Por muchos años creí la gran mentira que se anidaba en mi mente y mi corazón: “David, tú eres un problema sin solución”. Me lo dijeron tantas veces que no sólo me lo creí, sino que asumí ese juicio como una verdad y estilo de vida. ¿Para qué intentar cambiar si no tengo arreglo? ¿Para qué intentar si nada de lo que hago me sale bien? ¿Para qué soñar si todos mis sueños se convierten en pesadillas?
Y un día todo cambió. ¡Así suele suceder! Cuando menos te lo esperas y quizás cuando menos te lo mereces, Dios nos muestra Su amor y misericordia irrumpiendo nuestras vidas para así invitarnos a tener una nueva. ¡Una vida de victoria y excelencia! ¿Quieres una vida así? Sigue leyendo y verás cómo Dios usa las interrupciones para invitarnos a adentrarnos en nuestro propósito.
En el libro de Jueces vemos a un joven llamado Gedeón limpiando trigo a escondidas en el lugar donde se pisaban las uvas para el vino (Jueces 6:11). Este versículo siempre provoca una sonrisa en mis labios, lágrimas en mis ojos y agradecimiento en mi corazón. Por un momento piensa en lo interesado que Dios está en nuestras vidas. No sé dónde estás cuál situación estás atravesando, pero Dios no se ha olvidado de ti. Aunque quizás estés haciendo lo que no debes donde no debes, en ese lugar es donde Dios te visita para interrumpirte.
El ángel de Dios entra e interrumpe a Gedeón con una frase que jamás había escuchado: “¡El Señor está contigo, hombre fuerte y valiente!”. Otra traducción dice: “El SEÑOR está contigo, valiente guerrero.” Otra dice: “¡Qué fuerte y valiente eres! ¡Por eso Dios está contigo!”
¿Qué tiene de valiente o fuerte lo que Gedeón estaba haciendo? ¡NADA! Pero Dios lo llama a ser lo que aún no es como si ya lo fuese, declarando una verdad sobre Gedeón: No eres un problema, eres una solución. Eres la Solución de un Problema. Dios interrumpe la mente de Gedeón diciéndole lo que jamás nadie le había dicho. Es por eso que a Gedeón le costó tanto creerle a Dios (Jueces 6:13,15,17, 36-40).
Seamos sinceros, detengámonos a pensar. Si el ángel nos hubiese dicho eso mismo, quizás habríamos contestado:
Creo que te equivocaste de cueva, aquí no hay nadie valiente, ni fuerte ni guerrero. Por si no te has dado cuenta: 1. Estoy escondido. 2. Estoy limpiando trigo, lo cual no tiene nada de valiente o de fuerte. 3. Lo estoy haciendo en el lugar donde pisan uvas para hacer vino, estoy más perdido que los pastores en Belén como dicen por ahí. 4. No soy quien crees que soy.
Dios interrumpe a Gedeón para hacerle saber que aunque estuviese escondido en una cueva, Dios tenía algo que solo él podía hacer. Algo que no solo cambiaría el rumbo de su vida, sino la historia de Israel. ¿Te has puesto a pensar? Dios estuvo esperando que Gedeón estuviera en la cueva para llamarlo. ¡Gedeón! ¡Soy yo, Dios! ¡Sal de ahí y deja eso, tengo algo mejor para ti! ¿De dónde Dios te llama a salir hoy? ¿Qué estás haciendo? ¿Dónde lo estás haciendo?
Oremos:
Dios eternamente bueno y paciente, que visita nuestras cuevas oscuras y lugares escondidos con tal de interrumpirnos para que entremos a nuestro propósito y así descubramos nuestro destino, ayúdanos en este día a mirar las interrupciones con gran gozo y anticipación. En el nombre de Jesús.
El mes que viene seguiremos profundizando en este texto y créeme que no te lo querrás perder. Mientras tanto, no te desanimes o frustres si Dios interrumpe tus planes o proyectos, pues cada interrupción de Dios es una invitación para entrar a tu propósito y vivir a la altura de Dios.
Estaré orando por tu vida, tus interrupciones y tu cueva. ¡Créelo!