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El papa Francisco crea 13 nuevos cardenales, incluido el arzobispo de Washington

Uno por uno, 11 eclesiásticos de alto rango, incluidos dos ciudadanos estadounidenses —los cardenales Wilton D. Gregory de Washington y Silvano M. Tomasi, un exdiplomático del Vaticano— se arrodillaron ante el papa Francisco para recibir sus sombreros rojos, un anillo de cardenal, y un pergamino que declaraba formalmente su nuevo estatus y les asignaba una iglesia “titular” en Roma.

En el consistorio del 28 de noviembre, en medio de la pandemia de COVID-19, el papa Francisco decidió crear los 13 nuevos cardenales, a pesar de la ausencia de dos de ellos: Mons. José F. Advincula de Capiz, Filipinas, y Mons. Cornelius Sim, vicario apostólico de Brunei, quienes no pudieron asistir al consistorio debido a las restricciones de viaje de COVID-19.

Sin embargo, ellos también ya son oficialmente cardenales y recibirán sus birretes y anillos en una fecha posterior, según declaró el Vaticano. En su homilía en el servicio de oración, el papa Francisco dijo a los nuevos cardenales que “el escarlata de la túnica de un cardenal, que es de color sangre, puede, para un espíritu mundano, convertirse en el color de una ‘eminencia’ secular”, título de respeto que es tradicionalmente utilizado hacia un cardenal.

Si eso sucede, “ya no serás un pastor cercano a tu gente. Te considerarás solo ‘Su Eminencia’. Si sientes eso, estás fuera del camino”, dijo. Para los cardenales, el rojo debe simbolizar un seguimiento incondicional a Jesús, quien voluntariamente dio su vida en la cruz para salvar a la humanidad, dijo el papa.

La lectura del Evangelio en el servicio, Marcos 10: 32-45, incluyó el relato de Santiago y Juan pidiendo a Jesús honores especiales. “Concede que en tu gloria podamos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”, dijeron. Pero ante esto, Jesús les reprocha. “Nosotros también, papa y cardenales, siempre debemos vernos reflejados en esta palabra de verdad”, expresó el papa Francisco. “Es una espada afilada, corta, que resulta dolorosa, pero también nos cura, libera y convierte”.

Según el derecho canónico, los cardenales se crean cuando sus nombres se hacen públicos “en presencia del Colegio Cardenalicio”. Muchos de los cardenales con sede en Roma asistieron al consistorio, pero la mayoría de los miembros estuvieron “presentes” en línea.

La pandemia también hizo que la ceremonia fuera inusualmente pequeña; cada cardenal estaba acompañado por un sacerdote secretario y podía invitar a un puñado de invitados, por lo que solo había unas 100 personas en la congregación en el Altar de la Cátedra en la Basílica de San Pedro.

También se eliminaron las “visitas de cortesía”, una recepción que usualmente dura varias horas en la tarde, donde se invita al público en general al Vaticano para recibir a los nuevos cardenales.

El papa Francisco entrega durante el consistorio su anillo de cardenal a Mons. Wilton D. Gregory, arzobispo de Washington D.C.

Además de algunos cardenales con sede en Roma, en el consistorio estuvieron los párrocos o rectores de las 13 iglesias de Roma asociadas los nuevos cardenales. Cada cardenales recibe una iglesia “titular” en Roma que lo convierte formalmente en miembro del clero diocesano romano, de la misma manera que los primeros cardenales de la iglesia.

De hecho, la fórmula para la creación de los cardenales, recitada en latín por el papa Francisco, dice: “Concierne principalmente a la Iglesia de Roma, pero también afecta a toda la comunidad eclesial: llamaremos a algunos de nuestros hermanos para que ingresen en el Colegio de Cardenales, para que se unan a la Cátedra de Pedro mediante un vínculo más estrecho con nuestro ministerio apostólico”.

El cardenal mexicano Felipe Arizmendi Esquivel, obispo retirado de San Cristóbal de Las Casas, México, expresó a Vatican News el 27 de noviembre que los nuevos cardenales están llamados a corroborar su compromiso de hacer de Cristo el centro de sus vidas y “colaborar con el papa en su ministerio como obispo de Roma, por lo que se nos asigna una parroquia en esta ciudad, como signo de comunión entre esa comunidad y quien preside esta iglesia local, que es el papa”.

El cardenal maltés Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, fue el primero en ser mencionado por el papa el 25 de octubre cuando anunció que estaba creando nuevos cardenales. Como tal, le tocó al cardenal Grech dirigirse al papa en nombre de los nuevos cardenales.

“Convocados en un consistorio en un momento tan serio para toda la humanidad debido a la pandemia, queremos volver nuestros pensamientos a todos nuestros hermanos y hermanas que sobrellevan dificultades”, expuso el cardenal.

Y rezó para que la gente reaccionara ante la pandemia como una “oportunidad para repensar en nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestras sociedades y, especialmente, el significado de nuestras vidas”.

El cardenal Grech también dirigió a los demás en la recitación del Credo y del juramento de fidelidad y obediencia a Cristo y su Iglesia, y al papa Francisco y sus sucesores. Los nuevos cardenales procedían de ocho países: Italia, Malta, Estados Unidos, Brunei, Filipinas, México, Ruanda, y Chile.

El cardenal Gregory, al igual que los otros nuevos cardenales que provenían de lugares que se encontraban fuera de Europa, se sometió a un test para detectar COVID-19 antes de volar a Roma y nuevamente al llegar. Incluso después de dar negativo, él y los demás debieron permanecer en cuarentena durante 10 días y se hicieron la prueba nuevamente inmediatamente antes del consistorio.

El cardenal Gregory se quedó en la Domus Sanctae Marthae, donde vive el papa Francisco, y sus comidas fueron dejadas afuera de su puerta. Con el consistorio, el Colegio Cardenalicio tiene ahora 229 miembros, 128 de los cuales tienen menos de 80 años y son elegibles para entrar en un cónclave para elegir un nuevo papa.

El papa Francisco le ha dado el sombrero rojo al 57 por ciento de los electores. Con los cardenales Gregory y Tomasi, nacido en Italia pero ciudadano estadounidense, el número de cardenales estadounidenses ascendió a 16; nueve de los cuales son cardenales electores.

Los nuevos purpurados creados el 28 de noviembre son: Mons. Grech, de 63 años; Mons. Gregory, 72; Mons. Advincula, 68; Mons. Sim, 69; Mons. Arizmendi, 80; Mons. Tomasi, 80; Mons. Marcello Semeraro, 72, italiano, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos; Mons. Antoine Kambanda de Kigali, Ruanda, 62 años; Mons. Celestino Aos Braco de Santiago, Chile, 75; Mons. Paolo Lojudice de Siena, Italia, 56 años; Mons. Mauro Gambetti, de 55 años, custodio del Sagrado Convento de Asís en Asís; Mons. Raniero Cantalamessa, 86, predicador de la casa papal, 86; y Mons. Enrico Feroci, 80, ex director de Cáritas de Roma.