Columna del Obispo

El largo camino hacia el sacerdocio brinda cierta tranquilidad

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

El trabajo de captación de vocaciones para el sacerdocio y la vida religiosa es una tarea sin fin. Un método que nuestra Diócesis en Brooklyn y Queens ha encontrado muy gratificante es tener un retiro anual para quienes disciernen.

Esta iniciativa comenzó cuando el ahora obispo Mons. Kevin Sweeney era nuestro director de vocaciones, y fue continuado por el padre Kevin Abels, el padre Sean Suckiel y ahora el padre Christopher Bethge. Estos hombres tenían una misión: reclutar.

Una vez que los discernidores ingresan al seminario, su rol y responsabilidad como director de vocaciones era transferido al director de seminaristas. Esta práctica parece funcionar muy bien. El retiro de este año, celebrado el mes pasado, ha sido quizás el más exitoso, al menos en número de participantes, durante mi episcopado.

Tuvimos 42 asistentes al retiro; 30 de ellos estudiantes de tercer y cuarto año del preuniversitario, siete en edad universitaria y también cinco que han terminado la universidad y han ingresado a la fuerza laboral.

Por lo general, el retiro se realiza en el Centro de la Inmaculada Concepción en Douglaston, sin embargo, debido a la pandemia el retiro se llevó a cabo en el Seminario de la Inmaculada Concepción en Huntington, donde hubo una mayor oportunidad de reunirse manteniendo siempre los protocolos de distanciamiento social.

El retiro se llevó a cabo desde el viernes por la noche hasta las primeras horas de la tarde del domingo y les brinda a los participantes la oportunidad de reunirse directamente conmigo como obispo y escuchar charlas importantes sobre la identidad de un sacerdote, así como otros temas.

También hay un tiempo para rondas de preguntas y respuestas que siempre es más estimulante, y espero con ansias liderar este retiro todos los años. El retiro es muy importante ya que permite a aquellos que podrían estar pensando en la misma línea de una vocación reunirse y conocerse. La presión de los compañeros siempre ha sido un problema importante en la captación.

La vocación al sacerdocio y a la vida religiosa es un asunto muy personal. No es algo que se pueda compartir fácilmente con otros. Cuando uno tiene la oportunidad de reunirse con otras personas que podrían estar pensando de manera similar, es mucho más fácil hacer preguntas y sentirse más cómodo haciéndolo.

Mi famoso ejemplo de cómo se define una vocación es que es como un dolor de muelas. Viene y se va. Si no extraes el diente o empastas la carie, el dolor no dejará de perseguirte. Porque si Dios te está llamando, no te dejará tranquilo hasta que le des una respuesta; sea sí o no.

Este simil parece resonar muy bien entre los jóvenes que disciernen, ya que ellos también a menudo intentan dejar de lado el llamado para no tomar una decisión. El tiempo de retiro es una oportunidad en la que se pueden tomar decisiones.

Como mencioné, durante el retiro cada uno tiene la oportunidad de hablar conmigo individualmente. Desafortunadamente, este año con tantos discernidores solo pude hablar personalmente con más de la mitad de los participantes del retiro; no todos, pero todos los que querían hablar conmigo pudieron tener una charla de diez minutos.

Durante ese tiempo pueden expresarse. He descubierto que esta generación más joven es muy honesta al expresar sus dudas y, sin embargo, también con su búsqueda de la fe. Son los jóvenes los que están más dispuestos y son capaces de sacrificarse si entienden la causa o el motivo del sacrificio. Y esto es muy importante.

Durante los días de retiro, celebramos la Eucaristía, hay un servicio de penitencia, rezamos la Liturgia de las Horas, y además brindamos un tiempo para la oración privada y la adoración del Santísimo Sacramento. Estos son todos los elementos tan necesarios para el discernimiento vocacional.

También ayudamos a los jóvenes a encontrar su camino a través de las dificultades inherentes a la toma de decisiones vocacionales. El padre Chris Bethge, nuestro actual director de vocaciones, también es profesor de religión en la Escuela Preparatoria y Seminario de la Catedral.

