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Los obispos en la frontera: Nuestras leyes y la compasión no son incompatibles

“Somos una nación de leyes, pero también somos una nación compasiva”. Esa fue la consigna de la visita que una delegación de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB por sus siglas en inglés) realizara al epicentro de la actual crisis migratoria, el área de Brownsville y McAllen en Texas, en la frontera con México.

El presidente de la USCCB, el cardenal Daniel N. DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston, fue el celebrante principal de la misa bilingüe celebrada este domingo en la mañana en la Basílica y Santuario Nacional de Nuestra Señora de San Juan del Valle en la ciudad de San Juan, Texas. Mons. Daniel E. Flores, obispo de Brownsville, predicó la homilía.

También concelebraron los otros miembros de la delegación: el obispo de Scranton, Pennsylvania, Mons. Joseph C. Bambera, y el obispo auxiliar de Rockville Centre, Nueva York, Mons. Robert J. Brennan. Mons. Raymundo Joseph Peña, obispo emérito de Brownsville, también concelebró la misa con los obispos visitantes.

Misa en la Basílica de Nuestra Señora de San Juan del Valle. Foto: Jorge I. Domínguez-López

En su homilía Mons. Flores comparó la visita de la delegación de obispos con la curación de la hija de Jairo que narra el evangelio de ese día. “¿Qué tipo de personas quiere el Señor? Quiere personas capaces de mirar de frente la realidad y responder a esa realidad. Él no decía, ‘Hoy no tengo tiempo para atenderte’. No decía, ‘Tú no estás en mi agenda, tu nombre no está en el calendario’”.

Más de 200 personas se congregaron en la basílica, que es el segundo santuario más visitado de los Estados Unidos después de la Basílica de la Inmaculada Concepción en Washington. Con casi un millón de católicos, Brownsville es la diócesis con mayor porcentaje de católicos respecto a su población general en Estados Unidos: 85 de los habitantes de la diócesis son católicos. Y también el 85 por ciento de los habitantes de la diócesis son hispanos.

Mons. Flores, obispo de Brownsville. Foto: Jorge I. Domínguez-López

Refiriéndose a la crisis migratoria que ha sido frecuentemente usada por ambos bandos para anotar puntos políticos, Mons. Flores recordó el aspecto humano del problema. Ese es el papel de la Iglesia, dijo. “Nosotros, como Iglesia, tenemos que ver la realidad tal como es, tenemos que ser los que proclamen, ‘Este crisis tiene un rostro humano, y ese rostro humano siempre nos remite a Cristo’. Si no lo decimos nosotros, ¿quién lo hará”?

En la tarde los obispos visitaron el Centro de Alivio Humanitario (Humanitarian Respite Center) de las Caridades del Valle del Río Grande. El lema del centro es “Restaurar la dignidad humana”.

El centro fue reciente trasladado a un pequeño edificio a tres cuadras de la Estación Central de McAllen, donde dejan a los inmigrantes después de ser detenidos y procesados por el U.S. Immigration and Customs Enforcement (ICE).

Brenda Nettles Riojas, la Directora de Comunicaciones de la Diócesis de Brownsville, explica que los solicitantes de asilo usualmente son detenidos por ICE en la frontera y enviados a centros de detención. Allí los procesan y les ponen los grilletes electrónicos en los tobillos. Posteriormente los llevan en autobuses y los dejan en la Estación Central de McAllen.

La mayoría no sabe que hacer en esa situación. Muchos tienen hambre y sed, han estado viajando durante semanas en condiciones muy duras. No hablan inglés y muchos de ellos no saben cómo sacar el pasaje de ómnibus o no tienen dinero para hacerlo. Los voluntarios del Respite Center van a la estación cuando llegan buses de inmigrantes y los invitan con a ir al centro. Allí les dan agua, comida y una muda de ropa si la necesitan. Además, pueden ducharse y descansar sobre esteras en el suelo, pues en el centro no hay camas por falta de espacio.

Tras dar la bienvenida a los obispos en el centro, la Hna. Norma le dijo al Cardenal DiNardo: “Eminencia, lo vamos a poner a trabajar”. Foto: Jorge I. Domínguez-López

A continuación los voluntarios los ayudan a sacar su pasaje de autobús para ir a la ciudad donde tienen familiares y amigos que los van a alojar. Pero la esencia de los esfuerzos del Respite Center es realmente “restaurar la dignidad humana”. Los inmigrantes son recibidos allí con aplausos, sonrisas y palabras de bienvenida en español. Es probablemente la primera vez que se siente bienvenidos en los Estados Unidos y tratados más como seres humanos en necesidad de ayuda que como un problema que habría que evitar a toda costa.

Hna. Norma Pimentel, directora ejecutiva de las Caridades Católicas del Valle del Río Grande. Foto: Jorge I. Domínguez-López

La Hna. Norma Pimentel, Directora Ejecutiva de las Caridades Católicas del Valle del Río Grande, es la principal impulsora de estos esfuerzos. Tras dar la bienvenida a los obispos en el centro, le dijo al Cardenal DiNardo: “Eminencia, lo vamos a poner a trabajar”. Y efectivamente, muy ponto todos los obispos visitantes estaban hablando con los inmigrantes recién llegados, escuchando sus historias y dándoles palabras de aliento, es decir, restaurando la dignidad humana.

