Después de una larga jornada que incluyó una caminata bajo el sol, la vigilia de adoración en el Campo de la Gracia y dormir a la intemperie; los peregrinos se despiertan con un hermoso cielo de color naranja mientras un cura DJ, el P. Guilherme Peixoto, sacerdote de la Arquidiócesis de Praga, presenta su rise up comenzando con un Aleluya electrónico al que le sigue Jerusalema y una larga lista de temas aptos para todos los públicos, entremezclados con frases de San Juan Pablo II y Francisco.
Mientras algunos jóvenes se higienizan y los sacerdotes caminan hacia la sacristía, otros, ya en pie, bailan al ritmo del padre Peixoto. Por los altavoces se pide liberar el camino, porque Papa quiere pasar por todos los sectores despidiendo a los jovenes que se empeñaron por estar ahí rezando, aprendiendo y compartiendo esta experiencia de fe que es la JMJ.
Por las pantallas comienza a verse el Papa móvil que muy despaciosamente empieza a recorrer los sectores del Campo de la Gracia. La musica va cambiando y la gente comienza a posicionarse para disponerse a la celebración.
La Misa se abre con un tono solemne marcado por el coro formado por 210 cantantes y 100 músicos de todas las diócesis de Portugal, dirigidos por la directora Joana Carneiro.
En la Misa concelebran con el Papa 30 Cardenales, 700 Obispos y 10 mil sacerdotes con una asistencia estimada de mas de 1 millón y medio jovenes de todos los puntos cardinales.
Luego del Saludo inicial, el Cardenal Clemente, Patriarca de Lisboa, toma la palabra para expresar un inmenso agradecimiento al Santo Padre, no solo por su presencia, sino por su confianza, insistencia y apoyo para que se haga esta JMJ como un momento de reencuentro luego de una pandemia que había aislado a todos.
La Misa fue la correspondiente a este domingo en el que la Iglesia universal celebra la Solemnidad de la Transfiguración del Señor. Justamente, es con este evento evangélico con el que el Papa Francisco compara a la vivencia de la JMJ, y llegado el tiempo de regresar, pregunta a los jovenes: ¿Qué nos llevamos nosotros volviendo al valle de la vida cotidiana?
A lo largo de la homilía el Pontífice resume en tres expresiones qué es lo que él espera que los jovenes se lleven a casa: Resplandecer, escuchar y no tener miedo.
Con la primera palabra Francisco invitó a los jovenes a dejarse iluminar por Jesús [que] es la luz que no se apaga y brilla aun en la noche. Esto es lo que la Iglesia y el mundo esperan de ustedes, continúa el Papa, que sean jóvenes luminosos, que lleven la luz del Evangelio a todas partes y enciendan destellos de esperanza en las sombras de nuestro tiempo.
La Luz de Jesús, a decir de Francisco, no se refleja poniéndose bajo el reflector o exhibiendo una imagen perfecta sino acogiendo a Jesús […] porque esta es la verdadera belleza que resplandece: una vida que se arriesga por amor.
El segundo verbo, sigue Francisco, es escuchar. El mandamiento que el Padre entregó es sencillo y directo: «Escúchenlo». El papa insiste en el diálogo como herramienta fundamental para el desarrollo personal y comunitario, pero no se trata simplemente de un dialogo horizontal, sino que comienza en la escucha de Dios en la oracion para abrirnos a la escucha de los otros desde Dios. Escucharlo, para tener la confianza de que somos amados y acompañados por un amor que nunca falla. Y recordemos esto: ponernos a la escucha del Señor, permaneciendo abiertos a sus sorpresas, nos hace personas capaces de escucharnos entre nosotros y de escuchar la realidad que nos circunda.
Para terminar el Santo Padre habló de los anhelos profundos que hay en el corazón de los jovenes, muchas veces paralizados o frustrados por los miedos, las heridas o las faltas de oportunidades, alentandolos a no rendirse. Estas fueron las últimas palabras que Jesús pronunció en el monte para animar a los discípulos atemorizados: «Levántense, no tengan miedo» […] a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan como la tierra necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, Jesús les dice: “No tengan miedo”.
Francisco no dudo en citar al Papa creador de las Jornadas Mundiales de Jovenes, San Juan Pablo II: «En realidad, es a Jesús a quien buscan cuando sueñan la felicidad; es Él quien los espera cuando no les satisface nada de lo que encuentran; es Él la belleza que tanto los atrae; es Él quien los provoca con esa sed de radicalidad que no les permite dejarse llevar del conformismo; es Él quien los empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien lee en vuestros corazones las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús el que suscita en ustedes el deseo de hacer de sus vidas algo grande […]. No tengan miedo de entregarse a Él»
La homilía cerró con un envío de los jovenes a evangelizar llevando la luz de Cristo sin miedo porque el Señor los ama y camina a vuestro lado. Con Él la vida resurge, siempre.
Al finalizar la Misa, después de los agradecimientos a todos los que trabajaron para hacer posible esta nueva Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco convocó a todos los peregrinos al Jubileo de los Jóvenes que se celebrará en Roma del 28 julio al 03 agosto del 2025 al cumplirse los primeros 25 años del Siglo XXI que se abrió con el gran Jubileo del año 2000.
Los eventos de Lisboa se concluyeron con el anuncio del lugar de la próxima Jornada Mundial de la Juventud planificada para el 2027 y que se celebrará en Seul, Corea.
El papa se retiró del lugar entre los aplausos de la multitud que vencía el agotamiento provocado por el calor gracias a la fuerza de la fe.