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Nuevo arzobispo de D.C. dice que el dolor y la vergüenza no definen a la Iglesia

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WASHINGTON, DC—. En sus palabras inaugurales como el nuevo líder de los católicos en la capital de la nación, el Arzobispo Wilton Gregory reconoció las tempestades que enfrenta la Iglesia, y le dijo a las 3,000 personas que lo acompañaron en su instalación que la fe en Cristo, “no en en ningún ministro”, es lo único que calmará las tormentas de la Iglesia.

Aunque nunca pronunció la frase “abuso sexual”, Gregory se refirió a las “oleadas de revelaciones inquietantes” que, según él, “han causado que incluso los más devotos de nosotros se vuelvan temerosos y, incluso, a veces, se sientan a punto de entrar en pánico”.

“Hemos sido sacudidos por un momento inusualmente turbulento en nuestros propios viajes de fe recientemente y durante demasiado tiempo”, dijo durante su homilía el martes, antes de señalar que, “nuestra tristeza y vergüenza recientes no nos definen; más bien, sirven como penitencia y nos fortalecen para enfrentarnos al mañana con espíritus inquebrantables”.

Gregory sustituye al cardenal Donald Wuerl como séptimo arzobispo de Washington. La renuncia de Mons. Wuerl fue aceptada por el Papa Francisco en octubre, luego de un escrutinio de su manejo de los casos de abuso sexual a principios de su carrera.

El arzobispo Wilton D. Gregory recibe el bulo papal con su nombramiento de manos del Arzobispo Christophe Pierre, nuncio apostólico en los Estados Unidos. (CNS/ Jaclyn Lippelmann, Arquidiócesis de Washington)

Elaborando a partir del pasaje de Cristo en un bote con sus discípulos calmando los mares tormentosos, en el libro del Evangelio de Marcos, Mons. Gregory  dijo que “la vida en el mar sigue siendo una metáfora valiosa para nosotros, como personas de fe”.

El arzobispo Gregory se refirió a esa metáfora a lo largo de su homilía, tanto para describir la crisis en curso dentro de la Iglesia por el abuso sexual clerical, como para describir el tipo de líder que espera ser mientras ayuda a una Iglesia dividida a mantener su curso.

“Si bien sé en mi corazón, y creo que ustedes también lo saben en sus corazones, que Jesús está en el bote con nosotros durante las tempestades, confieso que no poseo las palabras para tranquilizar a todas las almas, para apaciguar cada miedo, para disminuir cada dolor”, dijo.

Los católicos en la capital de la nación han sentido el dolor de los escándalos de abuso del clero de manera aguda desde el pasado mes de junio, cuando se hicieron públicas las revelaciones sobre su ex arzobispo Theodore McCarrick. En febrero, McCarrick, quien dirigió la arquidiócesis de 2001 a 2006 y fue uno de los cardenales católicos más importantes e influyentes de Estados Unidos, fue despojado del estado clerical por el Papa Francisco después de un juicio en el Vaticano por su abuso de menores.

Desde entonces, las interrogantes sobre quién podría conocer y encubrir sus acciones, han asediado a la jerarquía episcopal estadounidense, incluida una revisión del historial al respecto de su antecesor, el cardenal Wuerl. El martes, Mons. Gregory recibió la bienvenida a la archidiócesis del cardenal Wuerl, sobre quien Gregory se refirió como “un amigo querido” y “un verdadero caballero cristiano”.

Mons. Gregory procuró asegurar a los católicos presentes para la ocasión que, incluso en medio de una temporada tan tumultuosa para la Iglesia, Cristo no los había abandonado.

“Pero te recuerdo, de la misma manera que a veces tengo que recordarme a mí mismo, que Él está aquí. Él está aquí cuando los mares están en calma, y está aquí durante cada momento de incertidumbre, enojo, miedo y vergüenza”, dijo.

“Él nos invita a depositar nuestra confianza en Él, no en respuestas o programas trillados y fáciles, sino en Él y solo en Él”, continuó. “Él calmará y mantendrá a su Iglesia no a través de un solo ministro. Más bien, quiere nada más para nosotros que confiemos en Él para traernos de regreso a la costa de manera segura e incluso que nos apoyemos en las tribulaciones que hemos soportado. Y Él siempre cumple”.

El arzobispo Wilton D. Gregory muestra el bulo papal con su nombramiento como séptimo arzobispo de Washington durante su misa de instalación en la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, el 21 de mayo de 2019. (CNS/ Bob Roller)

Gregory, quien se destacó por primera vez en la Iglesia de los EE.UU. como líder del episcopado en el periodo de 2001 a 2004 y pastoreando a la Iglesia durante la crisis de abuso sexual en el 2002 como presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, cerrará ahora su carrera enfrentando el abuso clerical.

En 2002 —heroicamente, según el recuerdo de algunos—, Mons. Gregory caminó sobre la cuerda floja entre las exigencias de los fieles católicos estadounidenses que exigían rendición de cuentas y la resistencia de los funcionarios del Vaticano que se mostraban reacios a ceder a las demandas estadounidenses de castigos más estrictos para los sacerdotes.

El resultado de este periodo es la Carta para la Protección de Niños y Jóvenes de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés), conocida como la “Carta de Dallas”, elogiada universalmente por su política de “tolerancia cero” con los sacerdotes declarados culpables de abuso. Sin embargo, como lo revelaron los eventos que rodearon al caso McCarrick, con una evidente omisión a la hora de responsabilizar a los obispos por el abuso o encubrimiento.

