El latín está en todas partes. Puede ser un chiste del comediante islandés Ari Eldjárn en “Pardon My Icelandic”, su especial de Netflix lanzado el 2 de diciembre, o en las épicas series “Barbarians” (Netflix) y “Romulus” (Sky Italy) —ambas rodadas en latín— que se estrenaron en el último trimestre del 2020.
Durante los pasados tres meses, puede que hayamos consumido las dosis más altas de latín convencional de nuestras vidas. Y cuando alguien escucha una simple nota de este lenguaje melodioso, inmediatamente nos remonta a los cantos gregorianos y la misa tridentina.
El latín y el catolicismo están intrínsecamente entrelazados al fundamento de nuestra cultura occidental. Están en nuestras raíces y esencia, realidades y fantasías.
El latín se considera una lengua muerta —aún así, representa casi el 30% del idioma inglés moderno—, y el interés por resucitarlo va in crescendo, al punto que la cuenta de Twitter en latín del papa Francisco tiene más de 945 mil seguidores.
Por su parte, el catolicismo ha impactado con igual intensidad la vida de creyentes y no creyentes porque, seamos francos, es el formador de comunidades más importante en la historia de la humanidad.
Quizás uno no note la preeminencia de ambos en un mundo secularizado porque están profundamente arraigados a nuestro ADN, encarnando en los estratos invisibles de nuestra cultura, pero su presencia seminal emana por todas partes.
Y por alguna razón, su fascinación está llamando la atención de los Millennials.
Las estadísticas también apoyan estos criterios. Sintetizando el informe de la Foederatio Internationalis Una Voce, una organización laica adscrita a la misa tridentina, a la Santa Sede, el Dr. Joseph Shaw señaló en un artículo publicado en Homiletic and Pastoral Review: “Estos datos sustentan la caracterización a menudo escuchada de que [la celebración de] la ‘forma extraordinaria’ tiene un atractivo especial para jóvenes y familias. Además, me basaré en el informe y otras fuentes para mostrar que la forma extraordinaria generalmente tienen una proporción de sexos más equilibrado que una celebración eucarística en la forma ordinaria, y para revelar la capacidad de la forma extraordinaria para involucrar diversos grupos étnicos y lingüísticos”.
Según las 362 diócesis y 52 países incluidos en el informe, los jóvenes, jóvenes y familias o familias son predominantes en el 72% de las celebraciones de la forma extraordinaria en América del Norte, 69,2% en Europa Central, 62,3% en América del Sur, 60,4% en Asia, 57,5% en Oceanía, 55,5% en el noreste de Europa, 51,7% en el noroeste de Europa, 31,7% en el sur de Europa y 28,6% en África.
“Hay un claro aumento en el interés de los jóvenes por la misa de forma extraordinaria”, expresó Mons. Alexander Sample, arzobispo de Portland, Oregón, conocido por sus masivas misas tridentinas repletas de jóvenes.
“Algo que notan quienes asisten o celebran la misa de forma extraordinaria es el alto porcentaje de jóvenes y familias jóvenes presentes”, declaró Mons. Sample a Nuestra Voz.
Para el arzobispo, la juventud está en busca de una experiencia más sobrenatural.
“La belleza de la misa de forma extraordinaria les ofrece una experiencia trascendental que mueve corazones y mentes”, añadió Mons. Sample. “La reverencia, la ceremonia y el carácter sagrado contribuyen a esto”.
En 1984, bajo el indulto especial “Quattuor Abhinc Annos”, el papa Juan Pablo II restauró la misa tridentina exclusivamente en latín, prohibida en todo el mundo desde 1963, durante el Concilio Vaticano II, y reemplazada por la misa Novus Ordo, más tarde conocida como forma ordinaria del rito romano, para permitir que los laicos participen en la liturgia en su lengua vernácula, y desde entonces, ha ido ganando más fieles progresivamente.
Algunos de los promotores más activos son laicos comprometidos de generaciones anteriores, porque les recuerdan las misas de su infancia. Tal es el caso de Peter Ignazio Cardillo.
Cardillo fue uno de los pioneros en la restauración de la misa en latín en la diócesis y colaborador del difunto Mons. James W. Asip, nombrado por el entonces obispo de Brooklyn, Mons. Francis John Mugavero, para coordinar la misa semanal en latín.
“Comenzamos en el Monasterio de la Preciosísima Sangre”, recuerda Cardillo. “Solíamos celebrar misa una vez al mes, el primer domingo. Y luego, el tercer domingo del mes, Fabiola Rodríguez otra misa en la escuela secundaria Cristo Rey”.
Formas litúrgicas tradicionales
Cardillo es el laico encargado de coordinador el programa de la misa en latín en Nuestra Señora de la Paz, en Gowanus, que se ha convertido en el epicentro de las formas litúrgicas tradicionales diocesanas durante más de dos décadas, pocos años después de que el obispo Mugavero implementara el programa Ecclesia Dei.
