Nixie Espinal Díaz nació en 1983 en la ciudad de Nueva York, sus padres son inmigrantes de República Dominicana. La madre de Nixie, quien por un buen tiempo trabajó en el sector de manufactura, dio a luz a su hija lejos de su padre pues el trámite de su visa se tomó más del tiempo esperado.
Cuando la pequeña tenía nueve meses, su mamá no tenía con quien dejarla mientras iba a trabajar y por tanto tuvo que tomar la dolorosa decisión de separarse de su hija y llevarla con su padre quien aún se encontraba en República Dominicana, a donde iba regularmente de visita para compartir con ellos.
Así transcurrieron poco más de cuatro años hasta que finalmente llegó el momento de venir a los Estados Unidos y empezar una nueva vida, con una nueva integrante de la familia que llegó dos años después que Nixie. Llegaron a Bushwick (Brooklyn), un barrio que para entonces era azotado por la presencia de pandillas y por el tráfico de drogas, razón por la cual sus padres las cuidaban mucho y solo les permitía salir para ir a la escuela.
Mientras estudiaba en la escuela secundaria, Nixie y su mejor amiga se inscribieron en el programa de danza y gracias a su desempeño juntas ganaron un cupo para ir a LaGuardia High School of Music & Art and Performing Arts.
“El baile era mi pasión y fue mi especialidad, pero luego sentí que era demasiada presión para mí, y por otro lado mami y papi no me apoyaban con el baile, tampoco los culpo, pero me di por vencida […] y luego quise probar con dirección escénica (stage management) y me encantó”, recuerda Nixie, quien ha trabajado desde los 15 años.
Al graduarse ingresó a Pace University, donde hizo dos años de Liberal Arts pero tuvo que aplazar sus estudios porque encontró un empleo de recepcionista en un consultorio de cirugía plástica en Manhattan.
Sin embargo, tras seis años de estar trabajando sintió que algo le faltaba y quiso volver a la universidad, por lo que ingresó a Hunter College sin dejar su trabajo de tiempo completo. “Ese fue el momento más estresante en toda mi vida”, asegura Nixie.
“Los judíos habían gentrificado Williamsburg que era donde mi padre tenía la bodega y lo hicieron salir de ahí, entonces mi padre tuvo que retirarse temprano porque no le dieron otra opción y le cobraban una renta elevadísima que él no podía pagar”, relata.
“Le dieron algo, no mucho y luego encontró otra oportunidad y me habló de otra bodega que yo conocía y dije ‘wow es una buena oportunidad, está a buen precio’ y él me dijo ‘yo necesito tu ayuda’ y le dije ‘bueno, me tiro’. Entonces seguí trabajando tiempo completo en mi empleo y los fines de semana ayudaba a mi papá”, recuerda Nixie, quien entonces tenía 25 años.
Poco tiempo después decidió dejar sus estudios y su trabajo para dedicarse de lleno al negocio, donde estuvo 6 años. “Ahí empecé a servir café y a la gente le encantaba cómo se los servía. Aunque era el mismo café que servía mi padre o el empleado que teníamos, la gente pedía ‘que me lo sirva ella’“, recuerda Nixie, quien confiesa que le ponía un ingrediente secreto: amor.
Ese tiempo le sirvió para darse cuenta que no quería trabajar para nadie más, sino que su sueño era emprender su propio negocio.
Sin darse cuenta ahí empezó la pasión de Nixie por el café. “Yo conocí a mi esposo en ese tiempo en un club bailando. Nos conocimos, nos enamoramos y a los dos años nos casamos. Él estaba en una bodega también pero se había metido en un negocio de máquinas de café”, relata.
Sin planearlo ella y su esposo, Rafael Díaz, tenían algo más que el café en común: ambos eran los hijos mayores de sus padres y ambos habían proyectado, mucho antes de conocerse, emprender de manera independiente. El café que se ofrecía en los supermercados donde se encontraban las máquinas de café, eran de dos tipos: uno de origen de Colombia y el otro era un blend de Sur América y Asia.
“Nosotros siempre asistíamos a esos bootcamps para emprendedores y fue en ese momento que surgió la idea de hacer algo más con el café: ¡podemos crear una marca y hacerla accesible a todos para que lo compren y lo lleven a sus casas y oficinas!”, recuerda Nixie, quien tomó esta decisión con su esposo en invierno de 2018.
Así nació Nixie’s Coffee, un nombre por el que finalmente se inclinaron luego de muchos días pensando y considerando que el nombre Nixie es tan único como la calidad de café que distribuyen. Y es que su gusto por el café es de siempre. “Mi abuelita me dio mi primera taza de café cuando tenía 3 o 4 años y también a mí me gustaba porque me sentía grande, yo era como una adultita de pequeña”, dice.
La marca fue lanzada en septiembre de 2019 y en un periodo de tres meses su producto ya estaba disponible en cerca de cincuenta supermercados en Queens, Brooklyn, Manhattan, Bronx y Westchester; gracias a la gran aceptación que han tenido entre sus clientes de paladar exigente, que buscan un café tipo gourmet.
NIXIE ESPINAL
www.nixies.com
@nixiescoffee