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Cuando un negocio propio es la única salida

A veces no entendemos las pruebas que Dios nos pone en el camino. Sin embargo, a menudo es en los momentos de mayor dificultad cuando sentimos más de cerca el amor y la ayuda de Dios… y cuando se abren las puertas de la Walter y Giloportunidad.

Walter Wilmer Tenelema y Gil Mendoza son dos mexicanos que recientemente iniciaron su camino como empresarios. Su pequeña y próspera compañía de confecciones se llama Casa de Moda NYC. Iniciar ese negocio fue la única alternativa que les quedó cuando su anterior jefe dejó de pagarles sus salarios.

Por más de 10 años, Walter y Gil, al igual que otros empleados, trabajaron para un hombre de nacionalidad coreana. Las cosas parecían marchar bien en la empresa, que primero estuvo en Manhattan y que luego se mudó a Brooklyn. Todo cambió cuando su dueño comenzó a tener problemas con el alcohol. Poco a poco dejó de cumplir con obligaciones básicas, como el pago de la renta, la entrega puntual de pedidos a sus clientes y el pago a proveedores, los salarios a los empleados y otros gastos de funcionamiento.

Como era de esperarse, aquel hombre se fue a la quiebra. La administración del edificio en el que radicaba el negocio Trabajandoen Brooklyn medió entre el dueño de la empresa y sus empleados para que éstos recibieran toda la maquinaria como pago por los salarios adeudados por varios meses. Gracias a esa negociación, en lugar de quedarse sin trabajo y con las deudas acumuladas a causa por los retrasos en el pago de sus salarios, los empleados pudieron unirse para intentar darle nueva vida al negocio.

Era claro que ellos no podían hacer lo mismo que el antiguo dueño. No podían pagar el alquiler de sus apartamentos o las cuentas de los servicios públicos con máquinas de coser, pero los recursos estaban disponibles y más aun las ganas de ‘chambear’ duro, superar la adversidad y salir adelante.

Actualmente Casa de Moda tiene seis empleados y se dedica al diseño, corte y confección de prendas de vestir para hombres, mujeres y niños de todas las edades y de todos los estilos. Además, hacen muestras por encargo y se esmeran en brindar a todos sus clientes un excelente servicio a un precio justo. La empresa y su personal se están preparando para producir a gran escala y esperan recibir este tipo de propuestas en un futuro cercano.

“Mi sueño siempre ha sido tener algo aquí”, dice Walter, un ecuatoriano de 32 años nacido en Ambato que llegó solo a Estados Unidos para reencontrarse con su familia cuando cumplió sus 18 años. El mundo de la moda y el diseño no le es ajeno, pues en Ecuador Walter trabajaba en la confección de calzado y vendía directamente a almacenes.

Trabajando1Al llegar a Estados Unidos, Walter trabajó en el sector de la construcción pero un día le dijeron que se necesitaban un planchador en una empresa de confecciones y solicitó el trabajo. El antiguo dueño de la empresa lo contrató pese a que no tenía experiencia alguna y le enseñó todo lo que sabe, como él mismo lo reconoce.

Gil, por su parte, nació en el Distrito Federal, en México, hace 42 años. Desde hace 12, antes de llegar a Estados Unidos, confeccionaba prendas en cuero. Se le ve aliviado y satisfecho al saber que día a día el fruto de sus esfuerzos se consolida en un negocio que además da trabajo a otros hombres y mujeres que sostienen a sus familias. “Trabajamos más duro que antes, las responsabilidades aumentaron, pero tenemos una gran satisfacción”, afirma Gil, quien recuerda que el ambiente laboral antiguamente era poco amable y más bien hostil, algo que ellos han entendido y cambiado por el bien de todos.

“Aquí hay muchas oportunidades para crecer”, dice Walter, quien ve con fe y optimismo los días venideros. Entre tanto, Gil espera que esta empresa se consolide y que sea respetada, que no por ser una empresa hispana le quiten los méritos ganados con arduo trabajo y que goce de un prestigio igual o mayor al que tienen las empresas coreanas conocidas en el sector de las confecciones.

Casa de Moda NYC
(347) 932-6852