Debido a su presencia, hubo un buen número de estudiantes de esta escuela preparatoria participando en el retiro de este año. Lo conocen, confían en él y su invitación a unirse al retiro significó mucho para ellos. Este es el primer año que hemos podido tener un sacerdote en el claustro con esta responsabilidad.

También estoy muy agradecido al padre James Kuroly que con su ministerio como Rector-Presidente y guía pastoral de Cathedral Prep, también ha fomentado ese espíritu de discernimiento en los estudiantes.

Todo lo que les pedimos a estos jóvenes es que consideren. Utilizo una analogía muy ajena a su comprensión cuando digo: “No los enviaremos a Shanghai”. Inmediatamente me miran desconcertados. Luego explico que era una forma de decir, cuando se reclutaban jóvenes en las calles y eran obligados a entrar en la Marina.

De esto no se trata el reclutamiento vocacional. Además, explicarles el largo camino hacia el sacerdocio les brinda cierta tranquilidad, reconociendo que no es necesario tomar decisiones rápidas y que hay mucho tiempo para discernir si están en el camino correcto o no.

Una de las dificultades que, obviamente, enfrentamos hoy es que las familias son más pequeñas que en el pasado. Y los padres no están tan dispuestos a animar a sus hijos a seguir el sacerdocio o la vida religiosa.

Algunos por la idea de que no van a tener nietos, otros por miedo al escándalo actual en la Iglesia. De hecho, existen muchas razones por las que los padres pueden dudar en apoyar una vocación para su hijo. Hay casos extremos, y los he experimentado, en los que los jóvenes seminaristas no son bienvenidos de nuevo en casa.

Hemos tenido que encontrar rectorías que permitieran al seminarista quedarse con ellos durante los días festivos y durante las vacaciones. Sin embargo, estos son casos raros. En su mayor parte, siempre le pregunto al que discierne: “¿Qué piensan sus padres acerca de que se convierta en sacerdote?”.

La mayoría dice que mientras ellos sean felices, sus padres estarán de acuerdo. Este es el signo de un buen padre: la felicidad y la satisfacción de sus hijos es realmente lo que motiva a los buenos padres a apoyar el deseo de sus hijos de seguir una buena vocación.

Durante el mandato del entonces padre Kevin Sweeney como director de vocaciones, la Diócesis realizó una encuesta de 1700 estudiantes del tercer y cuarto año de las escuelas secundarias, y hombres y mujeres en edad universitaria, con respecto a su comprensión de las vocaciones. Se desarrollaron una serie de preguntas tratando de encontrar qué variables podrían influir o disuadirlos de aceptar una vocación al sacerdocio o la vida religiosa. Los resultados fueron algo sorprendentes porque la variable que tuvo más valor fue que “nadie me preguntó nunca”. Y este ha sido ciertamente un gran obstáculo en el discernimiento vocacional. Necesitamos pedir, en el nombre de Dios, porque es Dios quien da la gracia y de la vocación y nosotros solo nos ocupamos de motivar a la persona, y ayudarlos a desarrollar su vocación. Qué importante es que nos aseguremos de que los jóvenes tengan la oportunidad de responder al llamado de Dios y hagamos todo lo posible para facilitar su discernimiento. Una de las preocupaciones que tiene la gente es que la crisis de abuso sexual asustará a los jóvenes y los alejará del sacerdocio. En su cuestionamiento y en su comprensión, hemos descubierto que son hijos de su propia generación. Son mucho más sabios en muchos aspectos con respecto a la saciedad del mundo y el tema de la sexualidad que las generaciones anteriores. Ellos ven esto en perspectiva y no temen el compromiso con el celibato que discutimos durante el retiro. Sin embargo, sus maneras francas y tranquilas les permiten ser más abiertos y no tener miedo de hacer las preguntas importantes sobre la sexualidad humana, lo que puede disuadir a algunos de considerar una vida de compromiso total con Dios en la vida célibe. Prometo orar por todos los que se unieron a nosotros en el retiro de este año, para que su proceso de discernimiento los lleve a una buena decisión con respecto a la voluntad de Dios para ellos. Por favor, únase a mí mientras estos jóvenes se adentran en lo más profundo de la comprensión de su deseo de una vida sacerdotal o religiosa. Oremos por ellos, para que la voluntad de Dios para ellos se manifieste a su debido tiempo.