La nueva versión de las tres R es “reducir, reutilizar y reciclar”.
Y, en realidad, no hacer esas cosas podría constituir un pecado en el futuro. En noviembre del año pasado, el papa Francisco anunció la posibilidad de agregar los “pecados ecológicos” al Catecismo de la Iglesia Católica. Practicar actos y hábitos que dañen el medio ambiente, como contaminar, usar plásticos solamente una vez, destruir bosques o no reciclar, podrían convertirse en un pecado oficial.
Las reacciones online han sido mixtas, con algunos católicos siendo sarcásticos, otros solidarios y algunos mostrándose asustados.
“Bendíceme, padre, porque he pecado. Han pasado dos semanas desde mi última confesión. Encendí el aire acondicionado cuatro noches, utilicé 9 artículos de plástico una sola vez, olvidé hacer compost, prendí el motor dos veces, comí fruta importada y no pude reciclar latas de aluminio 6 veces”, tuiteó una persona.
“Jesús no pecó contra la tierra cuando hizo que el árbol se marchitara. ¿Cómo podrías pecar contra la Tierra? Siempre estás pecando contra una persona, ya sea Dios u otro ser humano”, dijo Christopher Plance, maestro de teología moral, en el podcast Reglas para Retrogrados. “No sé cómo el Papa va a hacer que esto funcione; será interesante verlo”.
Pero en el centro de Brooklyn, St. Francis College está tratando de hacer su parte para volverse ecológico. Los contenedores de basura están por todo el campus, y la universidad clasifica la basura en plásticos, metales, vidrio y papel. Los bebederos estimulan a los estudiantes a traer sus propias botellas para el agua.
“Tenemos la obligación moral de cuidar lo que Dios creó por amor, incluido todo en el medio ambiente”, dijo el hermano franciscano Joseph Bach, director de vocaciones de su orden en Brooklyn, y director de la universidad.
“No puedes ser pro-vida sin preocuparte por cada ser vivo, cada criatura que Dios ha creado”, dijo el hermano Joseph. “No se trata de un tema centrado. Tenemos que proteger toda la vida creada por el amor de Dios”.
El hermano Joseph dijo que la encíclica pro-ambiente del papa Francisco “Laudato Si: sobre el cuidado de la casa común”, se inspiró en la oración del Cántico de la Creación de San Francisco de Asís y mostró una “interconexión e interdependencia” de todas las cosas creadas por Dios.
El Santo Padre abrió la puerta para la conversación y la conservación, dijo el hermano Joseph. “Ahora la gente tiene una responsabilidad por el medio ambiente. El Papa ha asumido esa responsabilidad y la ha puesto en los humanos y en la iglesia. Es lo que deberíamos hacer como cristianos comprometidos a vivir el Evangelio”, dijo. “Cuando las personas conversan, van a pensar. A medida que toman decisiones sobre el reciclaje, utilizando productos desechables, van a pensar cómo afectará esto a alguien en otras partes del mundo, cómo afectará a mis hijos o mis nietos”.
Christopher Stadmeyer, natural de Queen, está de acuerdo. Comenzó una pila de abono en su nuevo hogar en Long Island, que según él lo ayudó a “tener una relación más cercana con el desperdicio” y a ser consciente de cuánto tira a la basura.
Christopher trabaja como administrador del programa Big Reuse, una organización sin fines de lucro que opera un almacén de reciclaje y sitios de compostaje en Gowanus y Astoria, financiados en parte por el Departamento de Saneamiento de la ciudad de Nueva York.
“Un tercio de los desechos que producimos, principalmente desechos de jardín, restos de comida, papel, se puede transformar en compost”, dijo Christopher. “En estos momentos, todo eso va a los vertederos. El compostaje es poderoso porque estamos reduciendo la producción de metano. Es realmente motivador ver que los líderes mundiales (como el papa Francisco) se sientan cómodos; es alentador ver cómo el compostaje y encontrar formas de reducir el desperdicio se va volviendo tendencias cada vez más dominantes”.
Aún no está claro si un pecado ecológico cae bajo la categoría de venial o mortal.
El padre Brian Jordan, O.F.M., coordinador de divulgación social en la Iglesia de San Francisco de Asís, en Manhattan, dijo que es una combinación de ambos pecados, de comisión y de omisión, un abuso colectivo de la Madre Tierra.
Y añadió que ya sea compost o compras de segunda mano, participar en limpiezas de parques o plantar árboles, los neoyorquinos tienen muchas maneras de cuidar mejor el planeta y sus recursos, incluso en un entorno urbano.
“Lo opuesto al pecado ecológico es la gracia ecológica”, dijo el padre Jordan. “Todos somos guardianes de la creación de Dios. Para los católicos, a través de nuestro bautismo, todos estamos llamados a servir a Dios cuidando a la Santa Madre Tierra. Somos la primera generación en ser conscientes del cambio climático, y somos la última generación en hacer algo al respecto”.
SABÍA QUE…
¿POR QUÉ COMPOSTAR?
El compostaje es un proceso natural de reciclaje de material orgánico para producir una tierra fértil.
Ayuda a reducir la emisión de gases de efecto invernadero de los vertederos.
Reduce su consumo de carbono.
CONSEJOS PARA “SER VERDE” EN NUEVA YORK
Corra la voz sobre la elaboración de compost:
Use los contenedores de abono marrones o vaya a los sitios de compostaje comunitarios en su ciudad.
Reduzca, reutilice, recicle: todo lo que puede reutilizar cuenta.
Sea consciente de lo que compra. Busque artículos de calidad en tiendas de segunda mano.
Viaje en transporte público o haciendo carpool.
Haga voluntariados para organizaciones locales sin fines de lucro que hacen limpiezas de ciudades, parques o playas.
Compre localmente en los diversos Greenmarkets de Nueva York.
UN TERCIO DE LOS RESIDUOS DEL HOGAR PUEDEN TRANSFORMARSE EN ABONO
Sobras de comida/vegetales
Café molido y cáscaras de huevo
Periódicos triturados
Toallas y rollos de papel
Envases de papel y cajas de cartón usados
Alimentos para mascotas
Desechos de jardín y plantas de interior
A menos que se indique lo contrario: el plástico, papel de aluminio o espuma de poliestireno no se transforman en abono.
Fuentes: Big Reuse, Compost Now, Green Matters, Grow NYC