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BROOKLYN, Nueva York—. “El racismo es un estado mental totalmente opuesto a las enseñanzas de Jesús”, remarcó Pamela Perkins, una de las participantes en la cuarta Sesión de Conversatorios sobre el Racismo de la Diócesis de Brooklyn celebrada en la parroquia de la Sagrada Familia en Fresh Meadows, el sábado 8 de diciembre.
Las sesiones fueron organizadas por la Comisión diocesana de Racismo y Justicia Social, un grupo presidido por el Obispo Auxiliar Neil Tiedemann, C.P. Esta serie de conversatorio comenzaron en junio en San Francisco de Asís-San Blas, en Crown Heights y en la parroquia de Santa Clara, en Rosedale, y luego se llevó a cabo una reunión a nivel de decanato en octubre en San Marcos, en Sheepshead Bay.
Mons. Nicholas DiMarzio, obispo de Brooklyn, quien formó la comisión después de los trágicos eventos en Charlottesville, Virginia, el año pasado, participó en esta cuarta sesión.
“Este es el pecado original de América”, dijo el obispo, afirmando nuevamente la declaración que hiciese en un servicio de oración después de los eventos en Charlottesville.
Actos y actitudes de odio
Durante el verano de 2017, cientos de supremacistas blancos se reunieron en el campus de la Universidad de Virginia. Al día siguiente, la violencia estalló en la ciudad cuando militantes neonazis se enfrentaron a las manifestaciones de protesta. Una joven, Heather Heyer, fue asesinada cuando un hombre embistió con su automóvil deliberadamente a los antisupremacistas. James Alex Fields, el hombre de Ohio al volante, fue declarado culpable el viernes 7 de diciembre de asesinato en primer grado.
Siguiendo la agenda de las sesiones anteriores, el evento comenzó con una breve introducción del Padre Alonzo Cox, secretario de la comisión y coordinador del Vicariato de Asuntos Católicos Negros para la Diócesis de Brooklyn.
A continuación, el obispo Tiedemann reflexionó sobre el racismo. “Como sociedad y como nación hemos experimentado una gran violencia racial y discordia. El feo pecado del racismo ha afectado significativamente la vida de muchos de nosotros”, dijo. Agregando que después de los eventos en Charlottesville, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) estableció un comité para abordar el problema del racismo, y citó la reciente carta pastoral publicada por la Conferencia de Obispos durante su Asamblea General de Otoño en Baltimore, del 12 al 14 de Noviembre:
“El racismo surge cuando, consciente o inconscientemente, una persona sostiene que su propia raza u origen étnico es superior… Como cristianos, estamos llamados a escuchar y conocer las historias de nuestros hermanos y hermanas. Debemos crear oportunidades para escuchar, con el corazón abierto, las historias trágicas que han marcado profundamente las vidas de nuestros hermanos y hermanas”.
“Esta es nuestra cuarta sesión de conversaciones. Una vez más, queremos mirar al interior de nuestra Iglesia y nuestra diócesis para descubrir y aprender de sus experiencias de racismo”, concluyó el obispo Tiedemann.
Compartir en pequeños grupos
El padre Cox luego invitó a los participantes a formar tres grupos pequeños para discutir varias inquietudes sobre el racismo. Antes de las sesiones grupales, el padre Cox compartió una experiencia personal que tuvo en la primera parroquia donde fue asignado después de su ordenación, la parroquia Santa Clara en Rosedale, que hoy en día es una parroquia predominantemente afroamericana.
“Después de mis primeras dos semanas en Santa Clara, visité a una persona mayor que estaba confinada en su hogar”, dijo. Era una anciana blanca, como la mayoría de la comunidad en esta parroquia durante los años cincuenta y sesenta.
“Mientras estábamos sentados a la mesa tomándonos un té, me hizo un comentario”, recordó el padre Cox. “Me dijo: ‘Sabe una cosa, padre, en la parroquia de Santa Clara de los años cincuenta y sesenta, un sacerdote como usted nunca hubiera sido bienvenido’. Le pregunté: ‘¿Un sacerdote como yo? ¿Por qué?’. Y ella me respondió: ‘Bueno, padre, usted es negro. ¡Ya sabe cómo es!'”.
