Apoco más de un mes de cumplir 50 años de edad, el padre Fulgencio Gutiérrez es el párroco de Santa María Estrella del Mar y Santa Gertudris, en Far Rockaway, Queens. Ya son 15 años los que lleva como sacerdote de la diócesis de Brooklyn.
El 16 de enero de 1966 nació el padre Gutiérrez en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Es el mayor de seis hermanos. Cuando tenía 12 años llegó a Nueva York, al barrio de Corona, en Queens. En Corona asistía a la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores.
La primera vez que sintió el llamado al sacerdocio fue mientras estudiaba en la Escuela Secundaria de Flushing. A los 14 años asistió a un retiro carismático en su parroquia que dirigió un obispo colombiano, monseñor Zuluaga. “Él dijo una frase que me tocó bastante: ‘en esta vida todo se acaba, sólo Dios hace al hombre feliz’. Esa frase se
quedó en mi mente y bajó a mi corazón. Comencé a conocer más de Cristo, de Jesús, en la Renovación Carismática. Comencé entonces a trabajar con los jóvenes en la parroquia y al ver la necesidad que tenían y cómo trataban de calmar el dolor con los desafíos que tenían, comencé a pensar que tal vez Dios me estaba llamando para que dedicara mi vida a ellos y a la Iglesia. Ahí comenzó la inquietud y el deseo de entrar al seminario para discernir mi vocación”.
Cuando terminó la escuela secundaria decidió que sería sacerdote. Sus padres tomaron la noticia muy bien, dice el padre Gutiérrez. “Los dos estaban muy contentos y me apoyaron todo el tiempo. Cuando les hablé del seminario ellos se alegraron bastante, especialmente mi mamá”. Ingresó al antiguo seminario de Manhattan.
Después de dos años se retiró, “no por la inquietud vocacional, sino porque debía
trabajar”, explica el padre Gutiérrez. Trabajó unos años con un tío quien tenía una distribuidora de comestibles para supermercados y bodegas. Su tío le hizo una oferta para quedarse a trabajar con él, pero el joven Fulgencio la rechazó “porque tenía esa inquietud de regresar al seminario”.
En 1993 regresó al seminario de Douglaston y terminó sus estudios en la Universidad de St. John’s. En el año 2000 se ordenó como sacerdote y su primera misa la realizó en la parroquia a la que asistía de niño. “Fue algo especial, muy lindo, fue un momento de gozo; fue bello, aunque estaba un poquito nervioso, pensaba en mis familiares, en aquellos que impactaron mi vida y que me ayudaron a construir mi fe”, comenta el padre Gutiérrez.
La primera asignación fue en la parroquia de Santa María Estrella del Mar como vicario parroquial en junio del año 2000. “Fue una experiencia muy linda, muy multicultural: personas de más de 20 países vienen a esta iglesia”. Allí estuvo por cinco años.
Luego estuvo en la parroquia San Martín de Tours como vicario parroquial y un año y medio después fue a Nuestra Señora de la Merced. En esa época trabajaba al mismo tiempo con la oficina de inmigración de la Diócesis y con varios apostolados, entre
ellos el hispano. Después fue enviado a la parroquia de Santa Bárbara, en Bushwick, como párroco. En 2011 llegó nuevamente a la parroquia de Santa María Estrella del Mar y Santa Gertudris, esta vez como párroco.
Como buen dominicano le gusta el béisbol, siguió la Serie Mundial y compartió la tristeza de algunos fanáticos de Nueva York con la derrota de los Mets. Pero lo que más le gusta hacer en su tiempo libre es “aprender sobre la tecnología de las computadoras. Me gusta mantenerme actualizado con la tecnología, con los apps y con el hardware. Lo he hecho en las últimas dos parroquias, eso ahorra un poco de dinero”, asegura el padre Fulgencio.
El padre Fulgencio Gutiérrez tiene claro cuál es su misión como sacerdote: “Servir al pueblo de Dios, esto se va clarificando cuando uno va trabajando con su pueblo, viendo el amor de Dios”.