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Cine de valores: In America

“Él era mi hermano también.
No es mi culpa que él esté muerto.
No es mi culpa que yo aún esté viva”.

—Christy

Esta película que transcurre en 1982, nos cuenta la historia de Johnny y Sarah Sullivan, una joven pareja irlandesa que decide emigrar a Estados Unidos. Con una visa de turismo, Johnny y Sarah, junto a sus hijas Christy y Ariel, llegan a Estados Unidos desde Canadá.

En un caluroso día de verano y luego de una larga búsqueda de un sitio para vivir, terminan rentando un apartamento en un viejo y destartalado edificio de Hell’s Kitchen, en Manhattan. Toda la familia trabaja para adecuarlo y hacerlo un lugar decente y acogedor, en un barrio donde nada es acogedor. El área está llena de marginales y drogadictos, un panorama hostil del cual forma parte Mateo Kuamey, un artista nigeriano cuyo apartamento luce en la puerta un gran letrero que dice: “No se acerque”.

Johnny es actor de teatro y en Canadá trabajó como tal hasta que quedó desempleado. En espera de abrirse camino en Broadway y lograr sobrevivir con los suyos en Nueva York, se presenta a cuanta audición sea posible. Sarah, por su parte, consigue un empleo en una heladería cerca a casa.

Además de las dificultades económicas de la familia, deben lidiar con el dolor de la muerte de Frankie, el tercero de sus hijos, quien murió un año atrás a causa de un tumor cerebral. Los silenciosos reproches y los sentimientos de culpa empiezan a afectar la relación entre Johnny y Sarah, situación que empeora cuando descubren que está en camino un nuevo bebé.

El joven padre consigue un trabajo como conductor de taxi para poder pagar las cuentas y la mensualidad del colegio católico donde quiere que estudien sus pequeñas. Los días corren y llega el otoño y con él el entusiasmo de diseñar dos lindos disfraces para que Christy y Ariel participen en el concurso de Halloween en la escuela. El esfuerzo al final se tiñe de frustración cuando las niñas ven que son las únicas que visten disfraces hechos en casa. Al final del día ellas esperan al menos poder hacer el tradicional recorrido de puerta en puerta y terminan pidiendo dulces en aquella puerta del vecino poco amigable.

Y como nada es coincidencia, al final se entiende cuál era la razón por la cual esta familia se encontró en el camino con Mateo, cual el propósito de aquel bebé que puso en peligro la vida de Sarah y cómo Johnny logró reconciliarse con Dios y con la vida luego de la pérdida de su hijo de cinco años.