Análisis

Detenernos para rezar, pensar y trabajar; los desafíos de la cuarentena

Hace unos pocos meses atrás, ninguno de nosotros habría imaginado vivir esta experiencia surrealista. Hacia noviembre del 2019 todo iba en el marco de las situaciones críticas normales de cada nación o región del mundo. Hasta que un agente microscópico con un proceso de mutación natural (o provocado) en cuestión de horas generó una revolución inimaginable. Veamos unas breves consideraciones en tres niveles: el de la fe, el de la autoayuda y de la cultura.

  1. No nos olvidemos que nuestra fuerza es Dios. La cuestión es que debemos estar con espíritu de lucha llenos de esperanza. Los espíritus se prueban en las crisis, en los momentos difíciles y Dios no nos hará faltar su gracia, el Señor nos asiste y nos acompaña. El camino de la cuarentena nos hizo vivir la Semana Santa más cercanos a Jesús y a su experiencia de pasión: él cargó la cruz encima y no se hizo atrás, apechugo con decisión hasta el final. Este es un tiempo de gran meditación, tenemos tiempo, no nos achiquemos y vivamos la Pasión junto al Señor, haciendo que la Pascua no sea solo un tiempo litúrgico, sino que se encarne en una experiencia personal al resucitar también de esta pandemia.
  2. Junto a la ayuda de Dios con el impulso de la fe debemos trabajar nuestra actitud humana psicológica. Cuando las crisis y las pruebas se alargan en el tiempo puede ocurrir que uno tenga miedo o desesperación. Es una reacción natural frente a la incertidumbre de una constante amenaza que me apunta a mí y a mis seres queridos. Por eso es preciso fortalecer nos buscando los recursos interiores donde nuestro ser atesara su fuerza natural de sobrevivencia. Es el momento de aplicar una autodisciplina en el tiempo y mantenernos constantemente activos. La vida familiar debe seguir el mismo ritmo aunque las circunstancias sean distintas. El trabajo cura depresiones de todo tipo. Hay que ser creativos y ocupar el tiempo de todas las maneras posible. Cada centímetro de tu casa es un lugar para ordenar y trabajar. La pereza nunca ayuda, el trabajo libera y nos hace crecer. ¡¡¡Animo!!!
  3. Junto a Dios y al trabajo es bueno pensar la realidad. Estamos ante la tentación de caer en un proceso de hibernación, no tecnológica sino humana y eso es riesgoso. Este es un tiempo propicio no solo para pensar sino para pararnos a pensar. Tiempo de reflexión profunda para que no exploten nuestras coronarias y caigamos en el virus del atolondramiento. Rezar, trabajar, pensar…

Los analistas señalan que el coronavirus vino a adelantar la historia… esto es fuerte porque lo que se viene es un nuevo modo de vivir lo humano. Como dije en artículos anteriores nos inclinamos a la introducción de la tecnología artificial dentro del cuerpo humano. Las vivencia de esta pandemia en los países centrales ha llevado al control de las personas por sus celulares (Francia, Singapur, China y otros más). No hay mejor excusa que una pandemia para entrar en la vida individual de las personas. Por esto la discusión futura que viene es la de la libertad individual. ¿Qué humanidad tendremos luego de esto? Debemos cultivarnos, leer, artículos serios, pensar, meditar y comunicar, estos momentos del trabajo intelectual, nos pueden ayudar mucho.
4. El cultivo interior presupone: Detenernos, rezar, trabajar, formarnos, pensar… y vivir con la confianza plena en Jesucristo Señor de la Historia, con Él todo lo podemos y será Él quien triunfe de manera plena al final de los tiempos.  Cada uno tiene la misión de ser portador de esperanza y fortaleza. ¡¡¡Animo y a seguir luchando!!!

Repitamos las palabras del conocido salmo: “yo confío en ti, Señor, Tú eres mi Dios, mi destino está en tus manos, líbrame del poder de mis enemigos”.