La mano del odio terrorista mancilló la paz de la noche parisiense del 13 de noviembre dejando un saldo de 130 muertos, más de 350 heridos y millones sumidos en el horror. La mayoría de las víctimas murieron asesinadas en el teatro Bataclan en donde varios de los terroristas arremetieron a balazos contra los asistentes de un concierto de rock y ejecutaron una por una a las personas que se habían tirado al suelo para protegerse.
El terror se regó como la pólvora con otros tiroteos en diversos restaurantes de la ciudad y tres explosiones en los alrededores del estadio Stade de France, en donde se jugaba un partido amistoso de fútbol entre las selecciones de Alemania y Francia. El presidente de Francia, François Hollande, estaba presente en el estadio y fue evacuado tras las detonaciones, según informó EFE.
“Los cielos se han oscurecido”, dijo el Presidente de Francia ante la prensa, a la vez que conmovido anunciaba al mundo entero que se trataba de un “acto de guerra” contra su país. El mandatario también declaró un estado de emergencia y ordenó el cierre de las fronteras de Francia. El grupo terrorista ISIS reclamó la autoría de los hechos.
A las 48 horas de los atentados, los victimarios fueron identificados, dejando al descubierto una red de terrorismo yihadista con complejas ramificaciones en Bélgica, Turquía y Siria, de acuerdo a informes de Prensa Asociada.
El fiscal del Estado francés, François Molins, anunció que los atentados habían sido realizados por tres equipos de terroristas perfectamente sincronizados y con conocidas complicidades internacionales. Seis de los atacantes murieron haciéndose detonar, otro fue abatido por la policía. La policía francesa lanzó una orden internacional de búsqueda y captura contra Abdeslam Salah por su presunta implicación en los atentados.
Mientras tanto, Francia lanzó un masivo bombardeo sobre la ciudad de Raqqa, el bastión del Estado Islámico en Siria, según informes del Ministerio de Defensa francés. El operativo inicial incluyó por lo menos doce aviones de guerra que arrojaron más de veinte misiles sobre un centro de mando del grupo ISIS, un centro de reclutamiento, un arsenal y un campo de entrenamiento.
Una de las revelaciones más preocupantes ha sido el hecho de que uno de los atacantes había ingresado a Francia infiltrado en un grupo de refugiados sirios que inicialmente había llegado a Grecia huyendo de la violencia en su país.