NUEVA YORK—. Mujeres visionarias e inspiradoras han moldeado la rica historia de la ciudad de Nueva York, y ahora, la ciudad quiere celebrar a estas pioneras con un monumento público.
La iniciativa convocada el mes pasado, bajo el nombre de She Built NYC, busca rendir homenaje a esas mujeres que han dejado su huella en la ciudad a comisionando obras de arte públicas conmemorativas.
Para eso se le ha pedido a los neoyorquinos que nominen a mujeres, grupos de mujeres o eventos en los que hayan sido protagonistas, con una conexión significativa con Nueva York. El criterio de selección establece que las personas no deben estar vivas y los eventos deben tener una antigüedad de al menos 20 años.
Las nominaciones se aceptan en línea a través de la página women.nyc hasta el 1 de agosto.
Su historia es la historia de Estados Unidos
Cuando John Heyer, residente de Brooklyn, se enteró de la iniciativa, inmediatamente se le vino a la mente un nombre: la santa Frances Xavier Cabrini, la primera estadounidense canonizada.
“Su historia es la historia de Estados Unidos”, dice Heyer, miembro de toda la vida de la parroquia del Sagrado Corazón-San Esteban, en Carroll Gardens, muy conectada con la vida de la santa.
“Ella vino a este país —una mujer, una inmigrante, que no hablaba inglés— y dejó una gran obra”.
La madre Cabrini, nacida en Italia, llegó a Nueva York en 1889, junto a otras Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón, la orden que ayudó a fundar. Su misión era ayudar a los miles de inmigrantes italianos recién llegados, y eso fue exactamente lo que hicieron.
La madre Cabrini desarrolló su miniesterio con inmigrantes en Manhattan, el Bronx y Brooklyn, donde fundó en 1892 su primera escuela en el noreste: St. Charles School, llamada así en honor al entonces obispo de Brooklyn Mons. Charles E. McDonnell, en las calles President y Van Brunt. (En ese lugar ahora existe un parque dedicado a la santa).
En ese momento, ella estaba viviendo y trabajando entre inmigrantes italianos de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y María, y abrió la escuela St. Charles School para educar a sus hijos. Fue la precursora de una escuela del Sagrado Corazón mucho más grande, administrada por las Hermanas Misioneras hasta los años noventa.
“Las hermanas eran la viva estampa de la Madre Cabrini”, recuerda la hermana Bernadette Anello, una Misionera del Sagrado Corazón, que creció en la parroquia.
La hermana Bernadette ahora forma parte del consejo general de las Hermanas Misioneras en Roma, y habló con The Tablet durante un viaje a su casa en Nueva York.
La devoción a la Madre Cabrini fue algo que influyó en su crecimiento y educación. Para ella la madre Frances Cabrini fue un modelo a seguir, una mujer que “tuvo la audacia de seguir sus sueños”.
La Madre Cabrini fundó un total de 67 escuelas, orfanatos, hospitales y ministerios parroquiales en tres continentes, todos destinados a ayudar a los pobres, sin educación e inmigrantes, antes de morir a los 67 años. Fue canonizada en 1946 y nombrada patrona de los inmigrantes.
Aunque su misión y ministerio la llevaron más allá de Nueva York durante su vida, sus restos físicos —a excepción de su cabeza, que está en Roma— se encuentran permanentemente en un santuario en Washington Heights, y una reliquia está expuesta en la iglesia del Sangrado Corazón-San Esteban.
“Cuando ella llegó, no tenía nada más que el deseo de ser misionera y confiar en la Providencia de Dios.
“Se quedó y luchó, al igual que otros inmigrantes”, dice la hermana Bernadette. “Por eso los inmigrantes reconocieron en ella a una madre”.
Misionera de la Nueva Evangelización
La santa Frances Cabrini no es solo la patrona de los inmigrantes, como apunta Heyer, el Papa san Juan Pablo II también la nombró misionera de la Nueva Evangelización.
“La Nueva Evangelización consiste en tratar de hacer llegar el mensaje de Cristo y su Iglesia a la sociedad secularizada de hoy en día”, explica Heyer, quien siente que un monumento a la Madre Cabrini permitiría que “otras personas aprendan sobre ella y lo que ella hizo por su fe”.
Hayer ha estado liderando un movimiento en su parroquia y en su comunidad, distribuyendo volantes y a través de Facebook, para alentar a los neoyorquinos a votar por la Madre Cabrini.
Más allá de Carroll Gardens, las conexiones de la santa se extienden a otras partes de la Diócesis de Brooklyn, donde existe una academia en Bushwick y una iglesia en Bensonhurst que llevan su nombre.
La Madre Cabrini es también la santa patrona de la comunidad de religiosas Siervas del Señor y de la Virgen de Matara de la parroquia de San Pedro y San Pablo en Williamsburg.
“La oración era el secreto detrás de sus acciones, la fuente de todas sus fuerzas”, dice la madre Maryja Wspomozycielka, S.S.V.M., directora de educación religiosa de San Pedro y San Pablo, refiriéndose a la santa madre Frances Cabrini. “¡La santa es un gran ejemplo y un modelo para nosotras!”
Al entregarse completamente a Dios, nos explica la Hermana Maryja, la Madre Cabrini pudo entregarse a los demás, como lo demuestran “las muchas obras incansables de misericordia y caridad que practicó hacia nuestra gente aquí en Nueva York y en todo el mundo”.
Kathie Addeo Bistreich, directora del coro infantil de la Iglesia St. Frances Cabrini, en Bensonhurst, se enorgullece de haber votado por la santa patrona de su parroquia.
Los abuelos de Addeo Bistreich llegaron a Nueva York desde Italia en la década de 1920. Al igual que la madre Cabrini, enfrentaron obstáculos pero tuvieron fe y esperanza en la divina providencia.
“Aunque nuestra Iglesia de St. Frances Cabrini no se construyó hasta más de 40 años después, estaban orgullosos de pertenecer a la parroquia de la maravillosa mujer que ayudó a los italianos que llegaban a los Estados Unidos”, dice Kathie Addeo.
“Creo firmemente que santa Frances Xavier Cabrini debería ser elegida para este honor”, agregó, “ya que es extremadamente importante para la historia de Nueva York y dejó una huella en la vida de tantos estadounidenses”.
Su llamada de buena voluntad universal
Aunque ha pasado más de un siglo desde que recorrió las calles de la Gran Manzana, la Madre Cabrini sigue siendo un modelo a seguir para los inmigrantes, los pobres, los enfermos y los que no tienen educación, así como para todos aquellos que trabajan sirviendo a estas comunidades y ayudándolas a prosperar.
“Lo que es universal es su deseo de proporcionarle bienestar a otros”. Ella tenía buena voluntad para todos sus hermanos y hermanas “, dice Heyer, independientemente de su género, origen étnico o credo.
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Este artículo fue originalmente publicado en inglés en The Tablet.