Cuando pensamos en Jesús por lo general pensamos en un Jesús pasivo, compasivo y hasta en algunos casos débil, que no se impone, sino que espera pacientemente en nosotros y nos otorga la libertad de tomar decisiones en nuestras vidas sin imponernos su propia sabiduría o su voluntad. Pero presentar a Jesús de esa manera nos limita de conocer al que nos muestra el evangelista Mateo en el capítulo 14.
Nos dice el versículo 22 del capítulo 14 del Evangelio de Mateo que Jesús hace que sus discípulos suban a la barca. Otras traducciones utilizan la palabra hizo, dando a entender que Jesús literalmente les empuja, no les invita, sugiere o presenta como una opción, sino que Jesús entendiendo la urgencia de su existencia y su propósito los impulsa hacia un destino que de otra manera ellos hubieran evitado.
¿Porqué Jesús obliga a sus discípulos a subir a la barca? ¡Muy buena pregunta querido lector! Veamos primero lo que sucedió anteriormente. El versículo 14 empieza con esta frase “Después de esto o inmediatamente después”… ¿Después de qué? Si lees los versículos anteriores verás que Jesús multiplicó panes y le dio de comer a miles de personas. Me imagino que Jesús entendía nuestra propensión humana a quedarnos en el lugar del milagro y no continuar, pensando quizás que este será el milagro mas grande que veremos o que seguir hacia delante implica caminar hacia un lugar desconocido donde no existen tales milagros.
Jesús empuja, obliga y hace que sus discípulos suban a la barca porque este milagro es solo parte de lo que sus ojos verán, pero esto solo será posible si son capaces de embarcarse en una aventura mayor. ¿Y tú? ¿Estás dispuesto a subir a la barca, estás dispuesto o dispuesta a dejar atrás los milagros del pasado para entrar plenamente en tu propósito?
Aunque quizás esto significa dejar tu área de confort y comodidad y entrar en aguas turbulentas, dejado atrás personas que aunque fueron necesarias para una temporada de tu vida, en ésta no podrán acompañarte a donde Dios te lleva. ¡Es un nuevo nivel de existencia! ¡Es un nuevo nivel de gloria! ¿Lo quieres? ¿Lo anhelas? ¿Lo necesitas? ¡Entonces es tiempo de subir! Nos sigue diciendo el texto que Jesús obliga a sus discípulos porque los quería llevar AL OTRO LADO.
“Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran el lago antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente. “ (Mt 14:22)
Jesús no solo les obliga a subir, sino además despide la multitud. ¿A quién debe despedir Jesús de tu vida? ¿Qué relación en estos momentos te está prohibiendo obedecer a Dios? ¿Qué nombre y número sigues borrando y bloqueando de tu celular solo para darle de nuevo acceso? Parte del proceso no es solo crecer, es también dejar atrás toda relación tóxica y dañina. Créeme cuando te digo que sé muy bien que este proceso duele, pero cuando huimos de el, también huimos de la promesa. Toda promesa tiene un proceso, es exactamente en el proceso donde Dios nos prepara para poder poseer la promesa saludablemente.
En estos momentos estamos atravesando un proceso doloroso como Iglesia, donde muchos abusos de parte del clero nos preocupan y me imagino que tú también estás preocupado, herido, confundido, etc., pero en medio de esto, mientras oramos por las víctimas, por los sacerdotes y la Iglesia, ¿puedes sentir que Jesús de nuevo nos está obligando a subir a la barca y nos insta a seguir hacia delante? Si lees el texto completo (vs 23-30) te das cuenta que Jesús sube al monte a orar y los discípulos se encuentran con una tormenta que no esperaban. Una tormenta que ha interrumpido su paz y puesto sus vidas en peligro, pero Jesús no los ha abandonado. ¡Pareciera que sí, pero no! Jesús se les revela de una manera sorprendente, de una manera que ellos jamás habían visto a Jesús. ¿Qué tal si lo mismo está sucediendo ahora?
Jesús nos invita, perdón, nos empuja y obliga como Iglesia, como católicos, como creyentes a un nuevo nivel, a pasar al otro lado, pero esto no sucederá sin atravesar un proceso y mucho menos sin pasar por una tormenta que no esperábamos. Es precisamente en estas interrupciones donde Dios sacude nuestras vidas y nuestra fe, no con el propósito de destruirnos, sino con el fin de invitarnos a entrar de una manera más plena y poderosa a nuestro destino y por ende cruzar al otro lado donde nos espera Dios con los brazos abiertos, lleno de compasión, gracia y poder.
¡No temas! No huyas! ¡No te desesperes! Entra a la barca, despréndete de relaciones tóxicas y abraza lo que te espera que no vendrá sin una tormenta. Es ahí en medio de las olas y los vientos donde Jesús se aparecerá para calmar los vientos y llenarte de valentía para poder seguir cuando quieras abandonarlo todo. ¡Cree, confía, sonríe y espera! Será como Dios ha dicho, aunque en este momento no puedas ver cómo. Créelo.
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David Bisono es Director de Evangelización y Formación de Adultos de la Diócesis de Baker. Puedes seguir a David Bisono en sus redes sociales, en Twitter, Instagram y en su web Café con Cristo.