NUEVA YORK—. A pesar de que un nuevo miembro de la Corte Suprema podría moldear el precedente judicial en las próximas décadas, varios expertos legales católicos estiman que con la nominación del juez de circuito Brett Kavanaugh para la plaza que dejará vacante en el Tribunal Supremo el juez Anthony Kennedy, las expectativas de un cambio legal inmediato y radical en cuestiones neurálgicas como el aborto y el matrimonio homosexual son prematuras.
Si es confirmado por el Senado de EE.UU., Kavanaugh reemplazará al Juez Asociado saliente Anthony Kennedy quien, después de cumplir más de 30 años en la Corte, anunció el 27 de junio su retiro al final del mandato de este año. Kavanaugh trabajó bajo la supervisión de Kennedy.
Durante un anuncio en la Sala Este de la Casa Blanca, Trump elogió a Kavanaugh como “una de las mentes legales de nuestro tiempo”, y agregó que “nadie en Estados Unidos está más calificado ni merece más este puesto”.
Aunque se espera que el nombramiento de Kavanaugh incline la Corte en una dirección más conservadora, según Marc DeGirolami, profesor de derecho y director asociado del Centro de Derecho y Religión en la Universidad de St. John’s, los partidarios pro-vida que esperan una eventual reversión de Roe. v. Wade no deberían tener expectativas muy altas.
“No funciona de esa manera ni institucionalmente en la corte, ni culturalmente”, dice DeGirolami a Crux.
Michael Moreland, Catedrático de Derecho y Religión y Director del Centro Eleanor H. McCullen de Derecho, Religión y Políticas Públicas en la Universidad de Villanova se hizo eco de esos sentimientos, y agregó que “la Corte Suprema a menudo no quiere abordar problemas mayores que los necesarios para resolver el caso que tengan frente a ellos “.
Ambos, en cambio, coinciden que en cuestiones como el aborto, Kavanaugh probablemente estaría dispuesto a fallar a favor de las impugnaciones a la ley existente que podrían ir eliminando paulatinamente las leyes actuales, en lugar de anularla por completo.
Durante sus comentarios tras la presentación del presidente, Kavanaugh destacó específicamente su fe católica, señalando que él es parte de una “comunidad católica vibrante” en Washington, D.C., donde asiste a la parroquia de Blessed Sacrament en Chevy Chase.
Continuó citando su educación en Georgetown Preparatory School —una escuela jesuita elite— y su lema de “Servir a los demás”. Coincidentemente, el juez asociado Neil Gorsuch también asistió a esta misma escuela secundaria católica, donde los dos coincidieron brevemente.
En mayo, durante el discurso de graduación en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de América, Kavanaugh hizo referencia al Papa san Juan Pablo II y al Papa Francisco, diciéndoles a los graduados que la fe es algo que va más allá de simplemente asistir a Misa, también consiste en ayudar a los necesitados.
A los 53 años, Kavanaugh podría convertirse en uno de los miembros más jóvenes del Tribunal Supremo (SCOTUS), aunque se espera que enfrente una batalla de confirmación contenciosa, con muchos Senadores demócratas advirtiendo que se opondrán a su candidatura, ya que creían que el presidente debería esperar hasta pasadas las elecciones de mitad de período en noviembre para nominar un candidato.
Aunque el Líder de la Mayoría del Senado, Mitch McConnell, ha prometido un proceso de confirmación rápido este otoño, para lograrlo tendrá que navegar un territorio políticamente traicionero, dado que la mayoría republicana tiene un voto de menos mientras que el senador de Arizona John McCain permanezca en su casa luchando contra el cáncer cerebral.
Otros miembros de su partido, en particular los senadores Lisa Murkowski de Alaska y Susan Collins de Maine, han expresado su oposición a un candidato que amenace con revertir el derecho al aborto.
Se necesita un voto de mayoría simple para confirmar al candidato, y de ser así, Kavanaugh sería el segundo juez nominado por Trump al Supremo. En abril del año pasado, Gorsuch fue juramentado para reemplazar a Antonin Scalia, quien falleció en 2016.
Según Rick Garnett, decano asociado y profesor de derecho en Notre Dame Law School, el pensamiento legal de Kavanaugh está “modelado por Scalia”, igual que el resto de los contendientes potenciales en la lista de candidatos del presidente.
