CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — El don de consuelo y la consolación del Espíritu Santo están destinados a unir a todos los hombres y mujeres, llevándolos a no tomar el lado de ninguna ideología, dijo el papa Francisco en Pentecostés.
Al celebrar la misa del 23 de mayo en el altar mayor de la Basílica de San Pedro, el pontífice dijo que quienes escuchan al Espíritu Santo “no nos centraremos en conservadores y progresistas, tradicionalistas e innovadores, derecha e izquierda”.
Si centrarse en una ideología se convierte en el criterio “quiere decir que en la Iglesia se olvida el Espíritu”, agregó.
El Espíritu Santo “impulsa a la unidad, a la concordia, a la armonía en la diversidad. Nos hace ver como partes del mismo cuerpo, hermanos y hermanas entre nosotros. ¡Busquemos el todo! El enemigo quiere que la diversidad se transforme en oposición, y por eso la convierte en ideologías. Hay que decir ‘no’ a las ideologías y ‘sí’ al todo”, dijo.
Con las restricciones debido a la pandemia disminuyendo lentamente en Roma y en toda Italia, la misa dominical se celebró en la Basílica de San Pedro con unas 1,000 personas que llevaban mascarillas y quienes se distanciaban.
Reflexionando sobre la fiesta de Pentecostés, el papa dijo que el uso de la palabra “paráclito” no solo tiene la intención de describir al Espíritu Santo como un “abogado” sino también como un “consolador”, especialmente durante “los momentos difíciles como el que estamos atravesando, debido a la pandemia”.
Las comodidades del mundo, explicó, son como un analgésico que solo ofrece un alivio momentáneo, pero no curan el mal profundo que llevamos dentro, dijo.
“Solo quien nos hace sentir amados tal y como somos da paz al corazón. El Espíritu Santo, el amor de Dios actúa así”, dijo el papa. “”Es la ternura misma de Dios, que no nos deja solos; porque estar con quien está solo es ya consolar”.
A su vez, los cristianos están llamados a encarnar el consuelo que él brinda y estar cerca de los demás no con discursos, “sino con oración y cercanía”, dijo.
El Espíritu Santo, agregó, le está diciendo a la iglesia que hoy es un “tiempo para consolar” y llevar la alegría del Resucitado, no de lamentarnos por el drama de la secularización.
“Es el tiempo para derramar amor sobre el mundo, sin amoldarse a la mundanidad”, dijo el papa. “Es el tiempo de testimoniar la misericordia más que de inculcar reglas y normas. ¡Es el tiempo del Paráclito! Es el tiempo de la libertad del corazón, en el Paráclito”.
Continuando con su homilía, el papa Francisco dijo que mientras el espíritu del Maligno engaña a todos para “ceder a las sugestiones malignas y a las pulsiones de los vicios”, el Espíritu Santo es “el espíritu de la verdad” que trae “pensamientos y sentimientos” sin forzar ni imponer.
El Espíritu Santo afirma a los cristianos “la primacía del hoy”, que significa vivir “en el presente” y no estar paralizados por el rencor o los recuerdos del pasado, ni temerosos del futuro, dijo el papa.
Al afirmar la primacía del todo, continuó, el Espíritu Santo no “plasma individuos cerrados”, sino más bien “nos constituye como Iglesia en la multiforme variedad de carismas, en una unidad que no es nunca uniformidad”.
Entre los apóstoles, explicó el papa, “había ideas políticas opuestas, visiones del mundo muy diferentes”, no obstante, al recibir el Espíritu, “aprendieron a no dar la primacía a sus puntos de vista humanos, sino al todo de Dios”.
Por último, el Espíritu Santo afirma “el primado de la gracia” y pide a todos los cristianos que “pongan a Dios antes que a ustedes mismos”, dijo el papa.
“Si (como iglesia) ponemos en primer lugar nuestros proyectos, nuestras estructuras y nuestros planes de reforma caeremos en el pragmatismo, en el eficientismo, en el horizontalismo, y no daremos fruto”, dijo el papa Francisco.
“La Iglesia no es una organización humana como otra cualquiera: la Iglesia es el templo del Espíritu Santo”, dijo. ” Jesús ha traído el fuego del Espíritu a la tierra y la Iglesia se reforma con la unción, con la gratuidad de la unción de la gracia, con la fuerza de la oración, con la alegría de la misión, con la belleza cautivadora de la pobreza. ¡Pongamos a Dios en primer lugar!”