Entrevista

El primer abogado ‘DREAMer’ del país

LAS COSAS QUE MÁS SE QUIEREN son aquellas por las que más hemos tenido que luchar. De eso puede dar testimonio el joven de origen mexicano César Vargas. Él es el primer estudiante que se ha graduado de la escuela de derecho siendo un inmigrante indocumentado. Tuvo que luchar para conseguir su licencia y así poder ejercer como abogado. César es un ejemplo de tenacidad, persistencia, disciplina y fe. Esta es la historia de un DREAMer que se atrevió a soñar con ser abogado.

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Hoy en día César Vargas trabaja como abogado en la ciudad de Nueva York, adonde llegó desde su natal Puebla hace 26 años de la mano de su mamá y dos de sus hermanos. Foto: Marietha Góngora

Marietha Góngora: ¿Cómo y cuándo llegó a los Estados Unidos?

César Vargas: Hace más de 26 años llegué de México a los Estados Unidos cuando tenía 5 años luego que mi padre falleció. Como cualquier madre, la mía quería lo mejor para sus hijos, así que tomó la decisión de venir. Desde ese tiempo Nueva York ha sido mi hogar y me siento neoyorkino, me siento americano. Somos ocho hermanos. Primero vinieron cuatro y luego nosotros: mi mamá, mi hermano pequeño, que tenía 3 años; mi hermana y mi hermano de 9 y 11 años respectivamente.

Me acuerdo que el último día que estuvimos en México yo estaba en mi escuela con el uniforme y mi maestra me dijo: “Vino tu madre a recogerte”. Me sorprendió, me preguntaba: ¿por qué, si nunca me recoge a esta hora? Entonces ella nos llevó a la Catedral de Puebla, frente a la Virgencita, se arrodilló y la escuché orando: “Diosito, cuídanos”.

Tengo una foto de nosotros ese último día en México y la pongo en mi oficina porque cuando veo esa foto me veo a mí y mis hermanos, todos éramos pequeños, veo a mi mamá con una bolsa de plástico en la mano, en esa bolsa llevaba todos los documentos. Nuestra vida estaba en una bolsa de plástico, no en una maleta ni en una mochila, nuestra nueva vida empezó en esa bolsa de plástico.

MG: ¿Cuándo supo que quería ser abogado?

César Vargas: Mi madre siempre ha dicho que en nuestra familia debe haber un abogado para defendernos y un médico para cuidar de nuestra salud. Eso me marcó. Además, veo que en nuestra comunidad inmigrante existen muchos problemas. A veces los abogados no entienden nuestro lenguaje, no representan los intereses de nuestra comunidad, y hay muchos que sin ser abogados se aprovechan de la gente. Vi que como abogado podría defender también a mi comunidad.

MG: Y la primera persona que tuvo que defender fue a usted mismo…

César Vargas: Así es y lo que yo sabía era que tendría que buscar cómo abrir esa puerta que se había cerrado, porque desde que estaba en la secundaria quería ir a West Point y hacer una carrera militar. Me dijeron: “César, no creo que puedas ir a la universidad porque no tienes documentos”. Sentí como que mi vida se había acabado. Yo desde los 14 años trabajaba como ‘busboy’ en un restaurante italiano y no era que fuera malo sino que yo quería que mi mamá estuviera orgullosa de decir “mi hijo es abogado” o “mi hijo es un profesional”.

Un día ella vio que estaba triste y se acercó y me dijo: “No te preocupes que cuando una puerta se cierra de abre otra”.

MG: ¿Cómo fue la lucha para obtener su licencia y poder ejercer como abogado?

César Vargas: Después de que me gradué en Saint Francis College, en Brooklyn, en 2005, no supe qué hacer. No le había dicho a nadie de mi historia porque tenía miedo y tenía pena de decir que era indocumentado.

Por tres años estuve trabajando en un restaurante para ahorrar dinero y poder estudiar leyes. Un día fui a un Open House de la Escuela de Leyes del CUNY en Queens y alguien al saber mi estatus me dijo: “No te preocupes, aquí lo que importa es tu desempeño académico”. Ése fue el inicio del camino para convertirme en abogado, pues inicié mis estudios en 2008.

Durante mi carrera obtuve becas y me gradué en 2011, pero no era un abogado como tal porque no podía ejercer, yo ni ponía mi diploma en la pared. Pasé uno de los exámenes más difíciles del país y también éticamente me encontraron apto para ser abogado, pero un comité dijo que no podría tener licencia debido a mi estatus migratorio y que sería la Corte de Nueva York la que tendría que decidir.

En ese tiempo yo pensaba: “¿todo ese trabajo para qué?”. Mi mamá me decía: “Tú eres un abogado, lucha por ti y si nadie te va a representar tú tienes que representarte”.

En el formato de aplicación para expedir la licencia escribí “indocumentado” en letras grandes como diciéndoles “no tengo documentos ¿qué van a hacer conmigo?”. Y la Corte entonces dijo: “No sabemos qué hacer con esto”. Era la primera vez en la historia que la Corte debía pronunciarse sobre este tema.

La Corte decidió que puedo ser abogado y en febrero de 2016 hice mi juramento, un día muy importante para mí y para mi madre, porque era la culminación de una lucha de casi cuatro años para obtener mi licencia.

MG: ¿Qué papel ha tenido Dios en este camino que ha trasegado?

César Vargas: Dios nos ha dado la oportunidad de estar aquí luego de las oraciones de mi mamá para que Él nos cuidara. Ella me ha enseñado que con fe todos los obstáculos se pueden superar y Dios le concedió que uno se sus hijos fuera abogado.