Opinión

El Papa advirtió, denunció y conmovió al Perú

Durante la visita del papa Francisco al Perú, realizada del 18 al 21 de enero, fueron tres las ciudades desde donde dirigió su mensaje, en un país que le hizo sentir lo que es el calor católico.

Quedará en el recuerdo de los peruanos el hecho que el Papa haya tenido que salir varias veces al día al balcón de la nunciatura para saludar a los fieles, quienes lo esperaban y coreaban su nombre. Todas las calles por donde pasó en vehículo cerrado, o en el papamóvil, estuvieron abarrotadas de fieles, lo que dio pistas del gran fervor de la población y su alegría desbordante.

Sin embargo, los problemas del país estuvieron presentes en el discurso del Sumo Pontífice, quien en un llamado a la formación de la clase política se preguntó: “¿Qué le pasa a Perú que cuando uno deja de ser presidente lo meten preso?” Era una clara alusión a las detenciones y sentencias firmes que tienen algunos expresidentes.

El papa Francisco a su llegada a la Base Aérea de la Las Palmas de Lima, Perú, para celebrar la misa el 21 de enero.

Un mensaje, un grito

En la ciudad de Puerto Maldonado, y como plataforma de lo que será el anunciado sínodo amazónico, Francisco pidió ante pobladores indígenas llegados también del Brasil y Bolivia, que se debe “romper con el paradigma histórico que considera la Amazonía como una despensa inagotable de los estados, sin tener en cuenta a sus habitantes”. Conmovido por el modo en que algunos quieren volver este territorio en una tierra anónima, recordó a los pobladores que ellos son quienes le dan nombre a sus tierras, poniendo de este modo el foco de atención en el rostro real de la Amazonía.

“No miren para otro lado”, fue su frase lapidaria para algunos indiferentes…

Pueblo solidario, iglesia más cercana

En la ciudad costeña de Trujillo, ubicada al norte del país, el Papa resaltó el espíritu solidario de la población demostrado durante los embates del fenómeno de “El Niño costero”, en los primeros meses del año 2017, y que trajo muerte y destrucción a varias zonas del país. Hizo también un llamado sobre las condiciones de vida en las que viven los pobladores por la falta de oportunidades educativas y laborales, sobre todo para los más jóvenes.

A los religiosos, con quienes se reunió en el seminario de la ciudad, les recordó que “no son el Mesías”, invitándoles a no creerse demasiado importantes y que eviten “marchitarse” en su vida religiosa.

Acción y oración

Durante su intervención en Lima, separada en dos momentos, el sucesor de Pedro destacó ante las autoridades políticas, la “riquísima pluralidad cultural cada vez más interactuante que constituye el alma de este pueblo”, e invitó a “renovar juntos el compromiso de la Iglesia Católica, que ha acompañado la vida del Perú”.

En un país con una alta tasa de violencia familiar y de delincuencia organizada, Francisco instó a los peruanos a luchar contra el femenicidio, y pidió que se promueva una “legislación y una cultura de repudio a toda forma de violencia”.

Reunido con monjas de clausura y con los obispos peruanos, les recordó a las primeras que su oración también debe “salir” en pos de las necesidades del mundo, para que esta no “rebote en los muros del convento”. Con los prelados peruanos reflexionó sobre santo Toribio de Mogrovejo, quien según dijo, fue un “constructor de unidad eclesial”, y un “obispo con suelas gastadas por andar, por recorrer, por salir al encuentro… sin asco y sin miedo”.

El Santo Padre sonríe a los fieles que acudieron a su encuentro en el Instituto Jorge Basadre en Puerto Maldonado, Perú, el 19 de enero. (Foto CNS / Paul Haring).

Ni maquillaje ni olvido

Antes de rezar el Ángelus con los jóvenes en la Plaza de Armas de Lima, Francisco advirtió que la persona no debe maquillarse ante Dios, ni mucho menos “photoshopear” el corazón, invitándolos más bien a mantener al Perú como una “tierra ensantada”, dando lo mejor de sí a Cristo.

Finalmente, y en la misa campal con cerca de un millón y medio de fieles, el Papa dio un no rotundo a los “sobrantes humanos”, quienes —según explicó—, “se van a vivir a las márgenes de nuestras ciudades, sin condiciones necesarias para llevar una vida digna”.

Los despidió así, pidiéndoles que tengan esperanza, que recen por él y que se mantengan unidos…

Tamaña tarea la que les deja a los peruanos, quienes le respondieron siempre, cantándole a todo pulmón un coro adaptado desde lo futbolístico: “¡Cómo no te voy a querer…! ¡Cómo no te voy a querer…! ¡Si eres el papa Francisco, vicario de Cristo que nos viene a ver!”