Columna del editor

¡Bienvenidos a la Iglesia Católica!

El domingo 7 de marzo, 466 adultos de Brooklyn y Queens se reunieron con Mons. Nicholas DiMarzio en el espacioso auditórium de la antigua escuela superior Bishop Ford. Llegaron allí con sus padrinos, familiares y amigos para celebrar el Rito de Elección, uno de los últimos pasos antes de convertirse efectivamente en miembros de la Iglesia Católica por el bautismo.

Los catecúmenos, como se llama a los adultos que se convierten y van a entrar a formar parte de la Iglesia Católica, se había preparado durante un año y medio para recibir los sacramentos de iniciación —el Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación— en la Vigilia Pascual del sábado 20 de abril.

Más de 1000 hermanos de nuestra diócesis recibirán al menos uno de los sacramentos de iniciación durante la Vigilia Pascual del sábado 20 de abril, convirtiéndose en parte del cuerpo vivo de esta iglesia católica que peregrina en Brooklyn y Queens. (Jorge Domínguez/ Nuestra Voz/ The Tablet)

El grupo de 466 catecúmenos era muy diverso: venían de diferentes parroquias, diferentes culturas, países y tradiciones religiosas. Cada uno de ellos tenía una historia que contar: la historia de su encuentro personal con Jesús y el largo y a veces fascinante camino que los condujo a la Iglesia Católica.

En total, en la Vigilia Pascual de este año, 1100 personas recibirán sacramentos de iniciación. Los 466 catecúmenos reunidos en la escuela Bishop Ford eran adultos que nunca habían recibido el bautismo. Pero la noche de la vigilia entrarán también en la Iglesia un grupo de niños mayores de 7 años que nunca se había bautizado, un grupo de conversos provenientes de otras confesiones cristianas, y otro grupo de adultos que alguna vez se bautizaron en la Iglesia Católica pero no practicaron la fe ni recibieron la Primera Comunión o el Bautismo.

Entre los 466 catecúmenos predominaban los asiáticos. Por supuesto, el cristianismo es una religión minoritaria en muchos países de Asia. Por eso es más común en nuestra diócesis el bautismo de adultos provenientes de culturas asiáticas. Pero realidad, en el auditórium de la Bishop Ford se podían encontrar conversos de todas partes del mundo.

Después de varios meses de terribles noticias sobre los abusos sexuales que han ocurrido en la Iglesia, ver ese gran grupo de nuevos cristianos reunidos el domingo 7 de marzo para su Rito de Elección fue como una señal de renovada esperanza. En medio de estos tiempos duros, ellos habían decidido entrar a formar parte del pueblo católico. Y muchas de sus historias eran conmovedoras.

El auditórium de la antigua escuela superior Bishop Ford se convirtió en un crisol de nacionalidades unidas por la misma fe en Cristo. (Jorge Domínguez-López/ Nuestra Voz/ The Tablet)

Hablé ese dísa con Jesús Carvajal, un joven catecúmeno mexicano de la parroquia de los Santos Inocentes. Me contó que había estado pasando por una época muy dura en su vida, y que su mamá le aconsejó que se acercara a la Iglesia Católica. Comenzó a ir a misa. Luego de un tiempo, cuenta, se sintió renovado y fortalecido. Y decidió que quería ser católico.

Cuando terminó de contarme esto le dije que estaba sorprendido. ¿Cómo su madre, que evidentemente era una mujer de fe, no lo había bautizado al nacer?

Entonces me contó su historia. Su madre no es su progenitora biológica. Jesús fue adoptado en México cuando tenía cinco años. Él no recuerda casi nada de su vida antes de los cinco años. Y su mamá no conoce a la familia biológica de Jesús. Cuando comenzó a ir a la Iglesia Católica, trataron de averiguar si Jesús había sido bautizado de bebito, pero no hallaron ninguna evidencia. Entonces decidió preparase para el bautizo.

Cuando le pregunté cómo sentía ahora, me dijo: “No tengo palabras para explicarlo. Me siento lleno por primera vez en mi vida, me siento puro”.

También conversé ese día con Aehee Hong, una inmigrante coreana que estaba allí acompañada de su hijo adolescente. Aehee nunca creyó en Dios, pero una hermana suya, llamada Teresa, era una devota católica. Cuando su hermana murió el año pasado, Aehee quedó devastada. “Lo único que podía hacer era rezarle a Dios. No podía hacer otra cosa: solo rezar a Dios. Sentí el llamado de Dios”.

“Ellos ven que en la iglesia hay algo mucho más grande que sus problemas. Ven su santidad”, dijo Mons. DiMarzio.

Fue entonces que decidió comenzar a prepararse como catecúmena para recibir el bautismo. Su hijo Terrance Rim, decidió recibir el bautismo también. Dice que lo hizo inspirado por el ejemplo de su tía Teresa.

Aehee está convencida de que su hermana Teresa estaría feliz de saber que su fe trajo a Aehee y a su hijo a la Iglesia. “Ella me acompaña ahora a cada momento”, dice Aehee. “Su presencia es más fuerte ahora, porque estamos unidas a través de Dios. La única forma en que podría volverla a ver es a través de Dios y a través de la oración”.

Muchas historias como las de Jesús, la de Aehee y la de Terrance podrían haber contado aquellos 466 catecúmenos, todas con diferentes acentos, detalles distintos. Pero una experiencia común a todos es que llegaron a conocer la fe católica a través de sus familiares o amigos. Su encuentro con la persona de Cristo ocurrió gracias al testimonio y la mediación de quienes les mostraron —más con su ejemplo que con muchas palabras — lo que significaba ser cristiano.

Aunque la Iglesia esté viviendo tiempos turbulentos, estos catecúmenos nos recuerdan que la Iglesia continúa su labor evangelizadora y sus obras caritativas en todo el mundo. Cuando le preguntamos por el significado de ese día, Mons. DiMarzio nos dijo: “Es un signo de esperanza que ellos estén deseosos, incluso con los problemas que la Iglesia enfrenta hoy, que ellos hayan tomado la decisión de convertirse en miembros de la Iglesia. Ellos ven que en la Iglesia hay algo mucho más grande que los problemas. Ven la santidad de la Iglesia que se muestra a través de los santos que son parte de la Iglesia”.