Mons. Gregory, centro, llega para su misa de instalación en la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción, en el complejo de la Universidad de América de la que será simultáneamente su rector. (CNS/ Bob Roller)

En su homilía de aproximadamente 20 minutos el martes, Mons. Gregory señaló explícitamente las fallas de los líderes de la Iglesia por la crisis de abuso.

“Para justamente confiar más en Él y menos en nosotros mismos, debemos admitir nuestros propios fracasos. Nosotros, los clérigos y jerarcas, hemos sido irrefutablemente la fuente de esta tempestad actual. La Iglesia entera debe recordar que nosotros pertenecemos primero y por encima de todo a Cristo. Nuestra dignidad no se encuentra en números, influencia o posesiones, sino en Aquel que permanece con nosotros incluso durante los momentos más turbulentos de la vida”, dijo en uno de los momentos más conmovedores de su homilía.

La noticia del nombramiento de Gregory en Washington ha sido recibida con entusiasmo por los católicos, tanto por su historial de lucha contra los abusos, como por la importancia de convertirse en el primer afroamericano en liderar uno de los centros más importantes de la herencia afroamericana en la nación.

El arzobispo Wilton D. Gregory durante su homilía. (CNS/ Bob Roller)

Un poco más del 40% de los residentes de la capital son negros, y la archidiócesis de Washington está compuesta por más del 15% de católicos negros, un caso singular en comparación con la mayoría de las diócesis católicas del resto del país. Antes de su instalación, el canto y el baile de las diversas parroquias de la ciudad llenaron las escalinatas de la basílica.

Durante su etapa como arzobispo de Atlanta, donde ha servido desde 2005, Mons. Gregory fue conocido por su trabajo en las relaciones raciales y un enfoque especial en la liturgia. Considerado durante mucho tiempo como un moderado dentro de la Iglesia, Gregory ha dicho anteriormente que llega a Washington como pastor, no como político.

Gregory se mantuvo alejado de los tópicos controversiales y divisivos durante su homilía, y dijo que se mantenía “hombro con hombre” con el Papa Francisco y el “justo desafío ” de servir con “una fe inquebrantable y una alegría crónica”.

“El Papa Francisco ha convocado a la Iglesia, y con eso me refiero a todos los bautizados, a dejar nuestros cómodos confines, a encontrar y dar la bienvenida a los pobres, a los marginados y abandonados, y colocarlos en el corazón de la Iglesia de Cristo”, dijo.

“A partir de hoy, esa es mi tarea aquí en la Arquidiócesis de Washington”, agregó. Sin embargo, a la edad de 71 años, Mons. Gregory deberá presentar su renuncia, como es costumbre dentro de cuatro años,  al cumplir los 75 años, por lo que su periodo en Washington se prevé que sea breve, aunque el Papa podría extender su ministerio.

La misa de instalación bilingüe estaba originalmente programada para celebrarse en la Catedral de San Mateo, sede oficial del arzobispo de Washington, en el centro de DC, pero a principios de este mes se trasladó a la mucho más espaciosa Basílica Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en los predios de la Universidad Católica de América (CUA), donde en virtud de su puesto, Gregory servirá simultáneamente como rector de la universidad.

Acompañando a Mons. Gregory en su ceremonia de instalación en la iglesia más grande de la nación se encontraban 8 cardenales estadounidenses y más de 40 obispos y 300 sacerdotes, junto con los funcionarios públicos de la ciudad. El cardenal Daniel DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston, y presidente de la USCCB, quien actualmente se está recuperando de un derrame cerebral, fue una de las ausencias más notables.

Volviendo una vez más a su metáfora de los mares revueltos, Gregory dijo: “el ejemplo que deseo darles es el de un hombre lleno de fe, esperanza y alegría de saber que Jesucristo está en este barco. Quiero ser un pastor acogedor que se ríe contigo cada vez que podamos, que también llora contigo cuando es necesario, y que confiesa honestamente sus faltas y defectos cuando los comete, no cuando son revelados”, dijo.

“Hoy, mis viejos y nuevos amigos, mi familia, mis hermanos, comenzamos un viaje juntos en mares indiscutiblemente agitados. Sabemos, por la reprimenda de Cristo a sus discípulos, que el temor y la incertidumbre de estos no eran producto del tumulto que los rodeaba, sino de una inexplicable falta de fe en Aquel que estaba literalmente a su lado”, continuó.

“Cuando Jesucristo, con una frase, finalmente nos saca en un menos de lo que dura un suspiro de esta tormenta producto de nuestra propia creación, puede que no se sienta obligado a regañarnos por mostrar una falta colectiva de confianza en Él, sino más bien se sentirá orgulloso de la fe inquebrantable, y la integridad que nunca perdimos, porque el Evangelio lo deja bien claro —y yo creo, y tú crees— que “aquel a quien incluso el viento y el mar obedecen nunca nos ha abandonado”.

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Christopher White es corresponsal nacional de Crux y The Tablet. Tiene una Maestría en Ética y Sociedad de la Universidad de Fordham y un B.A. en Política, Filosofía y Economía de The King’s College. Es exdirector de Catholic Voices USA y sus artículos han aparecido en The Wall Street Journal, USA Today, Washington Post, Philadelphia Inquirer, Forbes, New York Daily News, International Business Times, The American Interest, First Things y Human Life Review, entre muchas otras publicaciones impresas y en línea. Síguelo en Twitter en @ CWWhite212