El pasado 13 de noviembre, mientras Mons. Nicholas DiMarzio se hallaba en Roma con el resto de los obispos católicos del Estado de Nueva York, la agencia de noticias AP publicó un reportaje en el que el abogado Mitchell Garabedian, de Boston, anunciaba su intención de demandar a la Arquidiócesis de Newark. La demanda se basaría en la acusación de un hombre de 55 años que dice haber sido abusado sexualmente por el entonces padre DiMarzio y el difundo padre Albert Mark en una parroquia de Newark a mediados de los años setenta. Desde Roma, Mons. DiMarzio inmediata y categóricamente negó la acusación.
Tras regresar de Roma, Mons. DiMarzio escribió la columna que publicamos en esta edición, donde reitera su posición. Además, en una reciente entrevista con nuestro canal NET TV, Mons. DiMarzio señaló que no recuerda a la persona que lo acusa, que dice haber sido acólito en la iglesia donde alega que ocurrieron los hechos. Mons. DiMarzio sugirió también que la prensa entrevistara a los varios acólitos de esa época, varios de los cuales siguen en contacto con Mons. DiMarzio y le han expresado su apoyo.
AP publicó el artículo un mes antes de la fecha en que, según Garabedian, él haría la demanda civil contra la Arquidiócesis de Newark. Dicha demanda solo se podría hacer después de entrar en vigencia una nueva ley del Estado de Nueva Jersey que dejaría sin efecto por dos años la prescripción de casos de abuso sexual. La ley se refiere a demandas civiles, no ha procesamiento criminal de los casos.
En otras palabras, el objetivo de la demanda no es procesar judicialmente a Mons. DiMarzio por un supuesto abuso sino demandar a la Arquidiócesis de Newark por daños y perjuicios.
Entonces, ¿por qué publicaría AP un reportaje sobre una demanda civil que aún no se había hecho? Cuando alguien es acusado y enjuiciado, tiene la oportunidad de defenderse. Pero cuando una de las agencias de noticias más importantes del planeta publica un artículo como este, ¿cómo puede la persona acusada defenderse? ¿Cómo defender la reputación severamente afectada cuando no hay juicio ni jurado que pueda decidir sobre el asunto?
Veamos las circunstancias en que AP publica la historia. Era sabido que Mons. DiMarzio acababa de realizar, a pedido del Vaticano, una investigación en la Diócesis de Buffalo. Durante el último año la diócesis ha vivido varios escándalos relacionados con el procesamiento de casos de abusos sexuales. Mons. DiMarzio ha informado al público cada uno de los pasos que ha seguido durante su investigación.
También era de dominio público que Mons. DiMarzio estaría en Roma durante esa semana. Todos los obispos del Estado de Nueva York estarían en el Vaticano para la visita ad limina, que es una visita que cada obispo debe realizar cada cierto tiempo (normalmente cinco años) al Vaticano para informar sobre el estado de su diócesis.
Quizás atacar la credibilidad de la investigación que el Vaticano pidió a Mons. DiMarzio realizar en Buffalo haya sido la razón de publicar el artículo un mes antes de proceder con la demanda. El pasado mes de febrero Garabedian había demandado a la Diócesis de Buffalo por 300 millones de dólares y, además, él es el abogado de la secretaria que filtró a la prensa varios de los documentos que desataron la crisis.
Pero desde el punto de vista de los medios de prensa, ¿por qué publicar la noticia en este preciso momento? ¿Cuál fue el propósito de AP —informar al público objetivamente o ayudar a Garabedian a promover su caso y atacar la reputación de Mons. DiMarzio y, como resultado, poner en entredicho la investigación que el obispo acababa de realizar en la Diócesis de Buffalo?
De acuerdo al New York Times, Garabedian dijo que “la investigación de Mons. DiMarzio en la Diócesis de Buffalo ha quedado mancillada por estas alegaciones”. Garabedian, por supuesto, no sabe cuál será el resultado de la investigación que Mons. DiMarzio realizó en Buffalo. La investigación concluyó antes de que se conocieran las intenciones de demanda de Garabedian.
El New York Times, por otra parte, cita a Garabedian en un artículo sin poner en contexto ni cuestionar sus comentarios: “Es hora de que la policía investigue al investigador […] La investigación debe incluir interrogar al Papa Francisco sobre el nombramiento del obispo como investigador”.
¿Cómo es posible que un abogado diga que la policía debe interrogar al Papa sobre el nombramiento de Mons. DiMarzio? El nombramiento —y la investigación— se realizaron antes de que Garabedian hiciera públicas su demanda y las supuestas acusaciones contra el obispo de Brooklyn.
¿Y cómo puede el New York Times publicar semejantes declaraciones sobre Mons. DiMarzio y el Papa sin hacer a Garabedian las más elementales preguntas? Tanto AP como el Times parecen haber aceptado la palabra de Garabedian sin siquiera cuestionar su decisión de ir a la prensa un mes antes de iniciar su demanda.
La demanda no se ha hecho, pero Mons. DiMarzio se ve forzado a defenderse de las acusaciones. No importa cuál sea el resultado final de este proceso, la reputación del Obispo de Brooklyn ha sido atacada y, podría argumentarse, marcada para siempre.
Por años, Mons. DiMarzio ha tenido un papel central en los esfuerzos de la iglesia por erradicar el abuso sexual y ayudar a los sobrevivientes a reconstruir sus vidas. Ahora tendrá que defender su buen nombre.
¿Qué pasará? Primero habrá que esperar a que se haga efectiva la demanda contra la Arquidiócesis de Newark. (En este momento Garabedian está siendo demandado él mismo: se le acusa de haber destruido la reputación de un maestro anunciar una demanda por abusos sexuales que al final nunca el abogado hizo efectiva.) Si en este caso sigue adelante con la demanda, habrá que ver cómo termina el proceso. Es bueno recordar que no se trata de un proceso criminal: es una demanda civil por daños causados por el supuesto abuso.
Los lectores de Nuestra Voz, y en particular los lectores de esta columna, saben que el sufrimiento de las víctimas de abuso sexual ha estado siempre en el centro de nuestra cobertura de la crisis. Hemos dedicado empeño y espacio a informar a nuestros lectores sobre los casos de abuso sexual en la iglesia y sobre los esfuerzos que se hacen para eliminar este flagelo y procurar justicia para las víctimas. Y seguiremos haciéndolo.
Pero ni las víctimas de abusos sexuales ni la causa de la justicia se defienden con un estilo periodístico en el que se presupone la culpabilidad de cualquier persona y se proceda a destruir su reputación sin que medie proceso alguno. Y es nuestro deber como periodistas denunciarlo.