“Vinimos aquí con el consentimiento del obispo [Thomas Vose] Daily alrededor de 1997 o 1998”, recuerda Cardillo. “Luego, el obispo DiMarzio fue muy generoso y nos permitió continuar el programa. Durante todos estos años tuvimos varios coordinadores y ahora es el padre Rafael Pérez”. Las misas dominicales en latín en Nuestra Señora de la Paz pueden congregar a unos 65 feligreses.
“Nuestra congregación está formada por muchos profesionales, gente joven. Un gran número de familias vienen con sus hijos. Yo diría que casi todos los años uno o dos niños quieren hacer su Primera Comunión en el rito antiguo. Bautismos tenemos al menos dos o tres al año. Me sorprende ver que casi todos los domingos vemos caras nuevas. Y esas caras nuevas son jóvenes”, explicó Cardillo.
“Creo que es la belleza de esta celebración lo que atrae a la generación joven, por su silencio, por la comunicación entre el ser y su creador”, añadió Cardillo. Vincent Robert Bongiorni está de acuerdo pero va más allá.
“Somos una generación muy intuitiva”, dijo. “Siempre estamos en el teléfono, siempre investigando, buscando algo o una definición o nuestro verdadero origen. Y cuando tropezamos con esto, notamos que es muy diferente a la vida cotidiana en la que estamos atrapados”.
Bongiorni, de 28 años, ha sido acólito durante diez años. Él es parte de un grupo de aproximadamente dos docenas de jóvenes católicos que se conocieron en las misas tradicionales y el año pasado comenzaron el programa de misa en latín en la Iglesia St. Finbar, en Bath Beach, junto con el padre Michael Gelfant, entonces párroco.
“Mi generación está creciendo en una época tan caótica donde la unicidad de Dios se nos hace más evidente en la forma tradicional. Esta celebración nos conecta con miles de años de adoración católica. Es como regresar a casa donde nos espera nuestra familia. Esta celebración no tiene cabida para nuestra cultura caótica: la de nuestro trabajo, nuestra vida social, nuestro entretenimiento. Esta misa reemplaza todo eso. Te da esa sensación de plenitud que hace que nuestras mentes se enfoquen en Dios. En cierto sentido, es casi como una terapia”.
Desde el 30 de junio, el padre Rafael J. Pérez, vicario parroquial de la Divina Misericordia, en Williamsburg, es el nuevo coordinador del Apostolado Ecclesia Dei a cargo del programa diocesano de la misa en latín.
El padre Pérez, de 34 años, conversa apasionadamente sobre la liturgia y los rituales. Ha visto un número sustancial de seminaristas y sacerdotes recién ordenados interesados en la misa tradicional en latín. “Sí, últimamente entre el clero más joven, hay un aumento en el interés por el rito antiguo”, reconoce. “Pero no es para relegarlo exclusivamente a ese grupo”.
El sacerdote asistió por primera vez a una misa en latín en Nuestra Señora de la Paz, cuando estaba en la universidad, y puede poner en perspectiva su visión desde el banco y desde el altar.
“Una de las cosas que me ha llamado la atención es la posibilidad de orar. Hay mucho silencio y es en un idioma que cualquiera podría decir que está extinto”, dijo.
“Para el espectador ajeno —ya sea que esté rezando o asistiendo a la misa— el sacerdote en el altar, distante, de espaldas, puede parecer muy esotérico y desconectado”, explicó el padre Pérez. “No se trata simplemente de que los sacerdotes estén haciendo lo suyo. Hay conciencia de que estoy orando con y por los demás. Los estoy conduciendo a un encuentro más allá de mi ser. Y esa es una enorme realidad que es una lección de humildad y sobrecogimiento”.
HORARIOS Y SITIOS DONDE SE CELEBRA MISA TRADICIONAL EN LATÍN:
1- Iglesia Nuestra Sra. de la Paz
522 Carroll St.
Brooklyn, NY 11215
Horario: Misa dominical, a las 9:30 am (misa leída – misa cantada en determinadas solemnidades)
2 -Iglesia St. Josaphat
34-32 210th St.
Bayside, NY 11361
Horario: Misa dominical, a las 9:30 am (misa cantada)
3- Parroquia Divina Misericordia – Santa Cecilia
84 Herbert St.
Brooklyn, NY 11222
Horario: Misa dominical, a las 7:00 pm (misa leída – misa cantada el primer domingo del mes)
4 – Parroquia St. Stanislaus Kostka – Parroquia de la Transfiguración
64-25 Perry Ave.
Maspeth, NY 11378
Horario: Misa dominical, a las 12:30 pm (misa leída)
5 – Iglesia St. Finbar
138 Bay 20th St.
Brooklyn, NY 11214
Horario: Primer domingo del mes, a las 3:00 pm (misa cantada)
6 – Iglesia St. Fidelis
123-06 14th Ave.
College Point, NY 11356
Horario: Primer y tercer viernes del mes, a las 7:15 pm (misa leída)