Después los asistentes se dividieron en tres grupos para un almuerzo de trabajo, donde compartieron sus propias anécdotas sobre el racismo en la Iglesia y en la sociedad en general.
Pamela Perkins compartió con su grupo una experiencia que tuvo cuando tenía 9 años de edad y cursaba cuarto grado en una escuela católica en Brooklyn. “Era una escuela bastante mixta en ese momento, la mitad de los niños eran blancos y la otra mitad negros”, dijo.
Un día, una de las monjas les pidió a todas las niñas blancas que salieran del aula y luego les dijo a las niñas afroamericanas: “Deben estar agradecidas de estar aquí, pero este no es lugar para ustedes, porque no van a ser otra cosa en el futuro que criadas”.
Más tarde, Perkins contó como una de sus amigas blancas le dijo que ese mismo día la monja les había dicho a los niñas blancas que no debían ser amigas de las negras, usando un insulto racial para describirlas. “Desde ese día dejamos de ser amigas”, dijo Perkins.
El diácono Ernie Hart, miembro de la comisión, en una entrevista con The Tablet comentó que: “Mucha gente piensa que el racismo no existe. Otros piensan que el racismo es solo blanco y negro, literalmente, pero el racismo va más allá de la raza, tiene que ver con la procedencia étnica, la religión, tiene que ver con muchas cosas”.
El diácono explicó que el objetivo de la comisión era escuchar de los fieles “cómo el racismo ha impactado su vida y la de la Iglesia aquí, en la Diócesis de Brooklyn”.
Cuando se le preguntó sobre los frutos de estas sesiones, el diácono Hart dijo: “No lo sabemos todavía. Tendremos que discutir en la comisión que camino seguir a partir de ahora”.
Al comentar sobre esta cuarta sesión, dijo: “Algo diferente de esta [sesión] es que la mayoría de los asistentes no son negros, por lo que la comisión tendrá una perspectiva diferente sobre cómo el racismo afectó la vida de estas personas”.
Conciencia y progreso
Mons. DiMarzio, quien escuchó todos los testimonios durante la sesión de tres horas, no habló hasta el final. Explicó a los participantes la historia y los objetivos de la comisión que creó el año pasado.
Aunque las personas están conscientes de que el racismo existe en la sociedad, dijo Mons. DiMarzio, a veces no se dan cuenta de su presencia dentro de la Iglesia. La comisión, explicó, fue creada “para ver qué podemos hacer dentro de la Iglesia para que la gente adquiera consciencia y podamos erradicarlo”.
La comisión hablará en la reunión de sacerdotes la próxima primavera, dijo el obispo, para implementar los resultados de las sesiones de conversatorios y las pautas de la carta pastoral de la USCCB.
“Somos sin dudas una de las diócesis más diversas del país”, dijo el obispo de Brooklyn. “Tenemos que hablar con todos para ver cómo lo ven. El siguiente paso es hablar con nuestros grupos de inmigrantes para ver cómo lo experimentan [el racismo]. Dentro de la Iglesia podemos hacer mucho más de lo que quizás toda la sociedad pueda hacer. Sabemos que tenemos el Evangelio para guiarnos”.
Al preguntarle por qué todavía existe racismo en la Iglesia, el diácono Hart dijo: “Porque somos pecadores y no hacemos lo que Jesús nos dijo que hiciéramos…
“El racismo es a menudo malinterpretado. Nadie entiende lo que el racismo le hace a otros. Y la gente no acepta que es racista. Si les preguntas, dirán que no lo son. Pero luego por sus acciones ves que no es cierto. Si siguiéramos las enseñanzas de nuestro Señor, no tendríamos ningún problema, pero eso no sucederá hasta que Él regrese, ¿no es cierto?”