“Fue un éxito total, la comunidad filipina dio muestras de una gran organización, y un sentido de colaboración y ayuda. Organizaron e invitaron a las comunidades filipinas cercanas e incluso de Manhattan y tuvimos la pastoral musical diocesana, el grupo musical de la Diócesis de los filipinos, tuvimos las danzas Sinulog, que son las señoras que bailan en honor al Santo Niño”, comenta el padre Carlos Quijano, párroco de Santísimo Sacramento.
El padre Quijano nos recuerda que esta es la primera vez que se celebró la esta, “Entronizamos y bendecimos la imagen del Santo Niño de Cebú. Fue un éxito y una alegría. Muchas personas después de la misa fueron a la cena que teníamos. Cerca de 700 personas asistieron y a la cena llegaron 300”.
Pero en la celebración no solo participó la comunidad lipina, también asistieron feligreses hispanos y americanos. “Fue una hermosa expresión de la diversidad cultural de la parroquia, la integración de una parroquia casi totalmente hispana a una nueva devoción como es el Santo Niño de Cebú de nuestros hermanos lipinos. En las misas hispanas se les explicó a los feligreses que el Santo Niño de Cebú, que es el patrón de Filipinas, también corresponde a nuestra propia devoción del Divino Niño. Hay una comunicación ahí y una herencia compartida, porque también ellos fueron colonizados por los españoles”, agrega el padre Quijano.
El padre Jovito B. Carongay Jr., párroco de la Ascensión en East Elmhurst ofreció la Eucaristía. “Hizo una hermosa homilía, con un fondo histórico para explicar a la congregación el origen de la devoción del Santo Niño de Cebú. Él es nativo de Cebú, entonces eso ayudó mucho, le llegó al corazón de la gente y algunos feligreses filipinos estaban llorando porque se sentían conectados con su tierra y con su devoción”, dice el padre Quijano.