EL 5 DE MARZO DE 1948 en Brooklyn nació monseñor Neil Tiedemann. Es el tercero de cuatro hermanos, dos hombres y una mujer. Brooklyn es el lugar más arraigado en su vida, no solo porque allí nació, también porque en ese condado ha pasado la mayor parte de su sacerdocio y porque sus abuelos y bisabuelos se casaron en parroquias de Brooklyn. “Mis abuelos se casaron en la Parroquia de la Visitación: allí fue bautizado mi abuelo y en esa parroquia se casaron sus padres en 1883”.
Monseñor Tiedemann estudió la primaria en Santa Caterina de Siena, en Franklin Square, y la secundaria la hizo en el Seminario de los Pasionistas (Holy Cross H.S. Seminary) en Dunkirk, Nueva York.
“A los 14 años, cuando era monaguillo, los Pasionistas venían cada semana a mi parroquia, nos invitaron al monasterio para estar con los grupos. Un día me llevaron al seminario y yo estaba tan impresionado que decidí que quería ser como ellos”.
Cuando le contó a sus padres el deseo de seguir la vida sacerdotal, ellos estaban felices. “Después fui a la Universidad de La Salle en Filadelfia, luego hice el noviciado en La Sagrada Familia en West Hartford en Connecticut y la teología la estudié en St. John’s University”.
El 16 de mayo de 1975 fue ordenado sacerdote por monseñor Francis Mugavero, entonces obispo de Brooklyn, en la parroquia Inmaculada Concepción en Jamaica.
“Dos semanas después de mi ordenación fui a Bolivia a estudiar español. La Diócesis de Brooklyn me envió junto a otros sacerdotes. Después regresé y trabajé en la parroquia Inmaculada Concepción y con Caridades Católicas”.
Fue enviado a San José y San Miguel en Union City, Nueva Jersey; después estuvo en la parroquia Santísimo Sacramento en Springfield, Massachusetts, luego fue a Tegucigalpa, Honduras. Regresó a la parroquia la Visitación en Brooklyn, y volvió nuevamente a Honduras. “En 2006 fui elegido para el Consejo Provincial de los Pasionistas y en 2008 el papa Benedicto XVI me nombró como obispo de Mandeville, en Jamaica, donde estuve por ocho años”.
Monseñor Tiedemann recuerda con una gran sonrisa el momento cuando le notificaron que el papa Benedicto XVI lo había nombrado obispo. “Fue una sorpresa. Yo pensé que era una broma hasta que el Nuncio de Trinidad y Tobago me llamó y me dijo que el Papa quería nombrarme obispo. Le dije: «Yo no sé quién eres, pero esto no es un chiste ni una broma». Él me dijo: «Sé que no es un chiste, ni una broma. Yo soy el Nuncio, y el Santo Padre quiere nombrarte obispo»”.
“Jamaica es muy especial, lo que pasa es que la mayoría de las personas no son católicas. No es como en Honduras o Brooklyn que hay una gran cultura católica. En realidad, es una minoría la que es católica y la Diócesis donde yo estaba era muy rural. Hicimos mucho trabajo pastoral”.
En mayo de 2016 el papa Francisco lo nombró obispo auxiliar de Brooklyn. Monseñor Neil Tiedemann volvía así a casa. “Después de vivir tantos años fuera de mi mundo, volver a Nueva York y a Brooklyn fue algo muy especial porque más de la mitad de mi sacerdocio lo he hecho en Brooklyn”.
Cuando no está trabajando, al obispo auxiliar y párroco de San Matías en Ridgewood, Queens, le gusta caminar. “Paso mucho tiempo caminando y leyendo. Me gusta leer novelas, historia, biografías. Me fascina lo que hacía el padre Robert Lauder: él tenía el programa de las novelas católicas durante Cuaresma, pero hace 15 años atrás tenía el mismo programa de novelas y películas católicas”.
Es fanático de los Mets y los Jets y aunque hace rato no ve campeón a sus equipos, disfrutó mucho ver a los Mets en la Serie Mundial de 2015.
“Ser sacerdote es un privilegio y un don”, dice monseñor Tiedemann. “Uno puede entrar en la vida de otras personas, compartir su corazón, sus tristezas y sus alegrías. Es vivir muchas vidas, es participar en ellas y ver cómo la comunidad va creciendo. Por ejemplo, hace poco confirmé a una niña en San Atanasio y yo la había bautizado en la Visitación 14 años atrás”.