado de Ohio podría ser la esperanza del aparato del partidoparadoblegaraTrump. Aunque el liderazgo reconoce que es imposible que Kasich logre superar en delegados a Trump, su estrategia se basa en evitar que el empresario consiga los delegados suficientes y forzar una convención abierta en Cleveland. Para asegurarse la nominación, son necesarios 1.237 delegados. Al cierre de esta edición, Trump contaba con 739 delegados, Cruz con 465 y Kasich con 143.

“El plan es ganar Ohio, y unos cuantos estados más, y así nadie tendrá delegados suficientes para obtener la nominación en la primera ronda”, dijo a ante las cámaras de Reuters el jefe de campaña de Kasich, John Weaver. Esto obligaría a los candidatos a buscar el apoyo de los delegados que quedan libres para votar por cualquiera de los tres candidatos restantes. La esperanza del aparato republicano es que en este proceso Trump quede eliminado.