Nacionales

Defensores de migrantes reaccionan a eventos en Tijuana

CIUDAD DE MÉXICO (Por David Agren/CNS)—. Una escena caótica en Tijuana el 25 de noviembre resultó en el cierre de uno de los cruces fronterizos más transitados del mundo cuando a un grupo de migrantes, que incluía a mujeres y niños, se les tiró gas lacrimógeno en la frontera sur de Estados Unidos.

La escena también mostró la creciente impaciencia y desesperación de miles de personas viajando en caravanas, que podrían pasar meses en un campamento incómodo mientras esperan presentar solicitudes de asilo a funcionarios en Estados Unidos.

Algunos defensores católicos de los inmigrantes criticaron la reacción de Estados Unidos y dijeron que fue excesiva.

Pero algunos de los que trabajan con migrantes a través de una red de refugios que se extiende a lo largo del país dijeron que intentaron advertirles a los participantes de la caravana y al grupo de defensa de migrantes que lo acompañaba, Pueblo Sin Fronteras, que la situación es diferente comparada a años anteriores, cuando las caravanas más pequeñas cruzaban México. Los tiempos han cambiado, dijeron. Los recursos para mantener a miles de migrantes en Tijuana son escasos y el gobierno de los Estados Unidos ha mostrado pocas señales de acelerar el proceso para aceptar solicitudes de asilo.

Noticieros sobre los eventos en Tijuana describen una protesta pacífica, en la que los migrantes planeaban presentar su caso: que habían venido solo para trabajar y salvar sus vidas. Pero la protesta fue recibida por un muro de policías mexicanos, lo que llevó a los migrantes a desviarse de la barricada y dirigirse a un cruce fronterizo de un tren.

Estampida de parte de los emigrantes centroamericanos que intentaban cruzar la frontera por Tijuana. (CNS photo/Hannah McKay, Reuters)

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza dijo en un tuit que algunos migrantes “lanzaron proyectiles” y para responder “los agentes de la Patrulla Fronteriza desplegaron gas lacrimógeno para disipar al grupo debido” al riesgo que presentaban a la seguridad de los agentes.

La caravana ha cruzado fronteras cerradas y ha pasado por barricadas de la policía desde que partió de San Pedro Sula, Honduras a mediados de octubre. Parroquias han ayudado a la caravana original y varias caravanas posteriores a medida que pasaban por el sur de México; un grupo de religiosos ofreció atención médica, y las diócesis han recogido colecciones.

Pero ahora los migrantes se han topado con la frontera de los Estados Unidos y una administración que les advirtió que la caravana no entrará al país. Los Estados Unidos ha permitido que se realicen diariamente menos de 50 peticiones (para entrar), incluso mientras miles esperan su turno en México.

La caravana también corre el riesgo de no ser bienvenida en Tijuana, donde ya se han expresado actitudes hostiles, donde el cierre de la frontera daña la economía y donde el gobierno local advirtió que los recursos se estaban agotando.

La caravana de migrantes fue recibida con gases lacrimógenos por la patrulla fronteriza de Estados Unidos. (CNS/Hannah McKay, Reuters)

Llevar a tanta gente al cruce fronterizo y organizar una marcha no es buena idea, dijo el padre Alejandro Solalinde, quien opera un refugio para migrantes en el estado de Oaxaca. “Pero no hay control alguno en absoluto”.

“Yo era el único que les di ese consejo, pero no hicieron caso, no escucharon porque los líderes que los llevaban (los activistas) les hacían creer que iban a poder hacer eso con lo que en realidad no era así”, dijo el padre Solalinde.

Jorge Andrade, coordinador de una cooperativa de refugios dirigida por católicos de refugios para migrantes, dijo que la respuesta de parte de los Estados Unidos era “excesiva”. Durante la primavera, Andrade dijo que los organizadores de la caravana tienen buenas intenciones, pero están exponiendo a los migrantes al peligro.

El padre Andrés Ramírez, quien trabaja con migrantes en Tijuana, dijo que el cierre de la frontera como ocurrió el 25 de noviembre no había ocurrido desde los ataques terroristas del 11 de septiembre.

El padre Solalinde se ha negado acompañar a los migrantes más al norte que la Ciudad de México, diciendo que el camino presenta riesgos, por ejemplo, el secuestro. Contó cómo un grupo de migrantes, que eran evangélicos, le dijo: Dios nos cuidará y “tocará el corazón” del presidente Donald Trump.

“Son tiempos difíciles entonces ellos de por sí parece que … he dicho como si tuvieran un chip ‘tienen que ir al norte’ y pensaron que iba a ser igual que las veces anteriores pero no es así”, dijo el padre Solalinde.

El gobierno mexicano dijo en una declaración el 25 de noviembre que había tenido 98 migrantes que estaban involucrados en enfrentamientos con la policía y los agentes de cruzar la frontera en Tijuana.

Dijo también que habían más de 7,400 inmigrantes de varias caravanas en el estado fronterizo de Baja California, mientras que 11,000 inmigrantes habían sido repatriados o deportados a América Central desde el 19 de octubre.

El periódico The Washington Post informó en una nota del 24 de noviembre que el gobierno entrante de México llegó a un acuerdo con los Estados Unidos conocido como “Quédate en México”, en el cual los solicitantes de asilo esperarían al sur de la frontera mientras sus reclamaciones se procesan en los tribunales de los Estados Unidos. La entrante ministra del Interior de México, Olga Sánchez Cordero, luego negó la nota, pero no negó sus comentarios al Post confirmando un acuerdo.

También negó que México se convirtiera en un “tercer país seguro”, lo que significaría que se consideraría que los migrantes en México ya han encontrado seguridad.

En efecto, “Quédate en México es la configuración de México como un tercer país seguro”, dijo Andrade.