Opinión

El poder de la bendición de las madres

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef.1:3).

El poder de la bendición de una madre es inmenso, como su amor por sus hijos.
El poder de la bendición de una madre es inmenso, como su amor por sus hijos.

Entre los momentos más sagrados que se comparten en una familia, encabeza la bendición de una madre. Muchos de nosotros, crecimos pidiendo la bendición y en espera de esas palabras maternales que tornan un día de lluvia en un manantial de amor y luz: “Dios te bendiga hijo amado y que la Virgen te favorezca”. “La bendición de mi madre, aunque no está aquí, es importante porque yo creo que la madre es lo más grande que uno puede tener en la vida y es la que le da a uno la fuerza para seguir adelante sea lo que sea y pase lo que pase”, asegura Bárbara Pérez, quien es madre de dos hijos.

En las últimas palabras de la catequesis del Papa Francisco durante la penúltima Audiencia General en Roma en junio de 2014, se destaca la importancia suprema de bendecirnos los unos a los otros: “El cristiano con su vida debe bendecir siempre, bendecir a Dios y bendecir  también a todos nosotros. ¡Nosotros cristianos somos gente que bendice, que sabe bendecir! ¡Ésta es una hermosa vocación!”.

No importa la edad, siempre es y será hermoso recibir la bendición de nuestros padres.
No importa la edad, siempre es y será hermoso recibir la bendición de nuestros padres.

“Yo bendigo constantemente a mis hijas pero lamentablemente, la costumbre de pedir la bendición se ha ido acabando. En Colombia, mi país, sé que hay regiones como Antioquia y zonas rurales donde la costumbre prevalece. Recomiendo especialmente el libro Bendice a tus Hijos Diariamente, de Mary Ruth Swope”, señala Angélica Arenaza, quien cada mañana bendice a sus tres hijas.

Mons. Octavio Cisneros, Obispo Auxiliar de Brooklyn, recuerda que en sus años de infancia, “siempre que yo veía a mi padrino le decía: ‘¡la bendición padrino!’ y el me tocaba la cabeza diciendo: ‘Dios te bendiga’. No era mi padrino bendiciéndome. Es Dios que le da su gracia a través de aquel que te ama incondicionalmente como es tu madre”. Sobre esta gracia, afirma que “nos viene de Dios, esa gracia que Él nos ha dado a través de nuestro Señor Jesucristo, gracia que se nos ofrece en innumerables momentos y maneras. Se nos ofrece primero a través de los sacramentos y también cuando Dios usa a las personas para ofrecer su gracia”.

Bárbara Pérez Secretaria y madre de dos hijos. “Mis hijos todas las mañanas cuando se levantan se hacen la señal de la cruz y los bendigo cuando llegan o se van de casa”.
“Mis hijos cuando se levantan se hacen la señal de la cruz y los bendigo cuando llegan o salen de casa”, dice Bárbara Pérez.

“Cuando yo como Obispo constantemente voy a las iglesias y hay una línea enorme de personas que quiere que yo las toque y las bendiga y quieren besarme la mano. Yo no soy nadie para bendecir a esas personas ni para darle la gracia de Dios, pero Dios me ha usado por mi sacerdocio como intermediario para que Él toque a esa persona que está pidiéndole, no a Octavio Cisneros, sino a Dios”, explica Monseñor Cisneros, quien al tiempo añade: “¿Acaso Dios se va a limitar en no usar a esas madres con el amor que ellas tienen a sus hijos en conducir su bendición a través de ellas, los padres o los padrinos?”.

No importa si ya no eres un niño, si estás casado o si incluso ya eres abuelo o abuela, siempre que tus padres estén vivos, recibe con cariño sus bendiciones. Yo personalmente me siento feliz cuando hablo con mi madre y ella con sus palabras me bendice y me desea protección del Padre, de los Ángeles y Arcángeles del cielo; es como una armadura que me ayuda a enfrentarme al mundo día a día.