Durante la Audiencia General de hoy, el Papa Francisco comenzó su ciclo de reflexiones en torno a las “Bienaventuranzas,” el cual seguirá el orden marcado en el capítulo 5 del Evangelio según San Mateo. En esta ocasión la sentencia abordada fue la que reza “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos,” la que se señala a la “pobreza” como “un extraño camino de felicidad,” a decir del Pontífice.
La “pobreza espiritual”
El Santo Padre explicó que San Mateo cuando habla de la pobreza no se refiere a la simple carencia material, sino aun actitud que brota de lo más íntimo de la persona más allá de sus posesiones. “¡Cuántas veces nos han dicho lo contrario! Tienes que ser algo en la vida, ser alguien … Tienes que hacerte un nombre … Aquí es de donde viene la soledad y la infelicidad: si tengo que ser “alguien”, compito con los demás y vivo en una obsesiva preocupación por mi ego. Si no acepto ser pobre, odio todo lo que me recuerda mi fragilidad. Porque esta fragilidad me impide convertirme en una persona importante, rica no solo en dinero, sino en fama, en todo.”
Reconocer los propios límites
Una parte integrante de esta “pobreza de espíritu” es la capacidad de reconocer la propia vulnerabilidad y aceptar humildemente que siempre necesitamos de alguien. “ ¡Pero qué mal vives si rechazas tus límites! Las personas orgullosas no piden ayuda, no pueden pedir ayuda, no piden ayuda porque tienen que demostrar su autosuficiencia ¡Y qué difícil es para ellos admitir un error y pedir perdón!
Las tres palabras “mágicas”
“Hay tres palabras mágicas: permiso, gracias, lo siento” afirma el Papa advirtiendo que estas palabras nace naturalmente en los espíritus pobres. “No debemos ser intrusivo, sino pedir permiso: ‘¿Parece bueno hacer esto?,’ Entonces hay diálogo en la familia.’Hiciste esto por mí, gracias, lo necesitaba.’ Entonces siempre cometes errores, resbalas: ‘Disculpe.’ El tercero es el más difícil, disculparse, pedir perdón. Porque los orgullosos no pueden hacerlo. No puede disculparse: siempre tiene razón. No son pobres en espíritu,” concluye Francisco.
Herederos de un Reino eterno
Mientras muchos se disputan los “reinos del mundo, el poder de los hombres que se termina y desaparece” hay otros que “saben amar el verdadero bien” y obtiene el Reino que no pasa, sentenció el Pontífice, invitando a los cristianos a seguir el ejemplo de Cristo que manifestó su poder dando la vida por todos: “Este es el verdadero poder. Poder de hermandad, poder de caridad, poder de amor, poder de humildad. Esto hizo a Cristo. Esta es la verdadera libertad: quien tiene este poder de humildad, servicio, hermandad es libre. Al servicio de esta libertad está la pobreza alabada por las Bienaventuranzas.”