V Encuentro

El valor histórico de los Encuentros

Mario Paredes, promotor y participante de los cuatro Encuentros anteriores, y autor del libro Historia de los Encuentros, fue el conferencista del Día de Reflexión de Adviento, el 2 de diciembre, dirigido por monseñor Octavio Cisneros, obispo auxiliar de Brooklyn. En su reflexión, Mario, que vino a los a Estados Unidos en el año 1967 y ha trabajado en nuestra Iglesia por más de 45 años en diferentes labores, nos hizo un recuento del caminar del hispano en este país.

Cuando llegó de Chile buscaba misas en español. Las encontró en los sótanos y en los gimnasios. La presencia del mundo hispano en el 1971 era solamente de seis millones y no había ningún obispo latino. “Hoy hay más de cuarenta y cinco obispos y un gran número de sacerdotes y diáconos hispanos”, expresó con alegría. Reconoció que el movimiento de Cursillos fue un gran motor de cambio.

El padre José E. Hoyos, director de la Oficina de Apostolado de la Diócesis de Arlington, Virginia, ora con un grupo de líderes hispanos. (Foto CNS / Mary Stachyra Lopez, Arlington Catholic Herald).
El padre José E. Hoyos, director de la Oficina de Apostolado de la Diócesis de Arlington, Virginia, ora con un grupo de líderes hispanos. (Foto CNS / Mary Stachyra Lopez, Arlington Catholic Herald).

Con la creciente llegada de los hispanos surgió la pregunta en la Iglesia de cómo ayudarlos. Un grupo de líderes, Mario Paredes entre ellos, empezaron a reunirse y dialogar sobre qué podían hacer. Decidieron convocar a este pueblo a través de encuentros nacionales. Así nació el Primer Encuentro que tuvo lugar en Washington DC en el año 1972. Monseñor Patricio Flores, de San Antonio, a quien Roma nombró obispo justo antes del Encuentro, celebró la misa de clausura. En su homilía dijo que era hijos de campesinos mexicanos migrantes que iban de estado en estado aprovechando la cosecha del momento. Asistían a la misa todos los domingos y en algunos lugares encontraban letreros que decían: «Que ni los perros ni los mexicanos se acerquen». “¡Cuánto hemos caminado!”, dijo con emoción Paredes.

En el mismo espíritu, tuvo lugar el Segundo Encuentro en 1977; luego el Tercero en 1986. “El Cuarto”, dijo, “no fue en realidad un Encuentro; fue una celebración de la diversidad con ocasión del Jubileo del año 2000”. En éste, una monja negra, de 98 años, presidió la ceremonia del perdón por los pecados cometidos por la Iglesia: “Mi tatarabuelo, bisabuelo y abuelos fueron esclavos; mi padre fue esclavo de los Jesuitas en la Universidad de Georgetown, de donde me gradué”. Explicó que los sacerdotes lo tuvieron en la Universidad para evitar que trabajara en las plantaciones del Sur. “En todo caso”, dijo Paredes, sería un anacronismo, una equivocación, juzgar tales acciones de la historia con el pensamiento de hoy”.

Nos habló de los retos que enfrenta el mundo del siglo XXI. El papa Francisco dijo en Aparecida, cuando era Cardenal de Buenos Aires: “No estamos en una época de cambios; estamos en un cambio de época”. Chile era 99% católica, hoy solo llega al 60%; Guatemala, 50%; en Estados Unidos, de cada cuatro hispanos, uno es protestante, y lo mismo pasa en otros países latinoamericanos. El único país que sigue siendo predominantemente católico es México. Otros desafíos son el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual, la fertilización in vitro y otros problemas de carácter sexual. Hoy tenemos el problema migratorio. Nuestra Iglesia tiene además muchos problemas económicos que han llevado al cierre de templos y escuelas.

Nos pidió que amemos nuestra Iglesia y que, con ella y en ella, enfrentemos juntos todos los retos. Ella, como madre, ha hecho un esfuerzo grande para integrar el mundo hispano en este país. Nosotros debemos hacer nuestra parte. Ya somos alrededor del 60% de la población católica. El llamado y misión del V Encuentro de ser discípulos, misioneros y testigos es el mismo que Jesús nos ha dado. Es la misión que le ha dado a la Iglesia. ¡Es nuestra misión!