CHICAGO (CNS) – Un viaje a la Gran Manzana, deteniéndose en algunos de los sitios históricos más importantes de la ciudad, como la Estatua de la Libertad, ayudó a un grupo de hermanas misioneras que actualmente sirven a inmigrantes en los Estados Unidos a apreciar más las luchas de la nación y su gente.
Las alrededor de 40 religiosas que forman parte del Programa de Intercambio de Hermanas Latinoamericanas de Catholic Extension realizó una excursión por lugares emblemáticos de la ciudad de Nueva York. El grupo representa a 12 diferentes congregaciones religiosas y seis países latinoamericanos.
La iniciativa proporciona fondos para que las hermanas religiosas de América Latina vivan y estudien en Estados Unidos durante cinco años, mientras realizan su ministerio en comunidades marginadas de inmigrantes y en diócesis pobres y rurales del país. El grupo se reunió esta vez en la Gran Manzana, como parte del continuo entrenamiento cultural y académico de las hermanas.
Con sede en Chicago, Catholic Extension recauda y distribuye fondos para apoyar a las diócesis misioneras de los EEUU, muchas de las cuales se encuentran en comunidades rurales, cubren una gran área geográfica y cuentan con personal y recursos pastorales muy limitados.
Después de una breve visita al Cardenal de Nueva York Timothy M. Dolan en la Catedral de San Patricio, las hermanas comenzaron su recorrido educativo con una excursión a la Estatua de la Libertad.
Las religiosas, que sirven a las nuevas oleadas de inmigrantes estadounidenses, podrían identificarse fácilmente con la famosa inscripción del soneto de Emma Lazarus grabado en el pedestal del monumento que da su bienvenida a las “masas cansadas, pobres y oprimidas del mundo que anhelan respirar la libertad”.
A los pies de Lady Liberty, las hermanas ofrecieron una oración en nombre de las decenas de miles de inmigrantes que sirven colectivamente en toda la nación.
“Oh Jesús”, oraron con una sola voz, “bendice a los inmigrantes. Manténlos cerca de tu corazón”. Al final, hasta cantaron a coro “¡USA, USA, USA!” para el deleite de otros turistas que estaban en el lugar.
Después le tocó su turno al Museo de la Isla Ellis, el otrora bullicioso puerto de entrada de los barcos que trajeron a más de 12 millones de inmigrantes a América entre fines del siglo XIX y principios del XX. Varias hermanas quedaron cautivadas por una exhibición en particular que muestra la historia del sentimiento antiinmigrante propagado por el Partido Know-Nothing.
Dentro de la piezas que se exhiben hay una vieja caricatura política en la que se ve al Papa, representado con una espada desenvainada invadiendo las costas de América para aparentemente imponer el catolicismo y destruir las creencias y la forma de vida del país. La imagen captura el resentimiento con el que fueron recibidos los inmigrantes católicos de Europa —principalmente Irlandeses y alemanes– al llegar a América.
Las hermanas estaban presenciando de primera mano el mismo miedo al extranjero que impacta directamente a las comunidades de inmigrantes a las que sirven.
“He visto cómo personas de muchos lugares del mundo que vienen aquí para mejorar sus vidas, han tenido que enfrentar grandes desafíos”, dijo la hermana Isabel Donate Valdez a la revista Extensión. Ella atiende a los trabajadores agrícolas en el estado central de Washington.
A pesar de los brotes periódicos de miedo nativista, las hermanas comentaron cómo los ideales de inclusión y unidad de esta nación en medio de tanta diversidad han prevalecido a lo largo de nuestra historia.
“Todos somos hermanos y hermanas sin importar nuestra raza o color, y lo más importante es que vivimos en unidad unos con otros”, dice la Hermana María de la Luz Solís Lara, que trabaja con inmigrantes indígenas mexicanos en el Valle de Salinas de California.
Ella dijo que su viaje a Nueva York le permitió apreciar que no importa de qué tipo de vida provengamos, “todas las personas pueden conocer a Dios y experimentar su amor”.
Las hermanas también visitaron el monumento al 9/11. Juntos ofrecieron una oración para todas las personas inocentes y héroes que perdieron la vida en los ataques terroristas de 2001 y para todas las familias que lloran su pérdida.
La hermana Yelitza Ayala, que sirve a familias en el este rural de Texas, dirigió la oración, pidiéndole a Dios que permita que “reine la paz en nuestros corazones, en nuestras almas y en todo el mundo”.
Después, reflexionó sobre la experiencia de visitar un terreno tan sagrado.
“Venir aquí es una bendición”, dijo. “Orar por estas personas, orar por este país que acoge a personas de todas partes del mundo. Este lugar es un recordatorio de cómo las personas pueden estar juntas: servir, amar, compartir en paz, sin importar cual sea el color de tu piel, o cómo luzcan tus ojos, eres parte de la única raza humana, fuiste creado por Dios para amar y servir”.
“Ver gente caminando en silencio y rezando, da esperanza a todos, especialmente a nosotros, las hermanas, que amamos y oramos por las personas, por las almas”, dijo. “Te damos gracias por traernos aquí”.
Las hermanas, ahora en su cuarto año del programa de intercambio de Catholic Extension, dijeron que para ser misioneros exitosos, su tarea fundamental es enamorarse de la gente y del país al que han sido llamados a servir.
Como un símbolo de su amor por el país de acogida, las hermanas marcharon al corazón de Times Square y desplegaron una bandera estadounidense, sacando fotos que da sus respectivas casas matrices en toda América Latina.
“Después de visitar tantos lugares hermosos hoy”, dijo la hermana Donate Valdez en el viaje en autobús de regreso a casa, “puedo ver que la belleza que contemplamos es simplemente un reflejo de la belleza que existe en el corazón de la humanidad, que nos hace capaces de construir esos monumentales edificios y lugares”.