La oportunidad de ocupar un puesto vacante en la Corte se convirtió en uno de los temas definitorios durante la campaña presidencial de 2016, cuando el entonces candidato Trump prometió que haría sus nominaciones a la Corte Suprema a partir de una lista de 25 nombres elegidos por grupos judiciales conservadores con el objetivo de cumplir la promesa de campaña de Trump de revocar Roe.
Entre los jueces actuales en la corte, cinco son católicos: el presidente del Tribunal Supremo John Roberts y los jueces asociados Samuel Alito, Anthony Kennedy, Sonia Sotomayor y Clarence Thomas. Gorusch fue criado como católico, pero ahora asiste a una congregación episcopal.
Kennedy, quien se está jubilando a los 81 años, emitió votos críticos en algunos de los casos más importantes de la corte para los católicos, incluido el aborto, el matrimonio homosexual, la pena capital, la elección de escuela y los sindicatos laborales.
En 1992, fue coautor de la opinión mayoritaria en el caso Planned Parenthood v. Casey defendiendo los derechos de aborto establecidos en Roe v. Wade, al tiempo que también permite establecer algunas restricciones. En 2005, en Roper v. Simmons, Kennedy emitió el voto decisivo en una decisión que prohibía a los menores ser ejecutados penalmente.
Sin embargo, es muy probable que sea más recordado por escribir la opinión mayoritaria en el caso de 2015 Obergefell v. Hodges, que estableció un nuevo derecho civil al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Al reflexionar sobre el legado de Kennedy, Garnett le dijo a Crux que “los católicos, como todos, deberían admirar a Kennedy por ser un caballero verdaderamente decente”.
Continuó agregando que el legado de Kennedy sobre la libertad de expresión debería encabezar la lista de méritos por los que los católicos deberían recordar Kennedy, junto con su apoyo “consistente y correcto” a los programas de bonos escolares y su posición de que “no hay nada inconstitucional en la cooperación del gobierno con instituciones privadas con fines públicos”.
Sin embargo, sobre el tema del aborto, Garnett dijo que la manera en que Kennedy continuó apoyando la decisión de la Corte en Roe fue “desafortunada”. También agregó que su decisión en Obergefell “alejó la ley del entendimiento católico de lo que es el matrimonio”.
Examinando esos cambios, John Garvey, profesor de jurisprudencia y presidente de la Universidad Católica de América, dijo a Crux que “hay una serie de elementos que se han creado una distancia entre el magisterio de la Iglesia y el rumbo que ha tomado la cultura, y mucha gente espera que se tomen decisiones futuras [por el tribunal] que cambien eso”.
Como evidencia de los grandes desafíos de la nominación de Kavanaugh, una serie de gigantes legales católicos conservadores estuvieron presentes en la ceremonia de la Casa Blanca, incluyendo a Ed Whelan, presidente del Centro de Ética y Políticas Públicas, y Leonard Leo, vicepresidente ejecutivo de la Sociedad Federalista y el principal responsable de examinar la lista de posibles candidatos del presidente.
Mons. John Enzler, director de Catholic Charities en Washington, D.C., donde Kavanaugh colabora como voluntario, también asistió como invitado especial del juez. Cuando el Papa Francisco visitó la capital del país en 2015 realizó una visita a la sede del ministerio de Enzler, donde los dos encabezaron una campaña para servir almuerzos a desamparados.
El martes, Kavanaugh comenzará el proceso de reunión con senadores individuales antes de que comiencen las audiencias de confirmación más adelante en el otoño.
Moreland dijo a Crux que cree que Kavanaugh es “la mejor combinación que el presidente podría haber hecho entre el candidato más fuerte y más seguro”, señalando que aunque sus opiniones específicas sobre la ley de aborto son desconocidas, se ha revelado como un “fuerte defensor” de la libertad religiosa en fallos judiciales previos.
Aunque muchos católicos ven esta oportunidad como un punto de inflexión para la Corte en cuestiones relacionadas con asuntos de vida humana y libertad religiosa, Garvey confesó a Crux que quienes están en “ambos extremos” del espectro sobre el tema del aborto, quizás hayan depositado demasiada confianza en el papel de la corte para entregar el “resultado correcto” de ciertos casos, descuidando otras áreas como la influencia gubernamental y cultural.
Garvey se apresura a señalar que él favorece “un fuerte compromiso con el texto de la Constitución”, pero al mismo tiempo advierte contra un poder judicial excesivamente activo.
“Ese no es el trabajo del tribunal”, dijo Garvey, “y es malo para el proceso democrático”.
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Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Crux. Puede seguir a Christopher White a través de su cuenta en Twitter @cwwhite212.