SOY UNA ABUELA FELIZ. Pero si viviera en Siria, Irán, Libia, Sudán, Yemen y Somalia, y me anunciaran que no puedo entrar en los Estados Unidos a visitar a mis nietos, lloraría sin parar de dolor y de impotencia. No cabe ni en mi mente ni en mi corazón que este gran país excluya a los abuelos del derecho del amor y cuidados que sólo los abuelos pueden proveer. Por otra parte, ¿cuál es el peligro de traer personas de la tercera edad? En la lista de terroristas no figuran generalmente personas mayores.
Los testimonios abundan: La presencia de los abuelos se ha hecho indispensable. No somos solamente visita. Nuestros hijos, como deben trabajar, acuden a sus padres pidiendo ayuda para que les cuiden sus tesoros, ya sea porque la guardería (Day Care Center) cuesta demasiado o porque saben que allí no tendrán el amor personal que sólo un abuelo puede dar.
Michelle Obama llevó a su madre a vivir en la Casa Blanca para que le ayudara en la supervisión de las hijas. Mi amiga cubana de Miami cuida diariamente a sus dos nietos desde que nacieron. Hoy en día los lleva y trae de la escuela. Mis amigas y hermanas en Cristo de la Iglesia, igual que yo, hacemos planes alrededor de la vida de nuestros nietos. Mi amiga Verónica, de 42 años, le dijo a su madre antes de morir: “Mis niños van a estar bien con su papá, contigo, mamá, y también con su otra abuela”.
Y al otro lado de las fronteras, a millas de distancia, las abuelas acuden a los consulados a pedir visas por un nieto que va a nacer nacer, o uno que hay que cuidar. Mi cuñada y mi hermana solicitaron visas en Ecuador, la una para ayudar a su hija que iba a dar luz, y la otra para entrar a Canadá a visitar a su único nieto.
Muchos niños y jóvenes inmigrantes que vienen a reunirse con sus padres que viven en los Estados Unidos añoran a los abuelos con quienes se quedaron cuando sus padres emigraron. Ya en este país, esperan con ansias que algún día puedan traer a sus abuelos, aunque sea de visita.
En el mundo oriental —de tradición musulmana o hindú— los abuelos juegan un papel crucial. Y es desde esos países de donde se está haciendo más difícil viajar a Estados Unidos. En el Oriente el respeto por los abuelos es profundo; se los considera cabeza de familia y se los anima a vivir en la misma casa con los hijos y los nietos. La presencia de los mayores asegura el mantenimiento de las tradiciones culturales y religiosas.
La Corte Suprema de los Estados Unidos tendría que revisar la realidad de hoy. El mundo que hoy conforma este gran país se compone de familias extendidas unidas no sólo por un nexo sentimental, sino también por necesidades que se traducen en millones de dólares.
En el nivel espiritual resuenan en nuestros oídos las palabras de San Pablo a Timoteo: “Recuerdo tu fe sincera. Así eran tu abuela Loide y tu madre, Eunice, y estoy convencido de que la recibiste de ellas”. (2 Timoteo 1,5)
¡Arriba abuelos, transmisores de cultura y de fe!