“Él resucitó, y así demostró la verdad de sus palabras. Y si permanecemos fieles a su palabra, el mundo puede cambiar: la duda se convierte en fe, la desesperación en esperanza, el odio en amor, y la muerte misma se convierte en vida”.
Así explicó monseñor Otto García, párroco de Santa Juana de Arco, en Jackson Heights, el significado de la resurrección en su homilía de la Vigilia Pascual el pasado sábado 26 de marzo.
“Si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe”, nos dice el apóstol San Pablo en la Primera Carta a los Corintios. Y eso es lo que celebramos en la Vigilia Pascual: la base y el sentido de nuestra fe, la resurrección de Jesús. En la hermosa celebración bilingüe en Santa Juana de Arco, entre los mil fieles que llenaban el templo, estaban catorce catecúmenos —13 jóvenes y una adulta— que ese día serían bautizados.
Así ha sido por casi veinte siglos: la Vigilia es el momento en que la comunidad cristiana recibe a sus nuevos miembros. Adela Llerena, nacida en Perú, recibió el bautismo, la confirmación y la primera comunión esa noche en Santa Juana de Arco. Y su historia es conmovedora.
“Mi padre era católico y mi madre testigo de Jehová. Se separaron y decidieron dejar que sus hijos decidieran de mayores qué religión elegirían. Pero siempre nos hablaban de Dios y yo leía Mi libro de historias bíblicas, que publican los Testigos de Jehová. Me casé y tuvimos a mi hija. Siendo muy pequeña la niña, mi esposo, Erick Llerena, vino a Estados Unidos. Él siempre ha sido católico. Y yo hice la promesa a Dios de que cuando pudiéramos reunirnos en Nueva York, me haría católica también”.
El nombre que Adela eligió para su confirmación fue Misericordia. Parece una referencia al Año del Jubileo, pero es también parte de su historia personal.
“Un día una amiga me invitó a ir a la basílica de San Francisco en Lima, que es una iglesia inmensa. Había mucha gente y en un momento me di cuenta de que mi hija no estaba conmigo. Comencé a buscarla preocupada y la hallé ante el altar del Señor de la Misericordia. Estaba rezando: «Cuida a mi papá que está en Estados Unidos; cuando yo llegue allá, lo cuidaré mucho; pero mientras tanto tú tienes que cuidarlo». Por eso fue que elegí el nombre de Misericordia”.
La historia de Adela es extraordinaria, como quizás sean las de muchos de los que recibieron el bautismo esta Pascua. En su homilía, monseñor Otto García, señalando a los catecúmenos, dijo a la comunidad: “Esto no sucede por casualidad. Detrás de estos nuevos cristianos está el esfuerzo de muchas personas que los han guiado y apoyado. Preguntémonos cada uno de nosotros: «Y yo, ¿qué puedo hacer?»”. Ésa es la pregunta.