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Diácono por el llamado del Señor… y de su señora

Nació en Medellín, departamento de Antioquia (Colombia), el mes de abril de 1967 y llegó a Nueva York el 10 de febrero de 1986 a la edad de 19 años, con el objetivo de ahorrar un dinero y regresar a la universidad. Sin embargo no alcanzó a reunir lo necesario debido a los altos costos de sostenimiento en esta ciudad y fue cuando consideró quedarse y buscar un mejor futuro. Desde entonces ha residido en Astoria y durante los últimos 23 años él y su familia han sido parte de la parroquia Inmaculada Concepción.

El diácono Elkin Tamayo y su esposa, Yadira Polo, hacen parte del Ministerio Pre Cana desde el 2012 y han preparado a más de 1600 parejas para recibir el Sacramento del Matrimonio.

“A mi esposa la conocí en noviembre de 1989 y nos casamos en agosto de 1990”, dice el diácono Elkin, cuya esposa Yadira Polo, comparte herencia colombiana, aunque nació en Brooklyn, pues sus padres nacieron en la ciudad de Barranquilla, departamento de Atlántico.

Su llamado al diaconado lo resume breve pero animadamente. “Nosotros teníamos al diácono Franklin Muñóz, que era el diácono de la parroquia y él un día dijo ‘necesito lectores para la misa en español’ y entonces mi esposa me empujó diciéndome ‘¡ve!’ entonces el diácono me preguntó ‘¿y usted qué hace aquí?’ y le contesté ‘Ah, es que mi esposa me mandó’ ”, comenta entre risas.

Fue así como comenzó en el Grupo de Lectores de La Palabra en su parroquia, donde sirvió por tres años y luego formó parte del grupo de Renovación Carismática. Un día el diácono Franklin Muñóz anunció su traslado a la iglesia La Encarnación en Queens Village, dejando a Elkin a cargo de la sacristía. “Yo era el encargado de la misa hispana, organizaba las velas y todo lo demás y eso me entusiasmó, me motivó mucho”, asegura.

“Siendo sacristán sentí la presencia del Señor […] después en una Vigilia Pascual en la que estaba el Obispo confirmando a varios adultos de la parroquia, sentí un amor enorme en mi corazón. Era una alegría y un gozo que no me cabía en el pecho y me preguntaba ‘¿qué me pasa, por qué estoy tan feliz?’ y me dije ‘eso ya mañana se me pasa y toda la noche seguí así en una felicidad y un gozo con el Señor”, recuerda Elkin de aquel momento que marcó el camino de su vocación.

Al día siguiente aquel sentimiento permanecía en él y decidió ir a hablar con el padre Charles Patrick Boccio, quien por 25 años fue el párroco de Inmaculada Concepción en Astoria. “Le conté y me preguntó ‘¿qué quieres hacer?’ y le dije ‘¡yo quisiera ser diácono!’ Entonces me miró atentamente y sin dudar me dijo ‘tú tienes vocación, habla con mi secretaria mañana y yo te pago todos los estudios’”, un gesto de generosidad que el diácono Elkin Tamayo agradecerá por siempre.

Diácono Elkin Tamayo junto a Mons. Fernando Ferrarese, párroco de la iglesia Inmaculada Concepción en Astoria (Queens).

Comenzó sus estudios de diaconado en 2008 y en mayo de 2013 fue ordenado por el entonces monseñor Frank Caggiano, obispo auxiliar de Brooklyn, en la iglesia Nuestra Señora de los Ángeles en Bay Ridge (Brooklyn). “Somos el único grupo que aquí fue ordenado por el Obispo Caggiano porque por esos días el Obispo DiMarzio tenía que ir a Roma a cumplir con unos compromisos”, explica el Diácono.

“Mi esposa siempre me ha apoyado en todo este proceso y ha estado muy involucrada, incluso cuando estábamos estudiando, Ana Puentes nos invitó a que diéramos clases en el curso de Pre Cana y a ella le motiva mucho compartir lo que ha sido nuestra experiencia matrimonial con otras parejas. Este ha sido un ministerio que nos ha marcado y nos ha dado muchas bendiciones”, comenta el diácono quien con su esposa han preparado más de 1.600 parejas para recibir el Sacramento del Matrimonio desde el 2012.

El diácono Elkin Tamayo hace una invitación: “El Señor siempre nos está llamando, siempre tenemos un llamado desde nuestro bautismo y que a través de los años uno debe identificar. No hay nada más gratificante que responder a ese llamado, orando y acercándonos al Señor. Él nos llena de amor y nosotros correspondemos a ese amor y ¿cómo? Compartiéndolo con nuestros hermanos a través del servicio”.