AL LLEGAR A LA PARROQUIA Espíritu Santo en Brooklyn, nos recibe el padre José López, un sacerdote colombiano párroco de esta iglesia, nos invita a pasar a su oficina. Al entrar allí nos cuenta que nació el 10 de octubre de 1964 en Cucaita, en Boyacá, “tierra de grandes ciclistas, allí nació Rafael Antonio Niño, cinco veces campeón de la Vuelta a Colombia”. Es el mayor de 10 hermanos.
“Yo nunca pensé en llegar a ser sacerdote. Siempre nos mandaban a la catequesis al pueblo y un domingo me acuerdo que un seminarista estaba sirviendo en una parroquia y estaba buscando candidatos para que fueran lectores. En ese entonces yo tenía unos 12 años. Él me llamó y mi papá me animó a que fuera a leer y desde ese entonces mi padre comenzó a inculcarme que tenía las capacidades, las habilidades, que pensara ingresar al seminario, pero yo realmente no le puse atención”, cuenta el padre López.
Sin embargo, cuando matriculó al décimo grado pensó en ingresar al Seminario Menor de Chiquinquirá. “Quería avanzar en mi experiencia religiosa, después los padres paulinos hicieron una promoción vocacional, me encontraron, me animaron y terminé mi escuela secundaria en la Sociedad de San Pablo, Padres Paulinos en Bogotá”. Ahí empezó su vocación sacerdotal.
Al terminar la secundaria, ingresó al Seminario Conciliar de Tunja. Allí hizo los tres primeros años de filosofía, al terminarlos decidió descansar para hacer un discernimiento vocacional. “Quería asegurarme de que quería ser sacerdote. Duré un año por fuera, trabajando en labores agrícolas y comerciales, pero después decidí volver al seminario hasta que terminé mi teología y me ordené en 1995 en Tunja para la Diócesis de Garagoa”.
Como diácono transitorio fue asignado a la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Santa María en Boyacá. Su primera asignación como sacerdote fue en el municipio de Guateque en Boyacá. Después fue nombrado a la parroquia de Santa Teresa de Ávila, en Santa Teresa de Upía, también en Boyacá. Más tarde fue enviado como misionero al entonces Vicariato Apostólico de Casanare, después Diócesis de Casanare, a la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Pajarito Boyacá, esa fue su primera asignación como párroco.
Después de tres años, en 1999, se encontró en Bogotá con el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, obispo en ese entonces de Tegucigalpa en Honduras, quien le hizo una propuesta para venir a Estados Unidos. “La pensé, la medité, volví a mi parroquia y él me llamó a decirme que si quería colaborarle hablaba con mi obispo”.
“Inicialmente vine por tres años, llegué en julio de 2000, empecé estudiando inglés en Douglaston y los fines de semana colaboraba en diferentes parroquias celebrando la misa en español”, recuerda el padre López.
“No tuve una asignación inmediata, duré tres meses sirviéndole a la parroquia de Santa Catalina de Alejandría en Brooklyn, después trabajé como vicario parroquial con monseñor Frank Caggiano, entonces obispo auxiliar de Brooklyn, en la parroquia de Santo Domingo. De él aprendí mucho: su trabajo pastoral, su entusiasmo y sobre todo su espiritualidad y disciplina. Estando en Santo Domingo, yo servía a la comunidad hispana en las parroquias de San Atanasio, San Finbar y Nuestra Señora de Guadalupe. Organicé el sistema de cluster de las cuatro parroquias”.
En 2002 fue enviado a Santa Teresa de Ávila como vicario parroquial, también colaboraba en las parroquias de Santa Cruz, Santos Inocentes y en Santa Rosa de Lima. Siete años después fue nombrado como vicario parroquia en Santa Rosa de Lima y empezó a colaborar en la parroquia Espíritu Santo. “Hemos hecho un gran trabajo, uno de los más destacados es el Vía Crucis por las calles, empezando en Santa Rosa de Lima y terminando acá, ha sido un reto grande porque fue hacerlo en medio de un vecindario judío, pero lo más lindo fue ver cómo ellos salen a mirar, incluso muchos de ellos caminan junto a nosotros”.
En enero de 2016 fue nombrado administrador parroquial en Espíritu Santo. “Yo siempre he tenido la idea que tenemos que hacer una pastoral como lo hacía Jesús, es decir, salir a la calle a evangelizar”.
“Hay mucha ignorancia religiosa y hay mucha gente que necesita de Dios, de la experiencia de Dios. Uno no puede tener una espiritualidad desencarnada, hay que ver a Dios en las necesidades de las personas”.
Como buen boyacense al padre José López le gusta el ciclismo. Lo practica en Propect Park en el verano. Le hace fuerza a Nairo Quintana, el mejor ciclista colombiano, en las vueltas europeas como el Tour de Francia, la Vuelta a España y el Giro de Italia. También es aficionado al fútbol, hincha del Atlético Nacional, actual campeón de la Copa Libertadores.
De Colombia extraña a su familia, y viaja cada año a visitarla. El padre José López es un sacerdote entregado a su comunidad. Cuando salíamos de la parroquia, su asistente, Diana, nos dijo: “En mis años en esta parroquia nunca había visto un sacerdote que ayudara en las labores diarias y de remodelación de la iglesia, una vez lo encontré aspirando la parroquia en el verano”.
Este es el padre José López, un sacerdote colombiano entregado a su comunidad en Espíritu Santo.