Cirilo de Jerusalén fue un obispo griego de la era patrística, es decir, de los Padres de la Iglesia. Es venerado como santo tanto por la Iglesia Católica como por la Ortodoxa. Fue declarado Doctor de la Iglesia por el papa León XIII.
Vivió en la época de la herejía arriana. Los arrianistas negaban la divinidad de Jesús, pues según ellos no había existido siempre, sino que habría sido creado por Dios Padre. El Primer Concilio de Nicea, en el año 325, condenó la doctrina del sacerdote Arrio y formuló el credo de Nicea. Sin embargo, la controversia siguió y Cirilo sufrió varios destierros por defender con firmeza la fe católica en las disputas contra los arrianos.
Fue acusado de inclinarse a la herejía del arrianismo y expulsado de su sede episcopal. Tres veces tuvo que abandonar la ciudad santa por las intrigas de sus adversarios, tanto clericales como políticos. De sus 38 de años de episcopado, pasó dieciséis en el destierro.
En el año 381, junto con San Gregorio, tomó parte en el Concilio de Constantinopla, en el que se revisó el Credo de Nicea. En este Concilio fue aplaudido por su heroísmo y sus declaraciones: “El error presenta muchas formas, la verdad una sola cara”.
El papa Benedicto XVI dedicó a este obispo su audiencia del miércoles 27 junio del 2007 en la que participaron más de siete mil peregrinos. Él estaba convencido de que la Iglesia necesita redescubrir la catequesis “global”, como la que impartía en el siglo IV san Cirilo de Jerusalén.
“Se trata de una catequesis integral que implica el cuerpo, el alma y el espíritu y sigue siendo emblemática para la formación catequística de los cristianos de hoy”. Cirilo, en sus catequesis, dirigidas a los catecúmenos que se preparan para recibir el bautismo, entrelazaba tres elementos: el doctrinal, el moral y el mistagógico.
Desde el punto de vista doctrinal, recordó Benedicto XVI, Cirilo presentaba la “relación ‘sinfónica’ entre los dos Testamentos, hasta llegar a Cristo, el centro del universo. “El Nuevo Testamento está escondido en el Antiguo, mientras que el Antiguo se hace manifiesto en el Nuevo”.
La dimensión moral de la catequesis permite que “el dogma descienda progresivamente en las almas, que de este modo son alentadas a transformar los comportamientos paganos en la nueva vida en Cristo, don del Bautismo”.
Por último, explicó el Santo Padre, la catequesis mistagógica “lleva a descubrir, en los ritos bautismales de la Vigilia Pascual, los misterios encerrados en ellos”. “El misterio que hay que comprender es el plan de Dios, que se realiza a través de las acciones salvíficas de Cristo en la Iglesia”.
San Cirilo escribió lo que hoy vale al pie de la letra para las personas que reciben la Eucaristía en la mano: “Hagan de su mano izquierda como un trono en que se apoye la mano derecha que ha de recibir al Rey; santifiquen luego sus ojos con el contacto del cuerpo divino y comulguen; no pierdan la menor partícula”.
Murió en Jerusalén en el año 386, a los 72 años en el año. Su fiesta se celebra el 18 de marzo.
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