El lunes 2 de julio, Mons. José H. Gómez, arzobispo de Los Ángeles y vicepresidente de la USCCB, se unió a la visita. Los obispos fueron ese día al centro de detención Casa Padre, donde están cientos de chicos separados de sus familias . El centro radica en una antigua tienda de Walmart. Mons. Gómez fue el celebrante en la misa que celebraron allí los obispos para unos 250 niños y adolescentes.

No se permitió a la prensa entrar Casa Padre con los obispos para la misa. Tras la visita, Mons. Gómez declaró: “Fue duro vera a los niños solos. Obviamente, cada domingo en misa tenemos muchos niños, pero están allí con sus padres y su familia. Pero fue una bendición también estar allí y darles un poco de esperanza”.

A 6:00 p.m. los obispos ofrecieron una conferencia de prensa en la Basílica de Nuestra Señora de San Juan del Valle para más de treinta reporteros de diferentes medios. Con el Cardenal DiNardo, Mons. Gómez y Mons. Flores como protagonistas, los obispos describieron una estrategia para enfrentar la presente crisis.

Conferencia de prensa de la delegación de obispos de visita en la Diócesis de Brownsville. De izquierda a derecha: Mons. Daniel E. Flores, obispo de Brownsville, Mons. José H. Gómez, arzobispo de Los Ángeles y vicepresidente de la USCCB; cardenal Daniel N. DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston y presidente de la USCCB, Mons. Joseph C. Bambera, obispo de Scranton, Pennsylvania, y Mons. Robert J. Brennan, obispo auxiliar de Rockville Centre, Nueva York. Foto: Jorge I. Domínguez-López

En primer lugar, los prelados clarificaron la intención de su visita a la Diócesis de Brownsville: “Nuestra visita es pastoral, es de carácter pastoral”, dijo DiNardo.

El Cardenal usó en tono conciliatorio al referirse a los organismos del gobierno federal y a las autoridades locales . Agradeció a la Diócesis de Brownsville, pero también a los funcionarios de ICE, por la colaboración para la visita y el acceso al centro de detención.

Y se refirió también al tacto y la colaboración que serán necesarios para resolver la crisis migratoria. “Todos tenemos que moderar nuestra retórica y sentarnos a conversar con respeto”, dijo el Cardenal. “En mi iglesia local hay muchísimas personas de fe muy tradicional e incluso muy conservadoras en política, pero que se conmueven igual al ver la situación de los niños inmigrantes”.

Mons. Bambera también se refirió a ese tema: “Cuando tienes la oportunidad de sentarte a conversar con una familia, las etiquetas políticas como ‘liberal’ o ‘conservador’ se desvanecen. Cuando hablas con alguien cuyo deseo más profundo no es aprovecharse de un país y apropiarse de todo lo que sea posible, sino simplemente dar de comer a sus hijos y criarlos en un lugar seguro, las etiquetas políticas se desvanecen”.

Luego los obispos propusieron pasos concretos para enfrentar la crisis. Aunque el tono fue siempre amigable, los obispos indicaron claramente que tenían un reclamo urgente y no negociable para las autoridades.

Inmigrantes en la Estación Central de Autobuses de McAllen, Texas. Foto: Jorge I. Domínguez-López

“Los niños que han sido separados de sus padres tienen que volver a su custodia”, dijo el Cardenal DiNardo. “Ese proceso ya ha comenzado —y nos alegramos de ello— pero no ha terminado y puede ser complicado, pero tiene que hacerse y es urgente. […] Somos una nación de leyes, pero somos también una nación compasiva. Sí, tenemos que reunir a los niños con sus padres, eso es absolutamente crucial”.

Y Gómez añadió: “No se trata de un asunto meramente político, es un problema humano”. Y más tarde dijo: “Queremos reclamar algo a esta administración, al Congreso: la reunificación de las familias. Eso es esencial para cualquier ser humano”.

Para el Cardenal, la búsqueda de soluciones a la crisis no debe centrarse en una confrontación con la Casa Blanca, sino en presionar al Congreso. “Tenemos que elevar peticiones al Congreso, tenemos que hablar con los congresistas, sin ofender, pero sí con pasión. Este problema hay que resolverlo. […] Y el lugar para resolverlo es el Congreso.

Mons. Flores, el líder espiritual de la comunidad católica del Valle del Río Grande, se refirió a las causas originales de la crisis. “Este es un problema hemisférico, no simplemente un problema de la frontera”, dijo. Para Mons. Flores sería ilógico tratar de resolver el problema en la frontera mexicana cuando sus causas están en los países de Centro y Suramérica.

Miles de personas ponen en riesgo sus vidas y las de sus hijos para venir a Estados Unidos porque la vida en sus países se ha vuelto insoportable. La violencia de las pandillas, la falta de trabajo y oportunidades y el subdesarrollo endémico de esos países son las causas del éxodo, indicó Mons. Flores, y el éxodo no se terminará hasta que no se arreglen los problemas que lo causan.

El Cardenal DiNardo resumió la visión de los obispos en su intervención final: “Tenemos un sistema migratorio que no funciona. Necesitamos una frontera, pero nuestras leyes y nuestra compasión pueden funcionar en armonía, no tienen por qué estar enfrentadas”.

Terminal Central de Autobuses de McAllen, Texas. Joven inmigrante con grillete electrónico. Los funcionarios de ICE les quitan los cordones de los zapatos por considerar que pueden ser usados como armas. Foto: Jorge I. Domínguez-López