FATIMA, Portugal (CNS)
LO MÁS IMPORTANTE es el ejemplo de María de creer y seguir a Jesús, y no una imagen “de nuestra propia creación” con la que los cristianos negocian para obtener su misericordia, dijo el papa Francisco.
En vísperas del Centenario de las apariciones marianas en Fátima,el Papa pidió a decenas de miles de peregrinos el12 de mayo que reflexionaran sobre “qué María” eligen para venerar, “la virgen María del Evangelio” o “la que detiene el brazo justiciero de Dios, listo para castigar”?
¿La María que veneran es “a la «Bienaventurada porque ha creído» siempre y en todo momento en la palabra divina, o a una «santita» a la que se acude para conseguir gracias baratas?”, preguntó.
Mientras el sol se ponía en el santuario dedicado a Nuestra Señora de Fátima, los peregrinos sostenían miles de velas encendidas que fueron cubriendo la plaza de un manto de luz, antes de que el papa Francisco los invitara a rezar el Santo Rosario.
A primera hora de la tarde, el Papa había visitado el Santuario, adonde arribó en un helicóptero proveniente de la base aérea de Monte Real. Allí fue aclamado por una multitud de peregrinos emocionados, que agitaban banderas y pañuelos blancos mientras veían acercarse el papamóvil.
Luego se dirigió a la Capilla de las Apariciones, donde la Virgen se presentó a tres pastorcillos el 13 de mayo de 1917. Las apariciones continuaron sucediendo una vez al mes, hasta el 13 de octubre de 1917, cuando la Iglesia Católica las declara dignas de fe y autoriza el culto de Nuestra Señora de Fátima.
El intenso fervor y devoción de los peregrinos se convirtió en un silencio casi absoluto cuando el Santo Padre inclinó su cabeza y juntó sus manos en oración; antes de iniciar la plegaria, rezó durante varios minutos, mirando de vez en cuando la estatua de María venerada por sus predecesores y millones de devotos en todo el mundo. El Papa rezó una versión ampliada de la tradicional Salve Regina.
Alternando sus versos con un estribillo para coro, alabando a la Reina del Rosario de Fátima, el Papa se consagró a María y confió su intercesión por una humanidad sufriente, lamentando la sangre “derramada en guerras que desgarran nuestro mundo”.
Suplicando la ayuda de nuestra Madre, el Sumo Pontífice oró con la esperanza de que los creyentes “derribaremos todos los muros y cruzaremos cada frontera mientras nos dirigimos a todas las periferias para dar a conocer la justicia y la paz de Dios”.
“Desde lo más profundo de tu ser, desde tu Inmaculado Corazón, mira los dolores de la familia humana que gime y llora en este valle de lágrimas”, rezó el Papa.
También se presentó ante la imagen de María como «un obispo vestido de blanco», haciendo referencia al tercer secreto revelado a los niños de Fátima. Publicado 83 años después de las apariciones de Fátima, la visión describía la imagen de un “obispo vestido de blanco” derribado en medio de los escombros de una ciudad en ruinas.
La interpretación oficial del Vaticano, discutida con la visionaria Hna. Lucía dos Santos antes de su publicación, fue que se hacía alusión a la persecución de los cristianos en el siglo XX, y específicamente, al atentado contra San Juan Pablo II, en 1981.
Como mismo lo hicieron antes el beato Pablo VI y el papa emérito Benedicto XVI, el papa Francisco colocó un pequeño vaso de plata con una rosa de oro de 24 quilates a los pies de la imagen. Incrustada en la corona
de la estatua está una de las balas utilizadas en el atentado contra san Juan Pablo II, que tuvo lugar durante la fiesta de Nuestra Señora de Fátima, el 13 de mayo de 1981.
De regreso a la pequeña capilla para una vigilia nocturna, el papa Francisco pidió a los peregrinos que oraran como María enseñó a los niños de Fátima, a los “más necesitados” de la misericordia de Dios. “Que sobre cada uno de los desheredados e infelices, a los que se les ha robado el presente, de los excluidos y abandonados a los que se les niega el futuro, de los huérfanos y las víctimas de la injusticia a los que no se les permite tener un pasado, descienda la bendición de Dios encarnada en Jesucristo”, agregó.
El Papa invoca a María como un “modelo eclesial para la evangelización”, sobre todo porque los hombres y mujeres cristianos pueden mirarla y en ella ver que “la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes”.
Aquellos que enfatizan el castigo de Dios a los pecadores, dijo, “le hacen una gran injusticia” al no reconocer que los pecadores “son perdonados por su misericordia”.
“Hay que anteponer la misericordia al juicio”, dijo, “y, en cualquier caso, el juicio de Dios siempre se realiza a la luz de su misericordia”. “Que seamos, con María, signo y sacramento de la misericordia de Dios que siempre perdona, perdona todo”.
“Con María, cada uno de nosotros se convierta en signo y sacramento de la misericordia de Dios, que perdona siempre y perdona todo”, concluyó su Santidad.