Mientras Robert Soto rezaba junto al ataúd de Mons. René Valero, venían a su mente los buenos recuerdos del obispo auxiliar emérito de Brooklyn. “¿Cómo recuerdo al obispo Valero? Todas son buenas memorias. Y están de una manera vívida en mi mente. Todavía puedo escucharlo dando los sermones”, dice Soto. Él es uno de los ujieres en la Iglesia del Santísimo Sacramento en Jackson Heights, Queens.
El obispo Valero falleció el domingo 10 de marzo a los 88 años. Cientos de católicos visitaron la Iglesia del Santísimo Sacramento, donde se encontraba expuesto en un funeral a Capilla Ardiente, el 19 de marzo para despedirse del querido sacerdote.
Esa noche, el obispo auxiliar de Brooklyn, Mons. Raymond Chappetto, celebró la misa de la vigilia, junto a otros obispos y sacerdotes de la diócesis.
El obispo Valero nació en 1930 y se crió en Nueva York. Hijo de inmigrantes venezolanos, sirvió en la diócesis de Brooklyn durante más de cinco décadas. Una de sus muchas asignaciones fue como párroco de la Iglesia del Santísimo Sacramento. “Era una persona maravillosa, una persona con la que podías hablar, que te escucharía y te daría el mejor consejo”, recuerda Marlene Paucar, una de las antiguas feligresas del obispo.
Mons. Valero fue el primer obispo de ascendencia hispana de la Diócesis de Brooklyn, luego trabajó con Catholic Charities y luego fue elegido para dirigir la Oficina Católica de Migración.
También lideró el apostolado hispano, sirviendo con su ministerio a los católicos hispanos en Brooklyn y Queens. “Estaba muy agradecido con el Señor por eso, porque ese fue el comienzo de una verdadera creación de un apostolado hispano”, dijo el obispo Valero en 2009 a Currents News.
Incluso después de su retiro en 2005, el obispo Valero mantuvo una conexión especial con la Iglesia del Santísimo Sacramento. Regresó a Jackson Heights en 2012 cuando la parroquia dedicó en su honor su sala de recepción. En esa oportunidad Mons. Valero le confesó a Currents News que lo que más extrañaba era a sus feligreses: “Parte de la vida del sacerdote es servir a su pueblo en una parroquia, y especialmente ser un pastor. Extraño mucho esos días, pero me alegra volver a verlos una vez más”.
Los feligreses del Santísimo Sacramento también se alegraron de poder presentar sus respetos finales. “Por supuesto que duele que haya fallecido; pero también es una especie de alegría pensar que, por fin, está descansando en paz”, dijo Paucar.
La misa fúnebre de Mons. Valero se celebró hoy 20 de marzo en el Centro de la Inmaculada Concepción en Douglaston, Queens a las 10:30 a.m., presidida por el Reverendísimo Mons. Nicholas DiMarzio, Obispo de Brooklyn.
“Mons. Valero ayudó a muchas personas, pero especialmente a los más necesitados, como los inmigrantes y las personas mayores. Se hizo trabajador social para ayudar mejor a más personas. Su ministerio episcopal fue consagrado al servicio a las personas. Murió después de una muy difícil situación. Una larga enfermedad de la que nunca se quejó; se lo tomó con calma y siempre tenía una sonrisa en la cara”, dijo el Obispo DiMarzio.
“Vivió su ministerio con gran amor, gran compasión, humildad y sencillez. Se entregó a los que lo necesitaban. Era venezolano, de origen, pero no solo dirigió su ministerio a los hispanos, sino a todas las comunidades de la Diócesis. Los hispanos en la Diócesis de Brooklyn y Queens sentirán su pérdida porque él tocó muchas vidas y familias con su sonrisa, su amor y su cuidado. Nos despedimos de un buen amigo, nos despedimos de un buen sacerdote de Dios, que fue un ejemplo para todos nosotros”, añadió Mons. Octavio Cisneros, obispo auxiliar de Brooklyn.
Mons. Valero recibió santa sepultura en la Cripta de los Obispos del Centro de la Inmaculada Concepción en Douglaston.